Las primeras reacciones a los atentados en Bruselas ya se están produciendo. Más medidas de seguridad, aumento del control, nueva suspensión del acuerdo Schengen… Europa vuelve a blindarse contra el terrorismo mientras algunos demandan una “reflexión profunda” sobre el problema.

“Lamentablemente volvemos a ver la misma situación que hace unos meses; más represión, más seguridad, pero ningún análisis sobre las causas del problema”, comienza a explicar el profesor Víctor Luis Gutiérrez, colaborador en el Master de Derechos Humanos de la UOC y experto en el Islam. Desde que se produjeran en 2001 los atentados contra las Torres Gemelas se ha adoptado la misma estrategia en los sucesivos ataques terroristas alrededor de Europa. Mientras se habla a nivel internacional de unidad frente a la amenaza yihadista, muchos países mantienen contactos unilaterales o financian indirectamente actividades relacionadas con el Estado Islámico. “Me parece una hipocresía decir que Europa se ha implicado en la lucha contra el Daesh. Éste es un desafío que supera las medidas de seguridad”, añade.

Desde hace años se viene tejiendo el entramado que hoy en día amenaza la estabilidad de las sociedades occidentales. Los viajes a Siria de jóvenes europeos se llevaban a cabo bajo la indiferencia de unas instituciones que nunca llegaron a prever las consecuencias de estos hechos. “Se sabía y no hicieron nada. Bruselas, Turquía, Marruecos, todos conocían que los jóvenes viajaban a Siria y volvían radicalizados. Incluso existía una agencia de viajes dedicada a esto”, explica el docente. Tras la explosión del problema, la política europea en esta materia se ha caracterizado por su descoordinación, sin abordar el verdadero conflicto. “La solución llega tarde, pero sigue siendo necesario replantear las políticas comunes. Mientras tanto, todo esto sólo añade presión a la olla; más fronteras a los inmigrantes, más xenofobia, más radicalización…”, sentencia el profesor Gutiérrez.

Intereses más allá de la paz

Además, la falta de diálogo con los interlocutores implicados ha sido una constante en la evolución del conflicto con el Daesh. Las relaciones comerciales con países como Arabia Saudí, uno de los financiadores del wahabismo (principal corriente del Estado Islámico), los recientes acuerdos con Turquía, la cual apoyó económicamente la misma causa, y las dudas sobre la forma de intervenir en Siria hacen pensar que la política internacional de la UE es ciertamente imprecisa. “Hay que aumentar la supervisión: qué se compra, qué se financia, etc… Europa debe dar un giro de 180º a su política internacional, no es suficiente con poner más controles. Espero que haya sentido común, si nos convertimos en un Estado policial será el fin de la Unión Europea, pero es la medida más fácil”, añade Gutiérrez.

Otro flanco abierto es el fortalecimiento de los nacionalismos en los diferentes Estados miembros. El profesor Gutiérrez recuerda que “las víctimas del Daesh son todos, cristianos y musulmanes, no es un problema sólo de Europa. Los yihadistas buscan un exterminio sistémico y han declarado la guerra a todos, incluso a Al Qaeda”. Sin embargo, las políticas comunitarias han avanzado en otra dirección, fomentando en última instancia un rechazo al Islam generalizado. “Hay que recordar que son terroristas sin apellidos, y la mayoría de los que han atentado aquí son europeos. Las políticas de integración social han sido un fracaso y ahora nos encontramos ante una crisis. El peligro de los nacionalismos y la xenofobia es inminente. Europa tiene pendiente una importante labor pedagógica al respecto”.

De manera complementaria a las medidas de seguridad, algunas voces abogan por una mayor implicación europea en los procesos de cooperación. “Deben tomar partido en los organismo internacionales de cara a los conflictos. Es necesaria una revisión en profundidad de las políticas, un mayor control a las empresas, que están siendo muy torpes en sus relaciones con Oriente Medio”, señala el docente.

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