El líder del PSOE pide respeto para «los tiempos de la democracia», dejar al candidato del PP intentar ser reelegido y hablar luego, una vez naufrague, de cómo formar un «Gobierno progresista». Ironiza sobre el Ejecutivo que le ha «montado» el secretario general de Podemos, que pide ser su vicepresidente.

Ahora es el tiempo de Mariano Rajoy, luego vendrá el de las políticas «progresistas» a pactar y en último término la negociación del Gobierno que las aplicaría. Pedro Sánchez ha reaccionado al ofrecimiento hecho por Pablo Iglesias -ser su vicepresidente en un Ejecutivo de coalición- con un mismo mensaje repetido hasta la saciedad. El líder del PSOE quiere entenderse con el de Podemos, pero no lo intentará antes de que Rajoy presente ante el Congreso de los Diputados su candidatura para ser reelegido. Una vez lo haga y fracase, como ocurrirá con toda probabilidad, será momento de construir la alternativa de izquierdas.

Sánchez ha tratado de eludir el marco diseñado por el partido morado, una vez más habilísimo en su golpe de timón estratégico. No hay respuesta socialista al Gobierno propuesto por Podemos -que aspira a seis carteras además de la vicepresidencia de Iglesias y a incluir a IU en el gabinete-, como tampoco la hay a las líneas programáticas esbozadas -plan de medidas urgente y reforma de la Carta Magna «con espíritu constituyente»- porque no toca hablar de ello.

Tras reunirse con el Rey en Zarzuela, el actual líder de la oposición ha indicado que su mensaje al jefe del Estado ha sido el mismo que ha mantenido desde el día de las elecciones: se ha abierto un tiempo nuevo que requiere «diálogo» y él no eludirá su «responsabilidad». Dirá «no a Mariano Rajoy y no al Partido Popular» y tratará de acordar «con Podemos y con otras formaciones» después de que el candidato conservador sea rechazado por la Cámara. Para lograr ese pacto con el partido morado hará todo lo que esté en su mano porque «los votantes socialistas y los de Podemos no entenderían que no nos entendiéramos», «que Pablo y yo no nos pusiéramos de acuerdo».

Sánchez agradece la mano tendida de Iglesias, pero le afea -aunque sin decirlo expresamente- que primero haya pensado en los puestos a repartir y luego en las políticas a desarrollar. El orden, según él, ha de ser el inverso. «Confío en que si Rajoy fracasa, podamos intentar un Gobierno de progreso en España», ha zanjado.

El líder socialista sólo se ha salido del guion en dos ocasiones. Una para ironizar sobre el Ejecutivo que le ha «montado» esta mañana Podemos, que ha escenificado su apuesta por una coalición con sus seis ministrables compareciendo junto a Iglesias. «Entré en Zarzuela sin un Gobierno y tengo ya todos los ministros nombrados», ha dicho.

Preguntado por la condescendencia del secretario general morado -que indicó que Sánchez debería agradecer la «sonrisa del destino» que supone que Podemos le ofrezca ser presidente-, ha optado por un «No comment«. Sí se ha avenido a entablar esas conversaciones «con luz y taquígrafos», como pide Iglesias, para que se vea que la prioridad del PSOE es «programa, programa, programa».

¿Cómo ha encajado su partido el órdago de Podemos? ¿Es cierto que ha causado estupor en sus filas? «Yo, desde luego, no estoy descolocado».

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