En cierta ocasión, mi amigo del alma José María `Txiki´ Benegas, fantástico ser humano fallecido por mor de una puta enfermedad el 25 de agosto pasado, me dijo una frase que encaja como anillo al dedo con lo que está ocurriendo hoy por estos pagos: “Cuando quien hable en nombre de un Partido que ha perdido sin paliativos las elecciones justifique su negativa a dejar gobernar al que las ha ganado asegurando que lo hace por el interés de España, llévate la mano al bolsillo porque te estará afanando la cartera”. Ha pasado mucho tiempo desde aquello. Demasiado, dada la nostalgia que acumulo de su persona. Pero retengo la sentencia tal cual la dijo porque se me grabó en el cráneo como si esculpida con un cincel.

El martes, 29 de diciembre, su actual sucesor en el cargo de secretario de Organización del PSOE, César Luena, elegido por Pedro Sánchez in person para ser su brazo ejecutor y guardatodo (lo que se conoce en la jerga política como El Broncas de turno), convocó a los medios para rechazar el ofrecimiento hecho por Mariano Rajoy de negociar una alianza puntual entre sociatas, peperos y ciudadinos.

Tal y como se expresó, el gallego parecía dispuesto a poner sobre la mesa casi todo, hasta conceptos ideológicos fundamentales, con tal de levantarse de ella con un acuerdo de gobernabilidad. Evidentemente, y como todos hacen en ese oficio grandioso y canalla de la política, seguro que guardándose algunos ases en la bocamanga.

Pero al parecer nunca llegaremos a conocer los alcances de la puja porque,  siguiendo el ejemplo del inefable Acuerdo de Tinell que Zapatero propició para aislar estúpidamente al PP y a la mitad del país que lo apoyaba, Sánchez dejó claro de inmediato que nada tenía que negociar con el líder galaico ni su partido. Ese postureo, como coquetón punto de partida para lo que fuera, todavía tenía un pase si después venía un uso de la razón. Pero, no; él llegó aún más lejos: demostró que, muy macho siempre -como demuestra ese permanente crujir de mandíbulas que le acompaña- ni siquiera tenía intención de hablar con esa peña que sólo representa a un montón de millones de españoles; desde luego, bastantes más de los que le apoyaron a él. Tales actitudes recias, intelectualmente elevadas e inspiradas en el interés de quien coloca el bien común por encima de todo      –permítanme un poco de cachondeo, porque la ocasión lo valedebieron provocárselas el aluvión de patadas que la mayoría del pueblo español depositó el 20-D en sus magros aunque cotizados glúteos.

De golpe y porrazo, el eco de la voz de ´Txiki´, el desaparecido amigo del alma, resonó cristalino en mi cabeza. Me pareció claro que la oferta de Rajoy, amén de buscar su propia supervivencia y la de su Partido en las alturas del poder- emergía preñada de disposición a negociar casi todo lo negociable, tenía como objetivo visible sacar adelante unos asuntos vitales (reforma pactada de la Constitución, de la Ley Electoral, urgentes desarrollos sociales, impedir los seísmos en marcha que amenazan con descuajeringar la estructura territorial) y otras minucias sin afrontar las cuales España vivirá los próximos tiempos en la cuerda floja y se convertirá en territorio comanche para una inversión extranjera de coste accesible. Que necesitamos tanto como el respirar.

Pero, ¡quiá!, en este país de nuestros pecados el beneficio general es una gilipollez si lo comparamos con los intereses personales de ciertos elementos de la dirigencia de cualquiera de nuestras formaciones políticas (y también no políticas) cuando tienen la certidumbre de que el tranvía pasa delante de su domicilio por última vez. Diría que ahora mismo ocurre sobre todo en el caso de cierto elemento conocido ya como el Bello Sánchez y Poco  Más. Bueno, quizá en lo del poco más me equivoco algo, sobre todo si al adverbio de cantidad le quito el acento y lo dejo convertido en apellido. Llegaremos.

¡SÁNCHEZ SE CREE LEÓNIDAS SÓLO CON 80!

A pesar de que tanto la virreina Susana Díaz como los principales barones de las autonomías bajo gobierno socialista abominan de la posibilidad de enviar al PSOE a una extinción quizá definitiva arrojándolo en brazos de la demagogia latinoché (Paco Umbral dixit, y con frecuencia) de los Iglesias, Errejón, Monedero, Colau, etcétera, se me materializó como un mazazo la predicción de Benegas. El 29 de diciembre escuché una rotunda confirmación, no etérea sino pedestre en todos los sentidos de tal concepto, del súper lúcido vaticinio de mí hermano del alma.

A través de un receptor radiofónico me llegó la voz de Luena refrendando la primera, y áspera hasta sonar grosera, negativa de su jefe, después de entrevistarse con el Presidente en funciones, a “conversar siquiera” de los múltiples problemas que nuestra patria tiene planteados. También en eso me recordó a Umbral en su inmortal entrevista con la Milá: “¡Yo he venido a hablar de mi libro, y punto!”. Luena –del sello “La Voz de su Amo”, y sin posibilidad de sobrevivir si Sánchez acaba expelido al hiperespacio- sonó con el impostado tono campanudo de quien cree estar acuñando una frase para la posteridad: “No, a Mariano Rajoy y al PP. Por el interés de España…”

Culminó su improvisada alocución Sin atreverse a ofrecer otra alternativa que no fuera un casi imposible, utópico y disparatado “Gobierno de progreso” presidido por su gurú, apoyado por Podemos –si olvidaba su anunciada línea roja del referéndum independentista catalán- y consentido (no encuentro otra palabra que exprese igual de bien su integración encubierta en la banda) por ERC y demás carroñeros. Esos que salivan mientras esperan a que España sea declarada oficialmente despojo a disposición para alimento de una purria de cualquieras sin pajolera idea de por dónde circula el tren del progreso y de la lucha, paso a paso, por una prosperidad igualitaria.

Cierto que Iglesias parece andar ahora en dudas sobre lo inamovible del prometido referéndum, al menos para una temporadita por cuantificar. Pero ciertos silencios que las rodean, sobre todo el de la poderosísima Colau, hacen pensar que está haciendo otra vez a Sánchez el truco del almendruco, como en el famoso debate a cuatro de A3. Suena a trampa mortal tendida al empecinado pretendiente.

No puedo evitarlo, pero el suplicante Sánchez me recuerda al humillado Arturo Mas subiendo a su particular Gólgota dejándose las rodillas en el pedrisco del deshonor, mientras se azota por sus viejos pecados, llora o gimotea para despertar lástima e insiste en que sólo él puede cumplir las promesas de un éxtasis independentista. Juro que Sánchez impetrando al astutísimo Iglesias que le ayude me suena igual que el Viriato catalán destrozando primero a su partido ad majorem gloriam suam,  dando luego la vara a ERC y terminando con un reptar de su cuerpo ante esa marginación residual -¡pero con 10 diputados!- que es la CUP.

Al alcanzarme, como antes indiqué, la voz radiada de Luena, se me fue la mano al bolsillo por puro reflejo. Demasiado tarde: la cartera ya había volado. Miré al techo y más allá. Incluso por encima de las plomizas nubes que en aquel instante abovedaban el cielo de Madrid. Entre varias que se apelmazaban hasta fundirse, me pareció distinguir el rostro de `Txiki´ brindándome aquella sonrisa tan suya llena de malicia, pero también con su habitual bondad, en la que leí: “¿Qué te dije siempre…? Lo que pasa es que eras muy pardillo y te empeñabas en no hacerme caso.”

Me quedó entonces claro que aquel PSOE de los González, Guerra, Benegas y otros figuras, de los que no hay ni trazas o caricaturas en estado mayor que hoy lo comanda, jamás de los jamases hubiesen coqueteado con fuerzas disolventes de un país que tanto contribuyeron a construir y sostener durante más de un siglo. Con todos sus defectos, aquellos eran tíos de una pieza, mientras que estos no pasan de virutas.

UNAS PREGUNTITAS DE NADA

Porque, pongámonos serios unos instantes y hagamos unas preguntas a ese joven dispuesto a sacrificarse, junto con algún secuaz, en el altar de la patria, por una cuestión de principios puramente egocéntricos. Aunque eso signifique que la dejarán descornada para un buen periodo, o quién sabe si para los restos. Prometo que serán sencillas, al punto de que hasta podrían entenderlas chavales de parvulario. Pero, si es necesario, las repetiré hasta que confiese, a gritos si hace falta, que las ha pillado.

Ahí van:

  1. ¿Cómo se atreve  un pollo que ha llevado a su partido al peor resultado electoral desde la recuperación de la democracia (¡1977!) a nuestros días a hablar en nombre del interés general del país?
  2. ¿Cómo osa reivindicar su derecho a gobernar con ochenta y pico diputados y a aseverar rotundo que la nación votó para echar a patadas a un Rajoy que sólo ha conseguido 120, como habrán entendido ustedes muchos menos que él…? ¿Qué le hemos hecho los miembros del paisanaje  para que nos insulte con tanta desconsideración?
  3. Cuando afirma que España ha votado mayoritariamente izquierda, ¿a qué izquierda se refiere? ¿Acaso estima que los ciudadanos que han votado a un PSOE que siempre ha sido columna vertebral del esqueleto estructural de España y defensor de la separación de poderes que configura la democracia puede apoyar al mismo tiempo a los que quieren destruir el Estado y manejarlo con unos criterios totalitarios propios de la Falange, el chavismo o el nazifascismo…? ¿O aludirá a los izquierdistas republicanos que exigen librarse del yugo español, y desprecian cuantas veces pueden al campesino andaluz o extremeño…? Pocas veces en mi vida he visto mezclar a churras y merinas con semejante descaro. Discúlpenme la crudeza de la pregunta: ¿el chico Sánchez nos tomará por idiotas o sólo lo parece?
  4. ¿Por casualidad pensará que subsiste un español, uno solo, que se trague que su resistencia numantina a convocar el Congreso del partido en las fechas previstas de febrero no obedece a la loca ilusión que alimenta de claudicar ante Iglesias con tal de que le permita presidir el Gobierno de España, aunque sea una breve temporada? Es explicable. Intenta, como sea,  prorrogar un mandato más su liderazgo del PSOE y no volver a una vida de tertuliano; o, peor aún, anónima.

¡Claro que no tenemos ningún compatriota tan ingenuo! Ocurre que una de los dos almas eternas del socialismo español es nihilista y casi suicida, por lo que quienes la comparten empujan a este inconsciente a atrincherarse en el canibalismo revolucionario que le ofrece Podemos. No llegarán juntos a nada porque el maquiavélico coletas le arrastrará del ronzal hasta donde empieza el desierto (simbolizado por las siguientes elecciones), le dejará ante la nada y llevará a muchos de sus actuales palmeros a integrarse en el rebaño.

Un lobo astuto, peligroso e implacable Pablo Iglesias. Un triunfador a su manera.

Un borrego de Norit, en comparación con él, Pedro Sánchez. En el fondo, un pardillo desesperado que busca que alguien le quiera, le acepte y hasta le adopte, pero que le permitan terminar su chupa-chups. A costa de las humillaciones que sea. Está dispuesto hasta a ofrecer la mandarina si fuese imprescindible.

En el fondo, una versión mesetaria de Arturo Mas. Si le dan tiempo, quizás hasta la mejore.

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