Ciudadanos consigue la Vicepresidencia Primera y la Secretaría Cuarta del Congreso y será decisivo en todas las deliberaciones que aborde el órgano de gobierno de la institución. Renuncia al principio de que encabece la institución un partido distinto al que presida el Gobierno.

Ciudadanos lo ha vuelto a lograr. Pese a que sus resultados electorales no le garantizaban por sí mismos ni uno solo de los nueve puestos de la Mesa del Congreso, se ha hecho con dos -la Vicepresidencia Primera y la Secretaría Cuarta-, previo pacto con el partido mayoritario (PP). De este modo, y gracias a la connivencia de los nacionalistas, el centro derecha suma mayoría absoluta en el órgano de gobierno y Albert Rivera tendrá la última palabra en cada decisión. Sus representantes podrán decantar la balanza de un lado o del otro a conveniencia, puesto que suman mayoría tanto con el PP como con PSOE y Unidos Podemos.

Para conseguirlo, Rivera ha tenido que rectificar uno de los principios que con más energía venía defendiendo desde su irrupción en la Cámara: que su presidente fuera de un partido distinto al del jefe del Ejecutivo. Ciudadanos ha votado a la candidata del PP y también ha anunciado su abstención ante la investidura de Mariano Rajoy, reclamando al PSOE que haga lo mismo y permita un Gobierno en minoría de los populares.

El partido naranja justifica el bandazo aduciendo que Ana Pastor es una figura de consenso, de perfil “institucional” y no partidista, al contrario que otros nombres propuestos por Rajoy y rechazados por Rivera (Cospedal o Fernández Díaz). Además, argumentan que era la única forma de conservar su representación en la Mesa y ponen en valor el hecho de haber conseguido la Vicepresidencia Primera, que otorgará una gran visibilidad en los plenos a su diputado asturiano, Ignacio Prendes. Todo ello después de que fuera imposible reeditar el pacto a tres bandas con PSOE y PP que impulsaron en laanterior legislatura y que de nuevo fue su primera opción.

La Mesa “es el órgano rector y de representación colegiada de la Cámara”, a quien le corresponde “el gobierno interior y la organización del trabajo parlamentario”. Entre sus funciones explícitas, están “la elaboración del presupuesto del Congreso, la dirección y control de su ejecución, la ordenación de gastos y diversas competencias en materia de personal”. Además, “le compete la programación de las líneas generales de actuación de la Cámara, la coordinación de los trabajos de sus distintos órganos, la calificación sobre los escritos y documentos parlamentarios, la decisión sobre su admisibilidad y procedimiento de tramitación y otras funciones previstas en el Reglamento”.

Uno de sus primeros cometidos será el de decidir sobre la constitución de grupos parlamentarios. Los ocho diputados de Convergència no cumplen el requisito de haber alcanzado el 5% de los votos a nivel nacional o el 15% en las provincias donde se presentaron, por lo que necesitan una interpretación laxa del reglamento, al estilo de lo que se hizo en otras ocasiones con Coalición Canaria o UPYD, para poder constituirse por su cuenta.

El portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, ya ha adelantado que su partido será “generoso” y en las filas de PSOE y Unidos Podemos se da por sentado que esa contrapartida estaba pactada y que así se explica el voto de los nacionalistas catalanes sobre la Mesa del Congreso. Según esta tesis, los de Francesc Homs habrían rechazado apoyar a Xavier Domènech o Patxi López porque los populares les prometieron el ‘sí’ a su grupo parlamentario a cambio de facilitar la elección de Ana Pastor. Algo parecido habría ocurrido con el PNV, que también se ha puesto de perfil en la elección y ha obtenido un puesto en la Mesa del Senado, cedido por el PP.

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