La semana pasada hablaba en esta misma columna de la carta que 110 premios Nobel de ciencia (107 originalmente pero luego se añadieron 3 más con lo que debe ser la práctica totalidad de los premios Nóbel vivos) habían firmado a iniciativa de Richard Roberts, premio Nobel de medicina en el año 1993.

En la carta se decía que la iniciativa de la organización ecologista de bloquear el desarrollo de la tecnología de las plantas transgénicas y, en concreto, de la del arroz dorado está provocando que miles de personas sufran de déficit de vitamina A y por consiguiente de ceguera y muerte, por lo que este bloqueo supone un crimen contra la humanidad.

La respuesta de Greenpeace, o de gente afín a ella que ha salido en su defensa ha sido como cuando te dejan noqueado en el primer golpe y empiezas a dar palos de ciego y puñetazos al aire. Para empezar, nadie entra a valorar el fondo de la cuestión ni comenta acciones como los ataques a campos experimentales, las quemas públicas de semillas OGM o publicaciones como “La lista Roja y Verde” de productos transgénicos que sirve para coaccionar a los fabricantes. Las fotos de miembros de Greenpeace con monos blancos, mascarillas y guantes destrozando capos donde se cultivan OGM que alegremente exhibían en su web ahora es como si simplemente nunca hubieran existido. La hemeroteca es muy traicionera y el caché de Google mucho más. Greenpeace acaba de darse cuenta.

Respecto a los argumentos esgrimidos por la propia organización se encuentran que el arroz dorado no funciona (o incluso ¡qué no existe!), que ellos no tienen poder y que no están en contra de la tecnología, sino solo de sus salida al medio ambiente. Parece ser que olvidan que su slogan de campaña era “No quiero transgénicos”, así en general o que gracias a los transgénicos se ha conseguido aumentar el rendimiento agrícola. Hablan de que apoyan tecnologías como la selección genética por marcadores, que viene a ser como decir no queremos aviones pero apoyamos el uso de motocicletas.

También esgrimen el manido argumento de que en el mundo hay alimentos suficientes para todo el mundo. A parte que se basan en cálculos sesgados y tramposos, asumiendo que sea cierto, de que sirve en Etiopía que haya habido un excedente de grano en Canadá si no se puede llevar. Una ventaja de los OGM es precisamente conseguir producciones en lugares difíciles (yo mismo trabajo en tolerancia a sequía) lo que permite evitar este problema.

Oyendo los argumentos estúpidos de Greenpeace uno piensa que si alguien se muere de hambre es porque es tonto (total hay comida para todos dicen ellos). No entiendo por qué no van ellos y les llevan la comida en vez de poner pancartas. Otro argumento tonto, oído estos días, es que para paliar el défict de vitamina A no hace falta arroz dorado sino mangos y naranjas. Parencen olvidar que estamos hablando de la gente más pobre del planeta en ambientes donde se vive con menos de un euro al día. Podéis hacer la prueba y tratar de ir al supermercado con un euro a ver si conseguís una dieta equilibrada y variada. Y volvemos a lo mismo, si es tan fácil, llevad vosotros las naranjas.

Entre las respuestas de los afines a Greenpeace destaca el artículo de opinión publicado en ‘El País’ por Manolis Kogevinas que dice que acusar a Greenpeace de crímenes conra la humanidad es ridículo y peligroso. Lo más curiosos es que el autor afirma ser científico, pero parece no estar muy al día del tema que trata su carta. Habla de la frecuente contaminación de trasngénicos en el medio ambiente y cita un artículo del 2003, para ignorar ese artículo fue cuestionado por la propia revista ‘Nature’ hace tres años indicando que nadie había conseguido repetir estos experimentos y que esta es una de las circunstancias que se tiene en cuenta a la hora de autorizar un cultivo. También habla de que no se han comprobado nunca los beneficios para los pequeños agricultores de los OGM, también parece ignorar los documentados estudios publicados sobre este tema entre otros sitios en la revista PNAS.

Mal vamos si para defender una posición hay que inventarse los argumentos. También llama la atención que una carta aparecida en eldiario.es la firmara el poeta y filósofo Jorge Riechmann. Su hermano es director de uno de los centros más importantes de investigación en Biología Molecular de plantas y un auténtico experto en el tema, pero escribe en defensa de Greenpeace el que se ha especializado en filosofía… muy significativo. Ferreirim, el “experto” en transgénicos de Greenpeace también es filósofo, lo que viene a significar que detrás de los argumentos anti-OGM hay poca ciencia y mucha filosofía.

Y ya por último, no me gustaría dejar de comentar que un argumento recurrente ha sido acusar a los premios Nobel de estar al servicio de empresas como Monsanto o Syngenta. Parece ser que un premio Nobel es una persona que no tiene iniciativa propia, es muy manipulable y se vende por un plato de lentejas ¿no? Y si firma una carta es por dinero… Qué cosas. Lo más curioso es que esta acusación ha salido en medios aparentemente de izquierdas como el mexicano ‘La Jornada’. No deja de ser curioso que medios de izquierdas defiendan a multinacionales como Greenpeace y critiquen a empresas como Syngenta que está desarrollando el uso de transgénicos en Cuba y está a punto de ser comprada por el gobierno comunista Chino. Extraño mundo el de la oposición a los transgénicos.

Imagen | ‘it.ibtimes.com

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