Como resultado de las crisis internacionales se han agudizados problemas mundiales existentes antes de la pandemia y de la guerra de Ucrania. El costo de la vida se ha incrementado de tal manera que muchos no pueden suplir por sí solo los derechos fundamentales del ser humano: vivienda, salud, alimentación… esta última ocasionando el aumento de los niveles del hambre.

Según Marcela Villarreal, directora de la División de Alianzas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la República Dominicana es uno de los países que logró disminuir el índice de hambre, a pesar de haberse elevado a nivel mundial y en Latinoamérica.

De 8.3% en 2018 (periodo precrisis) a 6.7% en 2021 (periodo en crisis), ha sido el nivel de diminución que ha marcado el hambre en el país caribeño. Así lo indicó, también, Rodrigo Castañeda, representante de la FAO en la República Dominicana. Este hecho no se debe a cuestión de suerte, sino al trabajo persistente y dedicado que realizan las autoridades dominicanas en favor de combatir los efectos que significan dificultad para el pueblo dominicano en general. Esto lo corrobora Castañeda al atribuir este éxito a que, “Hay mayor disponibilidad de alimentos para la población, lo que corresponde a una buena gestión del Estado y de los sectores productivos, específicamente de los productores”.

A pesar de los resultados que marca la República Dominicana se debe seguir trabajando para lograr que estas cifras sigan descendiendo. Los retos siguen siendo fuertes, debido al clima de incertidumbre que se vive actualmente a nivel internacional, pero de igual manera existen herramientas que pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que se encuentran en estado de vulnerabilidad ante esta situación.

Como método de seguir mejorando las cifras, la Villarreal manifestó: “Hay que darles apoyo en la preparación de la tierra, apoyo en la siembra, apoyo en maquinaria, apoyo del Banco Agrícola, apoyo para recuperarse del COVID, sobre todo a los agricultores familiares”. Estas son medidas que ha venido implementado el presidente Luis Abinader desde hace un tiempo, en consideración a las preocupaciones que había manifestado la FAO sobre la amenaza de hambruna.

En noviembre del 2021, el gobierno dominicano anunció el programa de arado gratuito de 700.000 tareas, que consistía en ayudar a preparar la tierra a los productores que no podían económicamente realizar este proceso. Esta medida del gobierno de Abinader representó un ahorro de 450 millones de pesos (8.001,422 dólares) a esos agricultores.

En mayo del presente año el presidente Luis Abinader dio a conocer el programa Siembra RD, fundamentado en la producción local de alimentos, plan que tenía como fin garantizar la seguridad alimenticia del país quisqueyano. Como herramienta para conseguir el objetivo anhelado se incluyó en ese momento una contribución inicial de 500 millones de pesos (8.890,469) a tasa de 6% anual mediante el Banco Agrícola para mejorar la ganadería de carne y sostener el subsidio a los fertilizantes por 1.275 millones de pesos (US$22,670,697).

Otro acto ya implementado en el país, que consiste en lo que manifestó Villarreal: la entrega que hizo el gobierno de Abinader, en noviembre del pasado año, de 235 unidades de maquinarias y equipos agrícolas al Ministerio de Agricultura con inversión de 415 millones de pesos (US$7,379,089).

Estas evidencias reflejan que el presidente Luis Abinader no se queda esperando que pase la tempestad para empezar a trabajar, sino que en medio de la turbulencia busca soluciones basadas en su conocimiento y tomando en cuenta las recomendaciones que se puedan convertir en soluciones.

Estas cifras y este trabajo de la Administración Abinader vienen impulsadas por un nuevo estilo de gobernar que está colocando a República Dominicana en una situación de ejemplo mundial de gestión. Ya en el mes de julio, la FAO indicó que los datos del país caribeño sólo podían ser explicados «por el paquete de medidas que el gobierno [de Luis Abinader] desplegó para la contención de las familias ante la pandemia, como la ampliación de cobertura del programa Supérate, aumento de la producción de los alimentos de la canasta básica, apoyo a la siembra directa, tasa cero y otras».  Esto supone «un logro significativo para el país ante la situación actual de crisis alimentaria mundial».

El esfuerzo que está haciendo la administración Abinader es ingente para que la crisis global no tenga un impacto directo en la ciudadanía y que el crecimiento económico sí tenga un efecto en el pueblo. Pero este es el nuevo modelo de gobierno que el presidente dominicano aplica que está basado en la máxima de que el Estado está al servicio de todos y cada uno de los ciudadanos dominicanos. No se puede permitir que los buenos datos macroeconómicos no tengan una traducción en el incremento del bienestar de la ciudadanía. Para eso está un presidente, no para trasladar la banda en actos vacíos de efectividad y plenos de populismo. Ese no es el estilo Abinader. No lo ha sido desde agosto de 2020 ni lo será en el futuro.  

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