Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, incluso antes, la alarma ha sido generalizada en todos los sectores empresariales y ámbitos de la sociedad. Aunque hay algunos que no parecen perder tanto los nervios. Es el caso de Repsol.

La compañía energética, en boca de su consejero delegado, Josu Jon Imaz, ha querido quitar importancia a la incidencia directa que tendrá el nuevo presidente de Estados Unidos sobre la situación energética en aquel país.

Imaz, que ha participado en el ‘V Simposio Empresarial Internacional Funseam’ organizado por la Fundación para la Sostenibilidad Energética y Ambiental -en Barcelona- ha afirmado que, más allá de las decisiones que tome Trump, «no va a haber cambio en las tendencias de fondo del sector«.

Ha subrayado que, en el caso de Estados Unidos, «la industria y la tecnología van a construir el futuro energético» del país.

Como ejemplo de ello ha explicado que en 2008 candidatos a las primarias del partido demócrata como Hillary Clinton o Barack Obama no tenían en su programa el «shale gas» (gas no convencional) y, sin embargo, EEUU ha vivido durante la etapa de Obama un «gran impulso» al gas no convencional que ha permitido al país reducir su nivel de emisiones de dióxido de carbono (CO2), al impulsar la transición del carbón al gas en la generación eléctrica.

Asimismo, ha apoyado el desbloqueo de Trump de la construcción del oleoducto Keystone, ya que sustituirá a miles de camiones que transportan ahora el combustible por carretera con el consiguiente riesgo de accidentes graves, ha indicado el directivo de Repsol, que en 2015 compró la petrolera canadiense Talisman Energy, con negocio también en Estados Unidos.

Y a Europa… críticas de Repsol

Por otra parte, del directivo de Repsol ha sido especialmente crítico con las subvenciones a los vehículos eléctricos, argumentando que solamente hay seis toneladas de CO2 de diferencia con un vehículo diésel si se calcula toda la vida útil, pero reciben entre 1.000 y 1.600 euros de subvención -directas o a través de la factura eléctrica- en Europa por cada tonelada de emisiones de CO2 que reducen.

Ha destacado que la industria de combustibles fósiles también está reduciendo emisiones de CO2, y ha reivindicado que el precio por tonelada de dióxido de carbono que se evita debería ser igual para todos: «Póngase un precio de tonelada de CO2, que sea el que tenga que ser».

«Necesitamos coherencia, dejar que sea el mercado el que juegue y que el desarrollo tecnológico marque el sistema más eficiente», ha remachado, incluyendo la apuesta por la captura, almacenamiento y aprovechamiento del CO2.

Imagen | ‘Flickr Repsol

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