En septiembre de 2013, el Gobierno de Suecia anunció la puesta en marcha de un plan de acogida a los refugiados sirios que ha conllevado la concesión casi automática del permiso de residencia y la agilización de las solicitudes de asilo hasta unos niveles nunca vistos. En Estados Unidos, el porcentaje de solicitudes de asilo aprobadas para los sirios es alto (alrededor de un 80 por ciento en 2013 y 2014), pero los solicitantes deben esperar demasiado tiempo (hasta dos años en muchos casos) para que se resuelvan sus casos debido a la obsolescencia y a las carencias de las instituciones encargadas de estos asuntos.

Suecia fue el país que recibió más solicitudes de asilo en todo el mundo entre 2009 y 2013. Desde que se adoptaron las nuevas medidas en septiembre de 2013, más de 40.000 sirios han llegado a Suecia, 30.000 de ellos el año pasado, a pesar de los problemas a que se enfrenta el país nórdico para conseguirles un trabajo (la tasa de desempleo es del 7,8 por ciento para los nacidos en Suecia, que se duplica en el caso de los residentes no nacidos en el país y se triplica en el de los procedentes de África y Oriente Medio) y para encontrarles una vivienda.

La mayoría de los inmigrantes en general que llegan a Suecia suelen carecer de educación superior y se enfrentan a una doble barrera para encontrar un empleo: el desconocimiento del idioma sueco y la escasez de trabajos de poca cualificación en una economía altamente tecnológica. Esta situación, que ha sido explotada por las organizaciones de la ultraderecha de un país reputado en el conjunto de Europa por su generosidad hacia los solicitantes de asilo, presenta un perfil muy diferente en lo que se refiere a los refugiados sirios.

De entrada, se trata de un colectivo con mucha mayor cualificación que otros grupos de inmigrantes o refugiados. Una cuarta parte de los sirios llegados en 2014 cuentan con educación superior y más de dos tercios presentan un un nivel adecuado para las ofertas de empleo cualificadas.

En 2010, el Gobierno sueco estableció una agencia encargada de la integración de los refugiados, una de cuyas tareas es la puesta en marcha de programas de búsqueda de primer empleo y de cursos financiados por el Estado. “Desde que comenzó la actual situación en Siria, nos hemos encontrado con una constante elevación del nivel educativo en los programas de introducción”, declaró el máximo responsable del Servicio Público de Empleo de Suecia, Johan Nylander, al diario internacional en lengua inglesa The Local.

Aparte, según Nylander, la integración laboral de los refugiados no debería ser un problema excesivo para un país que depende en buena parte de la mano de obra extranjera a causa del envejecimiento de la población sueca.

En todo caso, el mayor problema al que se enfrentan los refugiados sirios que llegan a Suecia es el de la vivienda. Más de 10.000 personas permanecen en centro de acogida incluso varios meses después de obtener el permiso de residencia, que se juntan a las otras miles que se han instalado en casas de familiares y amigos en unas condiciones de vida muy estrechas.

“Nos encontramos con un creciente número de personas a la espera de un lugar en el que vivir”. Esta espera, que dura “largos periodos de tiempo”, afecta al proceso de integración y, sobre todo, “a las perspectivas de encontrar un empleo”, según Nylander.

Ésta es la situación en Suecia. ¿Qué pasa en Estados Unidos?

El diario The Washington Post informó este pasado sábado del caso de Basileus Zeno, un profesor de arqueología sirio que huyó de Damasco en 2012 y lleva cerca de dos años a la espera de que el Departamento de Seguridad Interior (DHS) norteamericano le cite en relación con su solicitud de asilo. El académico decidió huir de su país a causa de las amenazas de muerte que había recibido por sus artículos, en los que había criticado tanto al régimen de Bashar al Assad como a los grupos islamistas enfrentados a éste. Según sus propios testimonios, los distintos grupos armados han asesinado a varios miembros de su familia.

En el año fiscal de 2014, un total de 1.582 sirios solicitaron el derecho de asilo en Estados Unidos. En lo que llevamos de 2015, la cifra es de 633, según los datos oficiales del DHS. El mayor problema a que se enfrentan estas personas es la incapacidad del sistema de asilo norteamericano para afrontar una crisis humanitaria.

“Los tribunales de inmigración en algunos lugares se han vuelto tan obsoletos que ni siquiera pueden afrontar nuevos casos”, advirtió la subdirectora para asuntos legales de la organización Human Rights First, Anwen Hughes, al Post. Entre los sirios huidos de su país ”hay muchas personas seriamente traumatizadas” a las que los retrasos en la tramitación del asilo “prolongan la sensación de inseguridad”, añadió.

En Estados Unidos existen dos procedimientos para conseguir el derecho de asilo: un proceso “afirmativo” mediante el cual se solicita el estatus dentro del primer año desde la llegada al país, y un proceso “defensivo” que se aplica en los casos de riesgo de deportación. Zeno se acogió al proceso “afirmativo”, para el cual se necesita una entrevista con los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS), una agencia dependiente del DHS.

Legalmente, se supone que la entrevista debe celebrarse en los 45 días siguientes a la solicitud. No obstante, los abogados expertos en casos de inmigración han reconocido que no es nada extraño que el solicitante deba esperar hasta dos años para que se produzca la entrevista, como reflejan los numerosos retrasos que se acumulan desde 2013 procedentes de América Central. Más de 36.000 inmigrantes, sobre todo de Guatemala, El Salvador y Honduras, solicitaron asilo ese año en los puestos fronterizos del suroeste de Estados Unidos, el triple que en 2012.

“La situación humanitaria en la frontera sur ha obligado a los USCIS a reubicar recursos para afrontar el flujo de inmigrantes que intentan entrar ilegalmente en Estados Unidos”, declaró un portavoz de la agencia, Daniel Cosgrove. “Esto ha causado un incremento de los atrasos en los casos de asilo”, añadió.

Aparte de todo ello, las solicitudes de asilo por parte de los sirios se encuentran en un limbo legal. Según Zeno, su caso está absolutamente estancado desde julio de 2013, cuando presentó la solicitud. Otro ejemplo es el de Farah Nasif, una antigua periodista siria y cooperante en programas de reeducación financiados por Estados Unidos cuya vivienda en Deir al Zor (este de Siria) fue asaltada por los terroristas del Daesh (Estado Islámico).

Farah Nasif solicitó asilo en Estados Unidos en noviembre de 2014. A la espera de que se resuelva su caso, el DHS le concedió en enero el Estatus de Protección Temporal, que le permite afiliarse a la Seguridad Social. No obstante, dado que carece de pasaporte y de carné de conducir válido, su situación en el país está poco clara. “No soy ilegal, pero me tratan como si lo fuera”, explicó al Post.

La UE y España

Éste es el caso de Suecia. Éste es el caso de Estados Unidos. El caso general de Europa (España en posición muy destacada, por lo malo) es, globalmente, muy decepcionante. Según los datos de Eurostat del pasado 12 de mayo sobre la acogida de refugiados en los países de la UE, “los sirios, cuyo número casi se ha duplicado en comparación con 2013 y cuadruplicado desde 2012, representaron en 2014 el grupo más amplio de beneficiarios del estatus de asilo en cerca de la mitad de los Estados miembros”. 

De los 68.300 sirios acogidos en Europa en ese periodo, el 60 por ciento corresponden a dos países de la UE, Alemania (25.700) y, precisamente, Suecia (16.800). El resto se encuentran a una distancia considerable. Según Amnistía Internacional, mientras países como Líbano, Turquía, Jordania, Irak o Egipto han acogido a casi el 97 por ciento de los cuatro millones de personas refugiadas, la Unión Europea tan solo se ha comprometido a reasentar «a un mísero 0,17 por ciento”. 

España acogió a poco más de 1.100 en el mismo tramo de tiempo. A mediados de mayo, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, pidió que la tasa de paro influyera a la hora de asignarse a cada país la cuota de demandantes de asilo prevista por la Comisión Europea para el conjunto de la UE. 

Según Amnistía Internacional, la respuesta española a la crisis de los refugiados sirios «deja mucho que desear, ya que sólo ha ofrecido 130 plazas para reasentar personas refugiadas procedentes de Siria entre 2013 y 2014”, que se unen a las otras 130 aprobadas por el Consejo de Ministros para 2015. Por su parte, la organización humanitaria Save the Children advirtió, respecto a las palabras de Margallo, de que «hay países de fuera de la Unión Europea que están acogiendo cantidades muy superiores de refugiados con situaciones económicas mucho peores que la nuestra».

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