Las negociaciones entre PSPV y Compromís se rompieron ayer con el dramatismo propio de quien es consciente de que tiene a todo el mundo observándole a sus espaldas. Menos de 24 horas después de anunciar haber acordado las bases de un nuevo gobierno, el PSPV se marchó de la mesa de negociación acusando a los de Mónica Oltra de anteponer su deseo de alcanzar la Presidencia de la Generalitat Valenciana a los resultados electorales del 24M, mientras que Compromís se defendió acusando a los de Ximo Puig de torpedear los acuerdos al querer imponer su deseo de ser Presidente de la Generalitat a lo que dijeron los ciudadanos en las urnas. Habrá quien llame a esto esquizofrenia pero en Valencia lo llamamos simplemente “martes”.

El PSPV dio ayer un golpe sobre la mesa anunciando la ruptura de negociaciones con Compromís afirmando sentirse «insultados» por la coalición nacionalista. La medida pretendía ser una demostración de fuerza de los socialistas, pero al haberla realizado menos de 16 horas después de haber anunciado que ya había acuerdo de base para un programa común de gobierno lo único que han logrado es retratarse como un partido desbordado por las circunstancias y completamente incapaz de imponerse a Compromís, cuyos negociadores no se han movido ni un milímetro en su deseo de alcanzar la Presidencia del gobierno autonómico.

Sea una estrategia de negociación, o una ruptura definitiva, la lección que nos deja ya la Comunitat Valenciana es que los partidos jóvenes no han venido a ser muleta de los grandes sino a ejercer la fuerza mediática de sus líderes por encima del número de votos. Pedro Sánchez ya puede ir tomando notas para cuando le toque negociar con Pablo Iglesias.

Compromís y PSPV se lanzan a una guerra de etiquetas

Con una negociaciones a puerta cerrada, y unos portavoces versados en el arte de nadar y guardar la ropa, las versiones oficiales no son tan interesantes para el análisis como lo que puede leerse en las redes sociales de los implicados. Ante los medios los políticos miden sus palabras, no sea que haya que volver a sentarse a negociar en breve, pero es en las redes sociales donde a los partidos se les nota mejor el inception con el introducen en sus respectivos electorados aquellas ideas que eviten que se decepcionen en un momento tan delicado de la negociación.

El PSPV acusa a Compromís de no pensar en los niños

Para los socialistas el argumentario a transmitir está claro: el PSPV sacó más votos que Compromís y por lo tanto le corresponde a ellos formar gobierno. Desde este hecho objetivo los socialistas crean un discurso en el que sin mentar a Mónica Oltra tratan de hacer que la líder de los nacionalistas aparezca como un ser capaz de anteponer su ambición a unos resultados democráticos. Esto se logra utilizando con los negociadores de Compromís etiquetas como “estrategas”, y asegurando que sus “tacticismos” (sic) para alcanzar el poder propiciarán que localidades como Torrent o Gandía sigan en manos de gobiernos investigados por corrupción.

Para sí mismos los socialistas se atribuyen como etiqueta clave el ser “ganadores” de las elecciones, entre los partidos de izquierda claro, hablan de su «paciencia infinita» para explicar su postura en las negociaciones que ellos mismos rompen—maravillas del arte del circunloquio político—y acusan a Compromís de no pensar en los niños al justificar las prisas por formar gobierno con la necesidad de tener en julio abiertos los comedores escolares para que los menores de familias en exclusión social, o en riesgo de entrar en ella, puedan tener al menos una comida asegurada al día.

Compromís vincula la ruptura al pacto en Andalucía

Más interesantes son los mensajes que se vierten desde el entorno de Compromís. La coalición sostiene que es el PSPV quien tiene como condición única para cualquier pacto el obtener la presidencia de la Generalitat Valenciana, y que ellos están abiertos a cualquier escenario posible. Pero la cuenta personal de Mónica Oltra, tuiteó ayer dos veces un largo análisis de la Fundación Nexe en el que se intenta demostrar que el PSPV ha perdido las elecciones de la izquierda a pesar de ser la formación que ha sacado más votos. Un torpedo a la línea de flotación del principal argumento socialista.

También son significativos los retuits de Oltra a mensajes de sus militantes que vinculan la ruptura de negociaciones en Valencia con el acuerdo Ciudadanos-PSOE alcanzado en Andalucía. Compromís juega a identificar al PSPV con las viejas formas de hacer política. Esto se ve más claramente en el twitter de Iniciativa del Poble Valencià, parte de la Coalición Compromís liderada por Oltra, que ayer retuiteó varios mensajes en los que se identificaba la postura de Ximo Puig con una victoria para la derecha valenciana. La cuenta de Iniciativa vincula a Puig con las etiquetas como “el peor PSPV de la historia”, “mentiroso” y de derechas.

No existe manual político que defina la situación

El escenario que tenemos en Valencia es apasionante para cualquier amante de la política y la sociología porque no se parece a nada que hayamos visto con anterioridad en España. El número de votos depositados en las urnas ha dejado de ser un valor absoluto y es puesto en duda por Compromís. Los resultados ya no se interpretan como una competición matemática, sino como una cuestión emotiva del electorado: si suman más los partidos que parecen nuevos frente al viejo es el viejo quien tiene que ceder el paso a pesar de tener más votos.

El escenario es el peor posible para el PSPV-PSOE. Con Podemos jugando a la resistencia pacífica los socialistas se encuentran en la tesitura de ceder a lo que pida Compromís o apoyarse en Ciudadanos y parecer un partido sin capacidad de liderazgo que negocia con formaciones que están en sus antípodas ideológicas. Lo primero es reconocer lo impensable, que el PSOE ha dejado de ser un partido hegemónico, lo segundo es un camino aún más peligroso porque significará romper relaciones con Compromís en todos los frentes, incluido el ayuntamiento de Valencia donde Rita Barberá está a la espera de que las luchas entre ambos le devuelvan la Alcaldía, lo que sería el golpe más duro para la izquierda valenciana.

Igual que pasaba al Primer Ministro Británico en el primer episodio de Black Mirror, Ximo Puig acaba de despertarse en una situación de estrés para la que no existe un manual político que diga como salir de ella.

La indestructible imagen de Mónica Oltra

Podríamos pensar que Compromís también se dejará su imagen en el conflicto, pero desde la coalición se tienen motivos de sobra para pensar que no será así. No es la primera vez que Oltra es acusada de tener una voracidad desmedida por el cargo. De hecho es la tercera.

Su salida de Esquerra Unida no sólo fue controvertida sino que los medios presenciaron en directo las discusiones que se crearon en el despacho que compartían con EU en las Cortes Valencianas, cuyos episodios más lamentables fueron incluso transmitidos por televisión; las primarias de Compromís estuvieron a punto de romperse  porque había quien pensaba que se estaba cediendo ante Oltra, y ahora está dispuesta a pedir al PSPV que se sacrifique políticamente para poder gobernar ella. Sin embargo su imagen como candidata no se ha visto alterada.

En Valencia se están enfrentando dos modelos distintos de llegar a una población: Puig se es el modelo que propugna la seriedad en la gestión, el político distante que utiliza comunicados públicos para dirigirse a la ciudadanía porque su tiempo está absorbido por la gestión de lo público;  Oltra, por su parte, se envuelve en la imagen de ser una persona que lleva su propio twitter y habla con naturalidad de como hace su colada ,una líder que se ha ganado el respeto en  la misma calle, plantando cara incluso a  la policía por defender lo que cree. Sea quien sea el ganador habrá un antes o después de este momento en la política valenciana.

La cuenta atrás comienza mañana, cuando se constituyan las nuevas cortes y los grupos políticos tengan dos meses para convocar la investidura. El PP espera sonriente el desenlace.

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