La planificación de zonas verdes potenció procesos de gentrificación de las ciudades analizadas.

La gentrificación verde tiene lugar en las ciudades donde se llevan a cabo estrategias verdes municipales y es el proceso por el que la población original de un barrio de clase media baja o baja es desplazada por nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo que llegan a la zona atraídos por la proximidad de nuevos parques y zonas verdes y por la oferta de viviendas más atractivas. En consecuencia, el precio del alquiler y de la venta de las viviendas experimenta un incremento considerable, por lo que los colectivos más vulnerables no pueden pagar estos precios y deben acabar marchando a vivir a otras zonas, menos atractivas y con una calidad de vida más baja. 

A través del Proyecto Greenlulus (Green Locally Unwanted Land Uses), Isabelle Anguelovski y su equipo han demostrado que, «a pesar de los indiscutibles beneficios socioeconómicos, climáticos y sanitarios de los espacios verdes para la población, existen grandes desigualdades en la distribución y el acceso a estos espacios». 

Los resultados, obtenidos a partir del análisis del mercado inmobiliario y las condiciones sociodemográficas de 28 ciudades de 9 países de Europa y Norteamérica y publicados, entre otros, en la revista Nature Communications , revelan que la planificación de zonas verdes potenció procesos de gentrificación de las ciudades analizadas. Asimismo, el estudio demuestra que la gentrificación verde se produce con mayor frecuencia en las ciudades de Norteamérica que en las ciudades europeas, probablemente debido a la ausencia de políticas sociales contundentes contra el desplazamiento de la población, más comunes en Europa, y de menor control del desarrollo inmobiliario. Parte de los resultados también han sido recopilados en un documental coordinado por el equipo y filmado por Alberto Bougleux, The Green Divide. 

Una comparativa con EE.UU.

Otro estudio desarrollado en el marco del proyecto por la investigadora Margarita Triguero-Mas y publicado en Environmental Research Letters afirma que, mientras que en Estados Unidos los parques y huertos urbanos tienden a tener un potencial gentrificador más potente, en Europa las zonas recreativas y los corredores son los principales elementos que favorecen la escalada de precios y la exclusión de los residentes con menores recursos.

«En Estados Unidos o Canadá, se produce una estetización de los huertos, que son mayores, tienen mantenimiento, están organizados y son mercantilizados por los promotores inmobiliarios para subir el precio del entorno», explica Anguelovski. 

«Hemos podido corroborar nuestra hipótesis inicial de que las ciudades más verdes se vuelven más desigualitarias e injustas», comenta a la vez que destaca que se ha demostrado esta fuerte relación entre la renaturalización de los municipios en la década de 1990 a 2000 y la gentrificación que se produjo en la década de 2010.

«Nos encontramos con infraestructuras verdes que pueden ser más disruptivas que terapéuticas para la salud. La investigación muestra también que la gentrificación verde contribuye a la exclusión sociocultural de residentes vulnerables, especialmente inmigrantes y personas racializadas», añade Anguelovski. 

Gentrificación verde

El proyecto, dotado con una subvención de 1,5 millones de euros del Consejo Europeo de Investigación («ERC», por sus siglas en inglés), ha analizado la gentrificación verde de forma amplia y ha establecido tres tipos: la «gentrificación verde principal», cuando la ecologización urbana es el factor causal más determinante de la gentrificación; la «gentrificación integrada», en la que la ecologización es un factor similar a otros cambios urbanísticos, y la «gentrificación subsidiaria», en la que la ecologización es un aspecto relevante, pero menos impactante que otros cambios experimentados en la ciudad. 

Entre las ciudades con procesos de gentrificación principal se encuentran Atlanta, Copenhague, Montreal, Nantes o Vancouver, donde la ecologización tuvo lugar a gran escala y con una marcada retórica verde de los promotores y estamentos municipales. Atlanta acoge al emblemático Beltline, de 53 km, que acabará uniendo 45 barrios y que va acompañado de parques nuevos y rejuvenecidos construidos desde principios de la década de 2000. Nantes, con una serie de ejes verdes a lo largo de sus dos ríos , que bordean parques pequeños y otros más grandes, se ha autodenominado desde principios de la década de 2010 «la ciudad en un jardín» y tiene una marcada política de marketing de ámbito nacional e internacional sobre su trayectoria verde, sobre todo desde que en 2013 recibiera el Green Capital Award. 

Las ciudades identificadas con la gentrificación verde integrada, en las que la «renaturalización» se produjo en el marco de una estrategia de reurbanización ligada al crecimiento económico, son Barcelona, ​​Boston, Denver, Edimburgo, San Francisco o Seattle. Por ejemplo, la gentrificación verde más reciente de Barcelona ha tenido lugar en Sant Martí (parte oriental de la ciudad), una zona postindustrial parcialmente reconvertida en el distrito 22@, orientado a la tecnología, la innovación y la resiliencia climática. Este proceso también afectó en la década de 2010 al regenerado casco antiguo (Ciutat Vella) y se ha intensificado en el distrito de renta alta de Sarrià-Sant Gervasi. 

En Boston, varios proyectos de desarrollo que empezaron a mediados de la década de 2000 son los frentes marítimos autodenominados «climáticamente adaptativos» de East Boston, Seaport District, South Boston y North y South Dorchester. Más recientemente, se enmarcan dentro de 2018 Boston Harbor Plan y su visión para una ciudad resiliente ante la subida del nivel del mar y las inundaciones. 

El tercer grupo de ciudades engloba urbes como Detroit, Philadelphia o Washington DC «La gentrificación está presente, pero la ecologización quizá desempeña un papel más secundario que otras intervenciones, como es, por ejemplo, en el caso de Detroit, el desarrollo residencial, o de Washington, el desarrollo comercial, especialmente en barrios históricamente negros», argumenta Anguelovsky. 

El caso de Valencia

Valencia se encuentra entre las 11 ciudades del estudio que no muestran una relación directa entre ecologización y gentrificación, o bien por carencia de datos, o porque la gentrificación se asocia a iniciativas de sostenibilidad mucho más amplias desarrolladas en toda la ciudad o, en algunos casos, porque la gentrificación es aún más limitada, como en Viena. Es también el caso de Baltimore, Bristol, Cleveland, Portland o Sheffield. 

El caso de Valencia destaca ya que, pese al increíble desarrollo experimentado durante la bonanza económica de 1990 a 2000, la gentrificación en la ciudad está más ligada a programas de regeneración y a la llegada del tren de alta velocidad. Valencia priorizó espacios verdes más pequeños, quizás con menor impacto gentrificador, como son los parques de barrios. 

«Estos resultados no significan que las infraestructuras verdes sean negativas, al contrario, puesto que se ha demostrado que tienen enormes beneficios para la salud física y mental. El problema es la falta de priorización de temas de equidad y justicia en planificación urbana verde»aclara Anguelovski, que recuerda que es necesario que los ayuntamientos sean conscientes y acompañen este proceso con políticas que controlen la especulación inmobiliaria en la zona, promuevan las promociones de vivienda social, limiten las licencias de alquiler de corto plazo y fomenten la creación de redes de apoyo entre vecinos y comercios locales, o la protección de espacios verdes más informales. También destaca la importancia de homogeneizar y extender este tipo de espacios por toda la ciudad, con parques pequeños y calles peatonales. 

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