«Éstas son las primeras palabras en público que pronuncio en mi vida». Esas mismas palabras, con las que un jovencísimo Príncipe de Asturias abría el acto de entrega de los Premios Príncipe de Asturias en 1981, fueron las elegidas -homenajeando con ellas a Su Majestad Felipe VI- por Jesús Llana, uno de los niños ganadores del concurso ¿Qué es un Rey para ti? , para comenzar un discurso lleno de ternura, respeto y sensatez, en nombre de todos los premiados, que conmovió a los asistentes.

Ayer en el Palacio Real de El Pardo, el Rey recibió en Audiencia a los galardonados de cada una de las Comunidades y Ciudades Autónomas, veintiún trabajos premiados de los 19.403 que se presentaron en esta edición.
 
Las Moiras decidieron que en un día tan complicado como el que se estaba viviendo ayer en España, el Rey -que había cancelado todas las Audiencias por el seguimiento que estaba haciendo de la crisis política en la que se encuentra nuestro país- tuviera la deferencia de mantener ésta, dedicada a los niños ganadores de este concurso, consciente -aún en estas circunstancias- de que ellos son los ciudadanos del futuro y de la responsabilidad que tenía para con ellos y sus padres y profesores, toda una comitiva de casi un centenar de personas, que se habían desplazado desde todos los puntos de España (incluida Cataluña). Y no estuvo con ellos por mera cortesía. Como en otras ocasiones, desplegó todo su encanto, les atendió con cariño, les escuchó, les hizo sonreír y les dedicó tanto tiempo que algunos casi pierden sus trenes y aviones de regreso. Ninguno quería irse, pese a los reiterados esfuerzos de la organización del concurso, porque todos se sentían felices de estar allí, y en medio de una situación política incómoda, la ilusión, la esperanza y la convivencia se abrían paso entre las numerosas cámaras de los medios de comunicación que cubrían el acto.
 
Cuando recibió al Patronato de la Fundación Institucional Española que, con el patrocinio de Orange, son los organizadores de esta iniciativa, el monarca no podía ocultar un leve rictus de preocupación. Las personas que le rodean y trabajan con él en Casa Real me confirmaban la inquietud que se respira estos días ante tan delicada situación, que Felipe VI intenta vivir con calma pero muy consciente de su trascendencia y del cisma que se está generando en España y entre los propios catalanes. Conoce muy bien el papel catalizador que tiene la Corona, de su capacidad de aunar voluntades dentro de una Democracia, y por ello en estos días toda la actividad de Casa Real está centrada en salvar con coherencia este complejo escenario y Felipe VI acepta este reto como ya lo hiciese su padre muchos años atrás.
 
 
El Rey junto a los niños galardonados y sus profesores («© Casa de S.M. el Rey» )
 
«Todos los compañeros valoramos la importancia de tener un buen Rey», dijo el pequeño Jesús Llana en su discurso. Esto me hizo recordar aquel cuento titulado El traje nuevo del Emperador. En general las cosas son siempre más simples para quienes tienen la mirada limpia, aquéllos que no están condicionados por espurios intereses  y son capaces de ir más allá de individualidades e incluso de imaginar un mundo impulsado por la cohabitación pacífica de hombres y mujeres que se respetan en la diversidad.
 
Ayer veintiún niños nos dieron una lección de convivencia, creatividad e ilusión. Así lo dijo el Rey, ese hombre al que miraban con emoción no sólo por lo que es, sino por lo que representa para ellos. 
 
Ojalá que todos ellos tengan mucho que decir en el futuro y que estas primeras palabras no sean las últimas.

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