• El PP aspira a revalidar la mayoría absoluta de Feijóo, única que queda ya en España.
  • Sánchez afronta estas elecciones en pésimas circunstancias y podría sufrir una nueva crisis de liderazgo si el batacazo es total.
  • Iglesias pretende conseguir su primera presidencia autonómica y superar así el fiasco de las generales.
  • Rivera parte con las expectativas más bajas y su objetivo es lograr representación en dos nuevas instituciones.
  • El tablero vasco podría mover al PNV a una negociación con los populares clave a nivel nacional.

La sexta campaña electoral de los dos últimos años ya está en marcha. Galicia y País Vasco renovarán sus Parlamentos el 25-S en unos comicios trascendentales para la política nacional. De hecho, esa cita es el único acontecimiento que puede modificar el escenario de bloqueo del Congreso, la persistente interinidad que apunta a nuevas generales en diciembre. Las vascas y gallegas siempre han sido elecciones muy atendidas desde Madrid, pero esta vez se seguirán más que nunca, puesto que los cuatro grandes partidos y sus respectivos líderes se juegan mucho. Se ponen en disputa 150 escaños (75 en cada Cámara) y el vigor de dos de las más firmes hegemonías de España: la del PP en Galicia y la del PNV en el País Vasco.

PP, a revalidar la única mayoría absoluta

Los populares tienen una prueba de fuego en Galicia, la tierra del presidente del partido y del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. Esa comunidad es ya la única de las 17 que escapa de la atomización política. Alberto Núñez Feijóo cuenta con una mayoría absoluta (obtenida en 2009 y revalidada en 2012) que aspira a conservar, algo que está en su mano según las encuestas. El barón gallego, que sonó y suena como posible sustituto de Rajoy, puede convertirse en el único candidato regional que logra la mitad más uno de los escaños desde que Podemos y Ciudadanos irrumpieron en el sistema de partidos. El CIS preelectoral, publicado este jueves, apunta a que lo conseguirá.

Rajoy espera compensar los pobres resultados de Alfonso Alonso con otra barrida de Núñez Feijóo

Esa hazaña consagraría su figura, a la par que daría al PP a nivel nacional un espaldarazo crucial para afrontar el nuevo escenario. Los de Rajoy se sentirían legitimados para seguir reclamando la presidencia del Gobierno frente al fiasco que para la izquierda (PSOE, En Marea, BNG) supondría no ser capaz de sumar 38 diputados (se quedarían en 33-35, según el CIS). Otra posibilidad es que los populares pierdan la mayoría absoluta por la mínima pero mantengan la Xunta pactando con Ciudadanos, que está en el límite de obtener representación. Rajoy viajará dos o tres veces a Galicia en esta campaña para ayudar a un Feijóo que el 26-J llevó al PP a la cota del 41’49%, 4’4 puntos más de lo obtenido el 20-D y 8’5 por encima de la media nacional. El presidente autonómico puede permitirse ceder tres de los 41 diputados que obtuvo hace cuatro años. No más.

En el País Vasco, el PP presenta al exministro Alfonso Alonso con un triple objetivo: no perder apoyos respecto a 2012, alcanzar a los socialistas y ser decisivos para la gobernabilidad. El tablero vasco es tan complejo que todo apunta a que hipotéticas alianzas PNV-PSE o Bildu-Podemos no alcanzarán la mayoría absoluta y quedarán muy igualadas entre sí. Los 8-10 escaños que obtengan los populares (ahora cuentan con diez) podrían ser cruciales para que Íñigo Urkullu conservara la lehendakaritza, baza que Rajoy podría jugar para reclamar contraprestaciones a nivel nacional. Hay que recordar que si los cinco diputados del PNV en el Congreso dan el ‘sí’ al PP el presidente se quedaría a un solo voto de la reelección -siempre que revalide sus pactos con C’s y Coalición Canaria ante una segunda investidura-.

Sánchez, otra cita a vida o muerte

El 25-S supone otro match ball para el líder de los socialistas. Un batacazo en Galicia y País Vasco pondría de nuevo en riesgo la cabeza de Sánchez, que ya se la jugó en las generales de junio y diciembre. Los candidatos Xoaquín Fernández Leiceaga e Idoia Mendia son dos de los barones más cercanos al cuestionado secretario general. Mendia se puso de su lado desde el primer momento frente a los amagos de rebelión de los Díaz, Puig, Page o Lambán, mientras Ferraz avaló a Leiceaga en las primarias que buscaron un candidato tras la dimisión del diez veces imputado José Ramón Gómez Besteiro, también próximo a Sánchez.

Los candidatos de PSdeG y PSE, próximos a Sánchez, podrían sacar los peores resultados de la historia del socialismo gallego y vasco

El aparato ganó esa contienda, pero provocó un cisma al modificar arbitrariamente las listas electorales de Pontevedra y Ourense para hacer hueco a candidatos a fines, enfureciendo a los damnificados. Entre ellos destaca el acalde de Vigo y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Abel Caballero, que se ha desentendido de la campaña –“que no cuenten conmigo”– entre ácidas críticas a la Ejecutiva de Sánchez. La baja de Caballero, que goza en Vigo de una mayoría absoluta propia de otros tiempos (17 de 27 concejales), puede lastrar la tímida recuperación que el PSdeG experimentó el 26-J. El CIS sitúa a En Marea en empate total con los socialistas (19’9%), por lo que estos corren riesgo cierto de quedar relegados, por primera vez en democracia, a la tercera posición en el Parlamento gallego.

Un revés que vendría acompañado del vasco, donde el PSE lleva años en retroceso y podría hundirse por debajo de los nueve escaños de 1980. Ahora cuenta con 16 y en 2009, cuando no concurrió la ilegalizada Batasuna y Patxi López accedió al poder apoyado por el PP, con 25. Los populares están en condiciones de superarles (el CIS los sitúa en empate a ocho diputados), algo que solo ocurrió en 1998 y 2001. Sánchez debe poner toda la carne en el asador para salvar los muebles con el mejor resultado a que aspira: quedar en disposición de liderar una alternativa a Feijóo en Galicia y acercarse a la mayoría absoluta de la mano del PNV en País Vasco.

Iglesias necesita un desquite

Hace ya varias semanas que Podemos marcó en rojo la cita del 25-S. Aspira a encabezar sendas alternativas a los Gobiernos de PP y PNV, pues Galicia y País Vasco son dos de las regiones donde mejor implantación tiene la formación morada. En la primera, están ya a la par de los socialistas. Las tensiones que se desataron al formar la confluencia En Marea parecen aparcadas y el candidato Luis Villares, jurista de profesión, se sitúa al alza en los sondeos. Iglesias y los suyos aspiran a conseguir aquí la primera presidencia autonómica de su corta historia. Para ello, necesitan dos cosas: que PP y C’s no alcancen los 38 escaños y que En Marea supere a los socialistas. Ambas son factibles.

A Podemos le lastrará en Euskadi el mayor peso de la clave identitaria: el 74% tendrá en cuenta “los temas propios» de la región para decidir su voto

Más difícil está la cosa en el País Vasco. La candidatura de Pili Zabala, hermana del miembro de ETA que fue víctima de los GAL en los 80, no ha conseguido el tirón esperado y Podemos comienza la campaña con gran desventaja respecto al PNV y también por debajo de EH Bildu. Tras ser primera fuerza en las generales de diciembre y junio, su objetivo inicial era batirse con Urkullu, pero ahora ya se conformarían con el segundo puesto. Que también está muy caro, dado que los abertzales se benefician del mayor peso que la clave identitaria tiene en citas autonómicas -el 74’2% tendrá en cuenta “los temas propios del País Vasco” para decidir su voto, según el CIS- y además han explotado el victimismo en precampaña con la inhabilitación de Arnaldo Otegi.

Podemos lucha aquí contra las expectativas, ya que en rigor cualquier resultado sería bueno para una formación que hace tres años no existía. Sí está claro que se llevará el botín de vapulear al PSE, algo que sin duda capitalizará a nivel nacional.

Rivera, a por el escaño

A Ciudadanos le toca la papeleta más difícil. Mide sus fuerzas en las regiones donde, junto a Navarra, menos implantación tiene. Ni por Galicia ni por País Vasco sacó en junio un solo diputado al Congreso y ahora su reto es entrar en los Parlamentos regionales, soñando con ser decisivo en el primero. No será fácil para el partido naranja ni siquiera superar las barreras electorales (tiene que llegar al 5% para entrar en la Cámara gallega y al 3% para hacerlo en la vasca). Sus candidatos, Cristina Losada y Nicolás de Miguel, son perfectos desconocidos para el gran público y de nuevo será Rivera quien tire del carro. El líder de C’s ya dedicó el fin de semana pasado a lanzar las candidaturas en Vitoria y A Coruña y se volcará también en campaña.

C’s inicia la campaña con el modesto objetivo de sacar diputados por Álava, A Coruña y Pontevedra

El partido afirma que puede obtener hasta seis diputados gallegos, aunque bien podrían conformarse simplemente con entrar por las provincias más pobladas y urbanas, Pontevedra y A Coruña. Esta última gana un escaño respecto a 2012, que pierde Lugo, y repartirá un tercio del total (25). El resto se reparte así: 22 Pontevedra, 14 Lugo y 14 Ourense. En el País Vasco, la máxima aspiración naranja es ‘heredar’ el acta de Gorka Maneiro (UPYD) por Álava. Los magenta no se presentan a estas elecciones y C’s espera llevarse el grueso del electorado que en 2012 y 2009 votó por Maneiro.

De conseguirlo, Rivera presentaría como un éxito la entrada de su bisoño proyecto en otras dos nuevas instituciones, no digamos ya si condiciona la gobernabilidad de Galicia. Allí se ha colocado ya como aliado natural de un Feijóo que despierta mucha más simpatía en las filas naranjas que su paisano Rajoy. C’s no tendría excesivos problemas en entenderse con él, como tampoco los tiene para ir de la mano de Cristina Cifuentes en Madrid. Ese camino es el que pretende marcar a nivel nacional y para lograrlo será decisivo el resultado del 25-S.

Las repercusiones de esta cita a nivel nacional son, pues, muchas y variadas. Y entre ellas destaca los cambios que pudieran producirse en la estrategia del PNV. Si la suma Bildu-Podemos supera a la de los nacionalistas y el PSE, Urkullu podría buscar en el PP los votos necesarios para mantenerse en el poder. Y estos pedir a cambio el apoyo a Rajoy. No es fácil que se dé tal premisa y el PNV ya se ha apresurado a desligar uno y otro escenario, pero es lo único que parece poder mover el panorama del Congreso y evitar las terceras generales.

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