Génova considera que Sánchez y Rivera pueden repetir la jugada de febrero y articular un pacto que intente meter presión a Rajoy e Iglesias para evitar unas terceras elecciones. La suma de socialistas y naranjas podría ser de nuevo primera fuerza del Congreso, según las encuestas.

El pacto de no agresión entre Pedro Sánchez y Albert Rivera fue una de las imágenes del debate a cuatro. Los líderes de PSOE y Ciudadanos centraron sus ataques en Mariano Rajoy y Pablo Iglesias y mantuvieron entre ellos una actitud de mutuo respeto que se prolongó durante las dos horas y media que permanecieron en los atriles. Solo Rivera se saltó tímidamente ese patrón, al criticar genéricamente la gestión de PP y PSOE en ámbitos como la educación o al desmarcarse de la actitud hiriente que el candidato socialista tuvo hacia Rajoy en el cara a cara de diciembre. “Yo no le voy a llamar indecente”, dijo al presidente en funciones antes de invitarle a hacer “una reflexión”: su retirada facilitaría un Gobierno constitucionalista que evitaría la llegada al poder del “populismo”.

Esa falta de reproches entre Sánchez y Rivera contrastó con lo ocurrido en los debates de diciembre, cuando el líder del PSOE le criticaba por ser “de derechas” y consideraba a Ciudadanos una sucursal del PP. Lo mismo repetía en los mítines. El candidato naranja no se quedaba atrás e intercalaba sus ácidos ataques a Rajoy con duros mensajes contra la gestión del anterior Gobierno socialista o contra la actitud que Ferraz mantiene hacia el independentismo catalán. Todo eso quedó atrás.

Los populares ironizan sobre la sintonía PSOE-Rivera: «Parece que el candidato de Ciudadanos es Sánchez»

El acuerdo que Sánchez y Rivera firmaron con toda la solemnidad que fueron capaces de escenificar a finales de febrero provocó un acercamiento personal y político que parece mantenerse. Así lo considera desde luego el PP, que está convencido de que ambos tratarán de reeditar ese pacto que el Congreso rechazó y que socialistas y naranjas siguen alabando como “lo único constructivo” que se hizo tras el 20-D. “Es que sigue vigente”, explicaba una fuente del equipo de campaña de Rajoy al ser preguntado por la cuestión. “Lo defienden y mantienen el convencimiento de que el resto debemos sumarnos a él, aunque en campaña lo hayan aparcado por electoralismo”.

Este martes puso voz y rostro a tal convencimiento el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, en términos muy similares. “Ciudadanos no atacó al PSOE en ningún momento porque sigue vigente ese pacto que tuvieron en la investidura fallida del mes de febrero”, aseguró en entrevista en Telecinco. Por ello, concluyó Casado, “está claro que si lo que se quiere en España es que no gobierne Podemos el único voto útil es al Partido Popular”. Lo mismo vino a decir Jorge Fernández Díaz, número uno del PP por Barcelona: “Parece que el candidato de Ciudadanos es Sánchez, no Rivera”. Los populares creen que solo la dimisión de Sánchez el mismo día de las elecciones puede alterar esa alianza.

C’s sigue vetando a Rajoy: «La única manera de que este país se ponga las pilas es con un nuevo presidente»

Asociar a C’s con el PSOE y presentar como cierta la posibilidad de que Rivera pueda acabar entendiéndose también con Iglesias es una de las ideas fuerza del discurso de Génova. Rajoy no pierde oportunidad de recordar la reunión que los tres partidos celebraron para explorar un pacto -los emergentes mostraron ahí un antagonismo rotundo que no ha hecho sino ir in crescendo– y critica con frecuencia lo que considera una actitud entreguista del partido naranja hacia Sánchez. En el propio debate dedicó una intervención a este punto.

Tras aseverar el del PSOE que su partido no apoyará a Rajoy y lamentar que “los extremos bloquearon ese Gobierno progresista” que él planteaba, el líder del PP le respondió con una de sus frases más efectistas de la noche: “A usted solo le gustan los que le votan, por eso le gusta el señor Rivera, pero yo no me presento a las elecciones para hacerle a usted presidente porque sería un pésimo presidente”.

Eso llegó apenas unos minutos después del áspero enfrentamiento que tuvo con el de Ciudadanos a cuenta de la corrupción. Rivera se reafirmó el martes en todo lo dicho y volvió a vetar al presidente con unas palabras que guardan coherencia con la determinación de Génova de que volverá a entenderse con Sánchez aunque no tengan ninguna posibilidad de gobernar por sí solos: “La única manera de que este país tenga un cambio a mejor, se ponga las pilas y se renueve es con un nuevo Gobierno, con un nuevo presidente y con una nueva etapa política”.

La segunda reedición

¿Qué sentido puede tener esa estrategia de reeditar un pacto que, según todas las encuestas, gozaría ahora del aval de menos diputados que en marzo? El mismo que tuvo reeditarlo al día siguiente del portazo del Congreso: convertir a la suma PSOE-C’s en la primera fuerza parlamentaria y anular las posibilidades del resto de candidatos de ser propuestos por el Rey. Tendrían que negociar con ese bloque algún entendimiento para evitar otras elecciones. Sería una salida para Ferraz a la encrucijada de hacer presidente a Iglesias o a Rajoy, aunque está por ver si Sánchez toma finalmente esa vía que ya se demostró muerta y si el partido le permite seguir al frente quedando tercero. Otra posibilidad es que aritméticamente sume menos apoyos que el PP. Según el CIS, estarían en el límite de lograrlo: 116-119 escaños la suma de socialistas y naranjas y 118-121 los populares.

Socialistas y naranjas sumarán 116-119 escaños y el PP 118-121, según el CIS preelectoral

Lo único cierto es que el PSOE sigue rechazando la gran coalición y no parece muy dispuesto a un pacto de Gobierno con Unidos Podemos. Así quedó claro en el debate, donde rechazó los ofrecimientos de Iglesias -“primero suelte la mano de Rajoy”- y descartó apoyar la reelección del actual presidente del Gobierno. El escenario que asoma, salvo bandazo imprevisible de algún protagonista, es el de un bloqueo similar al surgido tras el 20-D.

El líder socialista dedicó la mañana del martes a pedir el voto por el centro de Madrid, acudir a la embajada de Estados Unidos para firmar en el libro de condolencias por la masacre de Orlando y entrevistarse con los líderes de UGT y Comisiones Obreras. Sánchez rechazó en un primer momento comentar el debate, declinando las ofertas de los periodistas con un lacónico “estoy muy bien” y centrándose en la interacción con los vecinos. Tras la reunión con sindicatos, pidió más eventos como el de la Academia de la Televisión -“creo que tendría que haber muchos más debates y echo de menos que no haya un debate entre el señor Rajoy y yo mismo” y se dijo satisfecho con cómo había ido.

Ya de camino a Oviedo, donde dio un mitin vespertino, Sánchez mantuvo una conversación informal con los periodistas y en ella se mostró seguro de poder sacar una ventaja importante a Iglesias el 26-J -“el miedo al sorpasso está activando la reserva emocional del PSOE”- y rechazó una campaña de choque frontal con Podemos. Y lo explicó con la metáfora de quien compra un coche roto: “No le puedes decir que se ha equivocado o le han engañado. Le tienes que dar opciones más atractivas”.

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