Sí, los unicornios también pueden morir. A pesar de sus propiedades mágicas, no están libres de los contratiempos del mercado. Y si no que se lo digan a Powa.

Tal y como recoge BBC, Powa ha colapsado. Se trata de una de las startups tecnológicas de Reino Unido más brillantes que incluso llegó a ser alabada por el primer ministro David Cameron. Sin embargo, desde febrero la empresa ha pasado a ser administrada externamente por Deloitte. El unicornio era más bien un asno.

Los unicornios son aquellas empresas valoradas en más de 1.000 millones de dólares antes de que entren en el mercado de valores. Powa, fundada por Dan Wagner en 2007, era uno de los pocos unicornios británicos. En 2015, Wagner afirmó que su negocio tenía un valor de casi 2.400 millones de euros y que había alcanzado un acuerdo con China que tendría un “potencial ilimitado”.

La caída de Powa no solo ha sembrado dudas en torno al sector de la tecnología financiera de Londres, sino que también ha puesto todas las miradas sobre los unicornios. El fracaso de la empresa de comercio por internet cuestiona la práctica de dar valoraciones astronómicas a negocios que aún no han salido al mercado de valores y que por lo tanto no han demostrado su valor.

¿Qué pasó?

Según BBC, fuentes cercanas a la empresa manifestaron el descontrol general que reinaba en Powa. Describieron a la startup como un caso de manual sobre cómo no gestionar una empresa: una gestión sin rumbo, estrategia no definida, actitudes imprudentes con el capital y afirmaciones exageradas sobre su capacidad tecnológica.

En este sentido, Powa afirmó que 1.200 firmas se habían inscrito para utilizar PowaTag, una tecnología desarrollada por la compañía que permitiría a los usuarios comprar en cualquier momento y lugar en tres segundos simplemente a través del escaneo de un producto o anuncio con el smartphone.

En diferentes ocasiones Wagner afirmó que su empresa sería algún día más grande que Facebook o Google. Además, el unicornio británico presumía de que marcas que lideran el mercado como L’ Oreal y Carrefour iban a utilizar PowaTag. El autobombo de Powa atrajo a múltiples inversores como Wellington Management, con sede en Boston, que invirtieron más de 175 millones de euros en la empresa.

Sin embargo, tras el hundimiento de Powa, ha salido a la luz que ninguna de las empresas había firmado contratos, se trataba solo de cartas de intenciones que no suponían compromiso alguno. Para echarle más leña al fuego, un alto cargo de Powa le confirmó a BBC que la calidad de estos acuerdos no era importante, pues los realizaban jóvenes profesionales de ventas sin experiencia que recibían bonos de casi 2.500 euros por acuerdo firmado.

Powa en China

Antes de Navidad, Powa informó a la BBC de un acuerdo logrado en China según el cual PowaTag accedería a los 1.300 millones de clientes de UnionPay en China. UnionPay es la principal fuerza en pagos del país oriental, por lo que el acuerdo abriría una supuesta nueva era del comercio móvil. Wagner afirmó haber superado a Apple Pay y al resto del mundo en China.

Estas declaraciones de Wagner levantaron ampollas entre su equipo negociador, que le habían pedido que no hablara demasiado sobre el acuerdo. Y a los chinos tampoco les gustó: los abogados de China UnionPay le enviaron una carta a Powa pidiendo que cerrara la boca y advirtiendo que la empresa británica aún no tenía un acuerdo con ellos.

Poco después, Apple hizo pública su entrada en el mercado de pagos de China, por lo que la supuesta hegemonía de Powa quedó en entredicho. Parece ser que la falta de fondos y la necesidad de conseguir inversores para reflotar la balanza de pagos de la empresa era lo que estaba llevando a Wagner a hablar tanto sobre su trato chino.

Escándalos y excesos

De los gastos de Powa, gran parte iban destinados a sus dos plantas de oficinas en la prestigiosa Heron Tower, en el corazón del distrito financiero de Londres. Siguiendo esta línea, la empresa también contaba con oficinas lujosas en toda Europa, Hong Kong y Nueva York.

Los exempleados de Powa también hablan de fiestas y cenas e incluso de la presencia de strippers en una fiesta de Navidad. Además, los directivos más altos cobraban sueldos de seis cifras.

Pero los sueldos se acabaron con el año nuevo. A partir de enero, los empleados dejaron de cobrar. Mientras tanto, Dan Wagner no parecía estar demasiado preocupado. El 12 de enero, toda la plantilla recibió un correo del directivo cuyo asunto rezaba “larga vida al legado de David Bowie”. Cuando abrieron el correo, descubrieron una foto de Wagner disfrazado de Ziggy Stardust y con la frase “yo no hago homenajes a medias”.

Wagner disfrazado de Ziggy Stardust
Wagner disfrazado de Ziggy Stardust – Foto: BBC

Ya en febrero, Wellington Management puso fin al caos. La empresa estadounidense le pidió a la consultora Deloitte que se encargara de la administración de Powa. Desde entonces, Deloitte ha conseguido vender partes del negocio, pero no ha logrado que la mayor parte de la plantilla haya perdido sus empleos.

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