Miguel Perlado

Tras la polémica y preocupación suscitadas por el macrocomplejo religioso que los Heraldos del Evangelio pretenden levantar en el municipio madrileño de Sevilla la Nueva, SABEMOS conversa con uno de los expertos que ha tratado a ex miembros de la organización.

Con más de veinte años ayudando a familiares y ex miembros de grupos sectarios, Miguel Perlado interviene regularmente como perito especialista en sectas en los juzgados. Además de colaborar como supervisor en el Instituto de Psicología Forense de Barcelona, forma parte del Comité Científico de la Federación Europea de Centros de Información sobre Sectas. Ha publicado Estudios clínicos sobre sectas (AIIAP) y su más reciente ¡Captados! (Ariel).

¿Quiénes son los Heraldos del Evangelio?

Hablamos de una congregación que ya viene de antaño como escisión de un grupo que, en su momento, ya tuvo sus sacudidas y controversias como Tradición Familia y Propiedad (TFP) por esa exigencia, esa devoción y esa visión ultracatólica. Calca muchos de los esquemas de la TFP y, por la experiencia que yo tengo de trabajo con ex miembros de esta congregación, se dan niveles de abuso espiritual variables, de grados de control de su intimidad y sus vidas que son excesivos más allá de la entrega que suele requerirse en una congregación religiosa al uso, que siempre exige niveles de entrega y de renuncia. Pues aquí, se sobrepasan ciertos límites en el sentido de que se entrometen, en exceso, en la vida íntima de sus miembros. Hay una rigidez en cuanto a sus normas de funcionamiento y en cuanto a las exigencias de adherencia, una ruptura con los entornos previos de relación que generan distorsiones en la comunicación. Y todo este enclaustramiento dentro de una organización que, pese a que busca ampararse dentro de la estructura de la Iglesia Católica, ya ha tenido su propia inspección de parte del Vaticano, donde tomaron una serie de medidas que la propia organización ha desoído o ha seguido transitando, como si aquello no hubiera sucedido. Y eso tiene sus repercusiones, innegablemente, sobre los que están dentro, pero sobre todo en los que salieron, que no se sienten ni escuchados suficientemente en la experiencia de abusos que han podido vivir, y luego también sobre los menores que puedan estar en colegios adscritos a la organización y que, visto lo visto, con las experiencias recogidas de los que estuvieron dentro, no dejan de ser situaciones de amplia vulnerabilidad para estos jóvenes que están en estos contextos.

Hay una elección de vocaciones muy aleatoria, donde finalmente por rasgos físicos o cuestiones más o menos anodinas se señala que tal persona o jóven tiene una vocación

Cuando uno se entrega por completo y con el corazón abierto a una organización, en la que después descubre contradicciones o situaciones que pueden resultar excesivas, pues ahí se produce este choque. También, si la propia organización sostiene una narrativa por la que deben prepararse todos sus miembros para una situación futura que tendrán que hacer frente como una organización espiritual, porque serán los únicos capaces de llevar esa lucha espiritual encarnizada, pues ahí empiezan a subirse los grados de temperatura, en una adhesión que puede devenir en abusiva por el control excesivo, por una reglamentación que resulta también excesiva hasta los mínimos detalles de la cotidianidad de esas personas, por una elección de vocaciones muy aleatoria, donde finalmente por rasgos físicos o cuestiones más o menos anodinas se señala que tal persona o joven tiene una vocación o porque hay una atracción en franjas de edad que son de no madurez suficiente. Estamos hablando de niños, ya no sólo de adolescentes o preadolescentes, sino de niños que ya son inculcados desde muy pequeñitos a que ese es el camino a seguir y esa es la vía «porque veo vocación en ti». Entonces, cuando el adherente, después de muchos años de circulación se da cuenta de estas cuestiones, eso choca con toda la estructura doctrinal, con todo el compromiso que se le exigía. Y si además ven -como salieron a la luz- videos en relación a los exorcismos que se llevaban a cabo dentro de los Heraldos, pues es otro nivel de impacto, de abuso espiritual, en el sentido de que el exorcismo, pese a ser una práctica reconocida por la Iglesia Católica y formar a los sacerdotes en la misma regularmente en sus institutos de Roma, en estos contextos se emplea como una herramienta de control, de poder de la persona que ejerce el exorcismo o como adoctrinamiento conforme a «tu tienes algo malo dentro que yo debo expulsar». Esto generó también sus sacudidas entre los miembros que estaban adheridos.

Después se han dado otras situaciones sobre los menores, sobre todo a raíz de estos exorcismos, donde se ve no sólo abofetear, si no proferir expresiones que resultan fuertes dentro de un contexto espiritual, que esto es lo que hay que calibrar bien. Estamos hablando de un entorno donde se debe cuidar la espiritualidad y donde hay ciertos niveles de transgresión que apuntan a abuso espiritual, que es algo muy escurridizo.

En Brasil están teniendo problemas por una demanda judicial bastante importante que arrastran desde hace algunos años y que les está generando no pocos problemas

¿Qué presencia tiene esta organización en nuestro país?

En España ha tenido una presencia discreta y con la TFP, posiblemente más notoria. Cuando se escindió la TFP y se abrieron esas dos ramas, una que continuó sosteniendo la TFP y la otra los Heraldos del Evangelio, enemistadas además entre sí -cada una de ellas sostiene la pureza del legado de su fundador- hay una cierta desbandada y deslocalización geográfica. Van hacia Latinoamérica, EE.UU, Canadá, se mueven hacia otros lugares. Entonces aquí la presencia fue más bien discreta hasta que, recientemente, a raíz de toda esta megaconstrucción que plantean en Sevilla la Nueva vuelve a reflotar la presencia de los Heraldos.

La perspectiva parece ser que, a través de este megacomplejo, busquen de alguna manera, ahora sí, afianzar su presencia y hacerla cada vez más notoria. Y, posiblemente, habría que preguntarse si también es una estrategia para que aquellos niños que pueden estar en otros contextos escolares vinculados a los Heraldos, desubicarlos geográficamente y enviarlos hacia aquí, dado que en Brasil están teniendo problemas por una demanda judicial bastante importante que arrastran desde hace algunos años y que les está generando no pocos problemas. Entonces, desde un plano más táctico estratégico, posiblemente obedezca también no sólo a poner una pica en Flandes para su presencia, sino también armar toda una red de colegios que permitan el tránsito de esos niños que pueden estar en esas situaciones.

Se ha hablado de la alienación parental ejercida en estos colegios…

Esto es algo que, al menos con los que yo he podido trabajar, sean madres, padres o niños, que pueden haber pasado por ahí, se produce en gran parte de la ocasiones como un efecto derivado de la exigencia de un compromiso tan elevado. Pero también como un efecto primario, en el sentido de que fuera, digamos, está lo impuro y entonces la pureza está dentro de la organización. De esta manera, se genera una escisión que cada vez va abriendo una brecha mayor. Además, los familiares pueden convencerte de que esto no es lo adecuado. Claro que el primer movimiento de la organización es seducir a los papás, o al menos eso es lo que yo he podido observar, como «queremos ofrecerle una buena educación a tu hijo, a tu hija, tendrás más oportunidades, etc». Entonces, confían plenamente y entregan a sus hijos. Otra cosa es que después se tense de tal manera que acaben definiendo a los progenitores como una influencia maligna, como algo «que no te va ayudar» y como algo de lo que es mejor apartarse, estar un tiempo en soledad y con la congregación, porque todo lo demás son o distracciones, pérdidas de tiempo o potenciar el daño de perder esa pureza. Hay toda una gradación, como todos los comportamientos, que va de menos a más control y, por lo tanto, abuso.

Respecto al fundador hay indicadores de que había ciertos excesos. Incluso, parece ser, que hubo unas niñas con las que pudo haber comportamientos inadecuados, como besos en los labios

¿Hay algo de patológico en todo esto?

Desde el punto de vista de la organización, la parafernalia, las vestimentas, etc…per se no definenen la dinámica de abuso espiritual o sectarización. No. Ni tan siquiera las ideas más o menos chocantes. Lo que definen esas dinámicas son los grados de control. Otro caso es sobre los individuos, donde hablamos de daño. Estas dinámicas pueden desencadenar patologías.

Respecto a quien infringe los daños, hay desviaciones ya no sólo doctrinales, sino también comportamentales. Por ejemplo, respecto al miembro fundador hay indicadores de que había ciertos excesos. Incluso, parece ser, que hubo unas niñas con las que pudo haber comportamientos inadecuados, como besos en los labios, etc…a modo de juego, pero que ahí se traspasan unas líneas que no deberían ser traspasadas en un contexto espiritual. Es esa fina línea donde se van traspasando algunas cuestiones que deberían mantenerse, desde un punto de vista de la integridad y la ética, y que innegablemente hacen pensar en ciertas patologías que habría que mirar finamente, claro.

Los vecinos de Sevilla la Nueva han mostrado su preocupación por los hechos que pusieron en entredicho la actividad de los Heraldos del Evangelio a la vista del Papa Francisco…

Es importante que la sociedad civil se movilice. Es una de las vías que tenemos para visibilizar una situación que pasa inadvertida. Entonces, creo que es valiente por parte de los vecinos quejarse. Estamos en un contexto social donde nos hemos acomodado a tantas cosas y otras las pasamos de largo. No se trata de satanizar, ni poner en la picota a nadie, sino de alertar sobre los riesgos inherentes a una situación que los comporta. Creo que es adecuado que puedan dar sus argumentos al respecto.

Esto no es una secta, pero podríamos hablar de una deriva sectaria, porque se cumple una serie de parámetros, tanto funcional como estructuralmente

¿Hablamos de una secta?

Cuando hablamos de sectas, al ser un término tan potente, digamos, las personas se hacen una idea muy determinada en su cabeza que es: sexo, drogas, locura, descontrol. No, no. Esto no es una secta, pero podríamos hablar de una deriva sectaria, porque se cumplen una serie de parámetros, tanto funcional como estructuralmente. Desde el culto al fundador hasta el aislamiento de sus miembros, la incomunicación con sus familiares, pasando por el control de sus pensamientos y su intimidad o una reglamentación tan excesiva de la cotidianidad.

¿Cómo se sale de esta espiral?

Las personas salen de diversas maneras. Muchas de ellas, después de años de vinculación, confundidas o rotas, desengañadas. Después de muchos años de compromiso hay algún elemento que fricciona o hace un click, como muchas veces refieren los propios ex miembros. Y a veces son necesarios varios clicks que se van uniendo a lo largo del tiempo. En muchas ocasiones la salida no es inmediata, sino a tentativas. «Bueno, no sé, veo esto. Quiero salir, pero luego vuelvo otra vez. Me vuelven a convencer». Entonces es un proceso que se fragua en el tiempo, que requiere valentía, porque es abandonar también un contexto ya no sólo espiritual, sino de relación, donde tú has dedicado 10, 15, 20 años, y claro, a la salida, ¿dónde voy?. Si además ya no sólo hablamos de que no me van a dar un sostén económico, porque no hay Seguridad Social, no hay nada. Entonces voy a estar ahí perdido y espiritualmente desconectado. Y entonces pierdo esa pureza que me habían asegurado, que era el único lugar donde podría estar conectado a, y además pierdo un contexto de relación que me deja en el ostracismo y el propio grupo señala a aquellos que abandonen como «no pudieron», «no entendieron», «se desviaron» o directamente «fueron influidos por Satanás». Esto deja en una situación muy difícil. Entonces, el proceso de salida es lento y suele coincidir de forma espontánea de esta manera. Otras formas de salir de estas agrupaciones, a veces es por una ruptura, una crisis nerviosa que puede promover una salida, ¿no?. La persona está hospitalizada por esa crisis nerviosa, eso le da un tiempo para no estar en contacto con el grupo, puede activar el pensamiento y plantearse dónde estoy, qué me está pasando. Y a veces también por intervención profesional. Yo, desde hace 23 años, me dedico, entre otras tareas, a ayudar a familias y miembros para acercar a la persona que está activamente vinculada y abrir un diálogo que le permita reevaluar su vinculación. No tanto abandonar inmediatamente, sino disponer de otros elementos que le permitan contrastar, pensar…en cualquier caso flexibilizar más la mente, volverse más poroso en otros puntos de vista.

La pandemia ha impactado y se observa, por ejemplo, movimientos antivacunas que se juntaron con movimientos de terapias alternativas. Y movimientos conspiracionistas que se acercaron o hicieron sinergia con movimientos de ultraizquierda y sobre todo de ultraderecha

En la actualidad, ¿cuántos grupos pueden estar actuando en España?

Estamos hablando de un fenómeno oculto y marginal. ¿Qué significa esto? Oculto en el sentido de que los grupos ocultan sus cifras, no muestran sus prácticas abiertamente, ¿no?. Y marginal, porque afectan a un segmento de la población limitado. No estamos hablando de la anorexia, de la bulimia, de trastornos alimentarios que son un azote, pero estamos hablando de un fenómeno que las estimaciones que tenemos son de, aproximadamente, un 1% de la población total afectada. Son cifras que se obtienen por estimaciones indirectas de estudios también indirectos ad hoc , pero no hay una cifra fidedigna que nos permita decir: pues mire, son tantas personas. Estaríamos hablando de una cifra que se acercaría a indicadores de incidencia que se asemejan en distintos puntos de Europa, dónde sólo tenemos estimaciones, y estaríamos hablando de unos 150 grupos bien establecidos en todo el conjunto de la geografía española.

Lo que sí que tenemos, cada vez más, y que estoy atendiendo bastante en consulta, son las relaciones sectarias. Es decir, relaciones donde quizás no haya un grupo, pero que es entre dos personas. Entonces, una de ellas va tomando control sobre la otra bajo un pretexto de tener un don, un talento o una capacidad superiores y que establece una relación que se asemeja mucho al maltrato entre dos, pero que tiene esa particularidad: «soy un enviado», «tengo unos conocimientos, una técnica, una terapia», llámese lo que sea, y te meto en una burbuja de relación que te aisla, te incomunica, te readoctrina, y entonces observamos los mismos ingredientes que en un conjunto o grupo secta. Entonces, aquí hay una línea de continuidad entre estas relaciones sectarias y las sectas como grupo.

La pandemia, en cierta medida, nos ha hecho más vulnerables. ¿Cómo ha influido en este terreno?

La pandemia, indudablemente, ha impactado también de una manera significativa y cristalizando en un fenómeno que habrá que ver cómo es ahora la resultante, porque se están observando combinatorias bien particulares. Me refiero, por ejemplo, a movimientos antivacunas que se juntaron con movimientos de terapias alternativas y movimientos conspiracionistas e incluso se acercaron o hicieron sinergia con algunos movimientos de ultraizquierda y, sobre todo, de ultraderecha.

Se ha dado un segundo fenómeno que ha emergido quizás con más claridad y son las sectas digitales

Un segundo escenario de análisis y observación que habrá que ir viendo como funciona es todo el ensimismamiento y enclaustramiento que ha producido sobre los grupos y sus actividades. Muchos de ellos han tenido que adaptarse a marchas forzadas a lo digital. Otros muchos han podido perder miembros por el camino. Y otros han podido desequilibrarse todavía más, metidos en su habitación con el adoctrinamiento a distancia y sin poder tener contacto con el grupo. Y hay multitud de situaciones que se han producido. Pero es cierto que también se ha dado un segundo fenómeno que ha emergido quizás con más claridad y que describí también hace un par de años en mi libro «¡Captados!, como son las sectas digitales. Grupos que aparecen on line y que, en mi experiencia, siempre acaban derivando en un contacto off line, pero que gran parte de la tarea previa se ejercita a través de chats, encuentros en plataformas, horas y horas de estar encerrado en tu habitación escuchando, meditando, haciendo relajaciones, todas las actividades que te van sosteniendo en el contacto y con grados de transformación que, sorpresivamente, es lo mismo que hemos observado en contacto directo con grupos secta. Pasa un poco, salvando la distancia, como con esos lobos solitarios que se describen cuando se habla de terroristas. En esos casos, se se contemplo la figura del autoadoctrinamiento. Pues el fenómeno es similar. Personas que quedan ahí enclaustradas, atrapadas por sectas digitales.

El otro escenario que se ha abierto fruto del confinamiento es la reconexión con lo verde, con las aldeas, los pueblos, tenemos que llevar estilos de vida diferentes, hay que salir de las ciudades, el 5G…todo ese follón que ya conocerás, y que ahí se ha mezclado con las sectas y ha llevado a que algunas estimulen más esos proyectos verdes.

No hay una política al respecto porque se sigue banalizando el fenómeno

Y luego, una última variable que también ha incidido sobre lo laboral y son los cambios de trabajos y el tipo de propuestas que ahora emergen relacionadas con inversiones, ganar dinero desde tu casa…y ahí también hay resortes que se asemejan en algunos casos a los que observamos en las sectas. Por tanto, hay una multiplicidad de escenarios que se han generado y la pandemia ha impactado, desde luego.

¿Qué políticas se están llevando a cabo para frenar esta deriva?

No hay ninguna política que yo conozca. Desde antaño se han ido promoviendo propuestas, comisiones, estudios, seguimientos. Lamentablemente, no hay una iniciativa seria y trasversal que tuviera en cuenta distintos lugares, distintos departamentos para ver cual es la afectación exacta de estos grupos y su impacto. Entonces no hay una política al respecto de esto porque, en mayor medida, es una de las variables, aunque puede haber otras, se sigue banalizando el fenómeno, se minimiza y después, como se asimila mucho al fenómeno religioso, hombre, aquí no nos vamos a meter porque esto es la libertad de creencias. No, no estamos hablando de creencias aquí. Cada uno es libre de creer y juntarse con quien quiera, no hay ninguna duda. El punto es si aprovechando la vulnerabilidad del individuo, sea por una situación vital, contextual o asociada a la edad, como la adolescencia, por el motivo que fuere, finalmente se establece un estilo de relación que deviene abusiva.

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