Los pesimistas dicen que el proyecto ya se ha acabado, los optimistas aseguran, aunque en voz muy baja, que aún puede arreglarse o buscarse otra fecha. Sea como sea los valencianos se han despertado esta mañana con la noticia de que anoche Podemos retiró su apoyo al proyecto de resucitar Canal 9 el próximo 9 de octubre. El desplante es un duro golpe para la imagen del Consell pero tampoco debería ser una sorpresa, Podemos ha demostrado desde el primer minuto ser el estratega más hábil del nuevo hemiciclo valenciano.

Podemos se desmarcó ayer a última hora de la postura del gobierno valenciano, formado por PSPV-PSOE y Compromís, anunciando que no apoyará la promesa de Ximo Puig de abrir Radio Televisión Valenciana (RTVV) el 9 de Octubre. La formación liderada en la comunidad autónoma por Antonio Montiel se ha justificado en la necesidad de no precipitarse en un asunto tan complicado jurídicamente como es la puesta en marcha de Canal 9, y remite el siguiente paso a una reunión con los miembros del antiguo Comité de Empresa de Canal 9, así como otros representantes del sector audiovisual valenciano, que se celebrará el siete de septiembre. Sólo dos días antes de la celebración del pleno de las Cortes en el que se pretendía aprobar la nueva televisión.

El anuncio es en la práctica un puñal clavado, y retorcido, en el costado de Ximo Puig. El President de la Generalitat había anunciado tanto en campaña como en sede parlamentaria que Canal 9 abandonaría su fundido en negro para la fiesta del 9 de Octubre, e incluso cuando la líder de Compromís Mónica Oltra puso pegas a esa fecha Puig impuso sus deseos y reiteró que la promesa se cumpliría. Sin embargo la semana pasada los diputados de Podemos, cuyos votos sostienen al bipartito valenciano, obligaron al President a renunciar a retransmitir por TDT los actos del día de la autonomía valenciana, en los que iba a ser el máximo protagonista, y hoy obligan a espera esperar a una reunión que deja al President con sólo dos opciones: asumir la falta de tiempo material y presidir los actos del 9 de Octubre sabiendo que todos piensan que ha incumplido su primera promesa electoral, o alcanzar un acuerdo contrarreloj, en el que el socialista tendrá que ceder prácticamente en todo, y aprobar la casi imposible ley por el procedimiento de “lectura única”, un trámite que no permite presentar enmiendas al texto y que fue duramente criticado por PSOE y Compromís cada vez que el Partido Popular lo usó en anteriores legislaturas. Jaque mate de Montiel a Puig en dos jugadas.

Serias dudas sobre la viabilidad real del Canal 9 provisional

Los portavoces de Podemos en la Comunidad Valenciana han justificado su decisión afirmando que “la historia no se construye únicamente con fechas y por ello que se inicien las emisiones el 9 de Octubre no es lo relevante, sino que el proceso se efectúe con las garantías pertinentes”. Una manera amable de decir que la solución de una televisión marca blanca que emita contenidos enlatados del archivo de RTVV lejos de ser un plan fácil de entender, y apoyar, despierta serias dudas entre los miembros de Podemos.

Y es que la decisión de abrir dos canales temáticos—uno orientado al público adulto y otro enteramente infantil—amenazaba con ser más un problema que una solución. Oltra y Puig habían defendido que la puesta en marcha de la televisión no supondría un aumento de gasto para las maltrechas arcas valencianas, que simplemente se iba a dar a los valencianos un servicio a cambio de unos gastos en derechos de emisión de más de 300.000 euros que aún se están pagando a pesar de no tener televisión, sin embargo los críticos con la medida pronto recordaron que poner en marcha RTVV sí que conllevaría nuevos gastos ya que la SGAE reclamaría su parte por las emisiones de programas antiguos. No fue la única piedra en el camino. Pronto los productores de L’Alqueria Blanca, la única serie de Canal 9 líder de audiencia cuando el canal cerró su audiencia, anunciaron que no se podrían emitir los capítulos que la anterior gestión dejó inéditos si no se les pagaba lo que la empresa les debía, y algunos de los antiguos responsables de RTVV pusieron en serias dudas cuanto material del archivo se puede de verdad usar, una cosa es que Canal 9 esté aún pagando una alta cantidad de derechos de emisión y otra muy distinta que esos derechos tan caros cubran el tiempo suficiente para mantener dos canales abiertos durante más de tres meses.

Si todas estas dudas ya pesaban en la balanza de los dirigentes valencianos de Podemos las posibles responsabilidades legales que pueden darse por poner a un equipo de funcionarios a crear la programación de una televisión que ha justificado el despido de los responsables de esa misma labor mediante un ERE, han acabado de decidir su postura. Antonio Montiel ha puesto mucho interés en mantener su formación en un discreto segundo plano hasta noviembre y no piensa arriesgarlo todo por una promesa del PSPV-PSOE.

La agenda de Podemos: conseguir captar a Mónica Oltra

Cuando llegó el momento de formar gobierno Ximo Puig se encontró con una situación poco habitual en la política española, una formación esencial para formar mayoría absoluta le ofrecía apoyo a su gobierno sin pedir ningún cargo de conseller a cambio. Con esta medida, Antonio Montiel consiguió tomar una posición de fuerza en el hemiciclo valenciano ya que al no entrar en el mercadeo que supone siempre crear un programa de gobierno común el nuevo Consell tendría que acceder a las condiciones que impusiera Podemos cada vez que quisiera aprobar alguna medida importante, sabiendo que de no convencerles no les quedaba más opción que ir a buscar apoyos a Ciudadanos o sentarse con los siempre hostiles populares valencianos. El movimiento permitió al grupo de Podemos en Les Corts obtener lo mejor de los dos mundos que conforman toda vida parlamentaria: la influencia suficiente para desarrollar su programa electoral, y la posición de comodidad de la que goza siempre la oposición. La mejor prueba fue como Podemos no tuvo que dar ninguna explicación por el escándalo del iPhonegate valenciano.

La rama valenciana de Podemos tiene hoy por hoy el grueso de su atención centrada en el objetivo de las elecciones generales de este invierno y desde esta perspectiva han de entenderse sus movimientos. Montiel sabe que gobernar supone siempre un desgaste y el riesgo de decepcionar a alguien, por ello no va a permitir que su formación entre en conflictos que puedan enfrentarles a colectivos sociales como ya son por méritos propios los extrabajadores de RTVV, o que asocien su nombre a proyectos fallidos, o simplemente decepcionantes, que puedan minar la imagen de Podemos. Al menos hasta que se sepa cómo de lejos llega la carrera de Pablo Iglesias hasta la Moncloa.

De hecho el gran objetivo de Montiel para estos primeros meses es asegurar que Pablo Iglesias pueda hacerse una foto de campaña junto a Mónica Oltra este mismo otoño. Desde hace semanas Podemos trata de negociar un acuerdo con Compromís para concurrir juntos a las elecciones generales. Desde Podemos se considera esencial sumar los votos de la coalición valenciana a su candidatura, Compromís se beneficiaría de la potencia de la marca política creada por Pablo Iglesias mientras que los valencianos aportarían rostros conocidos por el electorado autonómico, algo de lo que carece Podemos. La rentabilidad política de un mitin con dos figuras mediáticas como son Iglesias y Oltra disparan las expectativas de Podemos en el territorio autonómico.

Las perspectivas electorales pueden ser muy atractivas pero eso no quiere decir que el acuerdo sea sencillo de alcanzar. Las experiencias pasadas dicen que Compromís no es el mejor compañero de viaje que se puede tener. La coalición vende como valor diferenciador frente al resto de partidos valencianos el no tener que rendir cuentas a ningún partido de Madrid, con lo que aunque sus diputados concurran junto a los de Podemos no pretenden integrarse en la disciplina de voto de Iglesias. La rama valenciana de Izquierda Unida ya probó en sus carnes la capacidad desmarcarse de sus pactos de algunos de los hoy máximos responsables de la coalición Compromís cuando algo no se ajusta a sus objetivos políticos.

Por otra parte no está claro que el Bloc Nacionalista Valencià, el partido con más afiliados de la coalición Compromís, vaya a dar su apoyo al acuerdo. El Bloc es un partido que lleva décadas intentando convencer a la sociedad valenciana de la necesidad de tener un partido nacionalista fuerte que consiga para Valencia lo mismo que los catalanes consiguieron para su territorio mostrándose fuertes en Madrid. Desde su perspectiva diluir el mensaje de Compromís dentro de los mitines de Podemos sólo servirá para retroceder en la penetración social de su mensaje, desaprovechando el año con los mejores resultados electorales de la formación en su historia. Los críticos del Bloc ya estuvieron a punto de hacer saltar por los aires el proceso de primarias al considerar que se estaba entregando demasiado poder al partido de Mónica Oltra, Iniciativa del Poble Valencià, y pueden ser un fuerte obstáculo si no se les convence que la alianza con Podemos no supondrá renunciar a su ideario.

Con su decisión de no apoyar la reapertura de Canal 9, Podemos ha recordado al Bloc que su formación no es una comparsa del gobierno valenciano sino la fuerza política que tiene la llave de la gobernabilidad en la Generalitat y será un aliado incómodo cuando sus intereses así lo requieran. La respuesta del Bloc al envite marcará los cuatro años que restan de legislatura y quien sabe si el de la coalición. Al fin y al cabo Podemos dice que quiere a Compromís pero le basta y le sobra con atraer a Mónica Oltra.

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