El gran interrogante mediático es hoy para muchos ciudadanos aturdidos por tanto canto de sirenas que le llegan desde la izquierda o la derecha y hasta del centro: ¿qué piensa cuando se mira al espejo un potencial elector de Unidos Podemos, sobre conceptos como libertad (sin adjetivos), democracia (sin adjetivos), respeto a las reglas inviolables de aquellos países que viven en un sistema donde cambiar leyes -si la mayoría piensa que ya no funcionan- ha de hacerse utilizando el Parlamento nacional; propiedad privada (sin adjetivos), religión (no admite adjetivos), relaciones humanas…? Amén de otras normas sociales que la civilización ha ido creando para intentar que el ser humano conviva en paz, y no se lance a dirimir sus diferencias mediante la violencia y la imposición.

Viene a cuenta esta reflexión a raíz de las predicciones hechas por el CIS y porque, en plena campaña electoral como en la práctica estamos, unos y otros nos van a arrojar ráfagas de trolas con el objetivo de adormecer nuestro sentido crítico hasta arrastrarnos a comulgar con ruedas de molino. Y el ser pensante se debe a sí mismo el respeto separar el grano de la paja, analizando el bombardeo de promesas y ofertas a que nos someten. Sólo una vez hecho este ejercicio ético e intelectual, el ser pensante estará en condiciones de optar.

LO BÁSICAMENTE IMPRESENTABLE DEL PP Y EL PSOE

De las contradicciones del PP todos -hasta los del PP- conocedores: son de derechas, aunque evitan airearlo a menudo,  y en sus filas hay mucha corrupción. Dicen querer liderar la regeneración pero siempre se quedan cortitos en sus proclamadas iniciativas legales para promoverla (por ej., la más que sobada abolición de la inmunidad parlamentaria, que nunca llega; el modo de mirar el dedo que señala la luna, nunca a la luna, cuando hay que abordar el odioso asunto de las “puertas giratorias” convertidas en evacuadero de sus altos cargos caducados o destituidos…Y un largo etcétera) Hablan también –quizás intentando equilibrar tanta tara-  de unas inquietudes sociales más o menos creíbles…Etc. Ahora bien, a nadie se le ocurriría dudar que si le electorado los envía a la oposición y arma una alternativa de Gobierno, ellos se irán sin alborotos, trucos  ni maniobras torticeras al estilo Maduro. No creemos que nadie tenga duda de que ocurriría así.

Las contradicciones del PSOE las conocemos también al detalle. Atacan duro a la corrupción pero la practican con el mismo o similar entusiasmo que los de la derecha, e intentan encubrir a los correligionarios pillados en los saqueos (para beneficio propio, de su Partido, o de ambos a la vez) hasta que un juez dicte orden de detención. Pero también en el PSOE la sentencia de las urnas se acata con absoluta disciplina democrática. No hay lugar reticencias porque está más que comprobado.

En ambas organizaciones el atrincheramiento de tintes heroicos para defender a sus miembros atrapados in fraganti roza, a veces, con el esperpento. Es consecuencia del coleguismo o colegueo. Pero estamos comprobando que, con todos sus fallos e irritante lentitud, en democracia la Justicia sigue su curso, y termina por llamar a la puerta de los que desde la función pública dirigen o se implican  en el trinconeo. Y eso no deja de ser un acierto del sistema, que pone en valor aquel aserto de Winston Churchill: “Cada sociedad tiene la clase dirigente que su propio sentido moral genera”.  Se refería a la España franquista. Era complemento de otra imperecedera advertencia suya: “La democracia es el peor sistema de Gobierno, si exceptuamos a todos los demás”. O algo parecido. Es cierto que la actitud británica en la Guerra Civil contribuyó a que aquí no tuviera oportunidad de consolidarse un  régimen de libertades, pero…

… Pero no nos llamemos a engaño: nuestro pueblo (y ojalá en el norte del Ebro no pretendan hacerse los superiores queriendo salirse del colectivo con el rollo del “hecho diferencial catalán”, cuando, tal vez por su nivel de riqueza, es precisamente allí de dónde brota el mayor hedor a corruptelas) no constituye ningún arquetipo de culto a la honestidad. Cabrea, pero aplíquese aquí el ajo y agua.

Las enseñanzas hipócritas de la Iglesia Católica (“antes un camello pasará por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los cielos”, “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”, “El que inventa la Ley inventa la trampa” y una larguísima letanía de consejos vitales fabricados por una casuística dogmática y de perfecto maniqueísmo) crearon al hidalgo (el vago fanfarrón), al pícaro, al aristócrata parásito que todavía cree en la pernada, y otras subespecies que pueblan nuestro territorio. Salvemos de este mal tan extendido a los vascos. Un poco, pero algo es algo. La excepción fue la época en que Xabier Arzallus mandaba sobre el PNV, porque bajo su férula, también ellos rozaron con la tipología de Patio de Monipodio, controlando hasta las tragaperras. Sobre todo, las tragaperras.

LA CONMOCIÓN RADICAL QUE ESCONDEN UNAS SONRISAS-TRAMPA

Y llegamos al tinglado Unidos Podemos, que la encuesta del CIS acaba de situar en segunda plaza (¡) en la carrera electoral.

¡Sí, sí…! Hablamos de ese sindicato de paradojas que pide el voto con el objetivo de borrar el socialismo viable que se reinventó en Bad Godesberg. El que abolió de su ideario la imposición revolucionaria de los postulados marxistas-leninistas-estalinianos de la dictadura del proletariado. El que  obligó a reciclarse a un capital casi monopolizado por manos privadas que sólo a sí mismas beneficiaban por miedo a la revolución, y con el objetivo de asegurarse una paz social.

Sirvió también para descubrir que las leyes más básicas del mercado exigían una explosión al alza del número de consumidores, así como de su nivel adquisitivo y reconocimiento de derechos básicos para hacer viable un boom de prosperidad.  Nació así la socialdemocracia. Resultante de ese pacto fue que los trabajadores participaron del crecimiento y abominaron de la violencia, y el capital y sus plusvalías descubrieron que la redistribución de la riqueza (dentro de sus vaivenes e injusticia) se convertía en el motor del cambio.

La defunción que amaga el CIS del PSOE, encarnación en España de Bad Godesberg, sería la primera etapa del asalto general al poder de la izquierda de siempre; dejada atrás por Willy Brandt en la ciudad-balneario alemana, como una vaina vacía e inútil. Ese salto está destinado a resucitar “por otros medios”, que diría Clausewitz, tan caduca ideología. Y liquidar los avances de una socialdemocracia que odian (aunque el Oscar al Cinismo que es Iglesias pretenda nada menos que encarnarla, y haya muchos que se lo compren, porque son de la misma cuerda o están en la inopia)

El estudio social y político hecho con minucia –como los magos repiten sus trucos hasta dominarlos-  y los recursos teóricos que le da el manejo del materialismo dialéctico han hecho hoy del típico dirigente comunista un súper dotado para el análisis de la situación del momento, sea cual sea la circunstancia histórica. Ocurría en el pasado, cuando los líderes revolucionarios defensores del paraíso soviético (ahora, el cubano o el venezolano) eran dogmáticos inflexibles. Con más razón hoy, cuando la comunicación entre los  hombres  se ha hecho más simple gracias al nivel de infantilismo introducido por las redes sociales, en que todos los politólogos saben que, para tranquilizar y seducir al votante burgués de las sociedades democráticas, es imprescindible vestir el muñeco. Eso no lo aceptaron los antiguos marxistas –y los que se aferran a su conducta- para nada dispuestos a traficar con sus principios para alcanzar el poder.

Los tiempos han cambiado, y hoy las cosas son distintas.

 LA COMPLUTENSE, LO MISMO QUE PARA LENIN EL INSTITUTO SMOLNY

La nueva hornada de comunistas no se ha curtido en el tajo, sino formado en las universidades occidentales; primero, como alumnos; después, como docentes, con lo que eso significa como efecto multiplicador. Su preparación es muy superior a la de los líderes históricos, cuyo máximo nivel académico por estos pagos era el de Magisterio (caso de Anguita). Esos nuevos son flexibles como juncos, porque quieren adaptarse al vendaval, que no los tronchen y sacar tajada. Están dispuestos a chalanear hasta con lo, antaño, más irrenunciable de su ideario con tal de que ese sacrificio provisional sirva para adormecer, hogaño, a los poco avisados. Hay que atraer a los pececillos hacia la red.

Saben que la formación de éstos es escasa, y demasiado prendida con alfileres como para detectar las trampas que sus promesas esconden (hoy, se dice una cosa; mañana, la contraria; pasado, una síntesis; disponen de un muestrario para todos los gustos, como los folletos de IKEA, que ahora copian para su propaganda) Lo que en esta etapa quieren es eficacia. Para llegar, sin prisa pero sin pausa, a la `Dictadura del Profesorado´ marxista, que han diseñado en las reuniones de facultad de la Complutense y en las prácticas de consultoría pagadas del chavismo carioca.

Ese desconocimiento casi general entre nosotros de qué es  la formación, encuadramiento y disciplina marxistas facilitan, por ejemplo, que las bases potenciales adjudiquen  buena fe a definiciones públicas de un nivel de animalismo insuperable. Como la de Pablo Iglesias al pretender que “Marx y Lenin eran socialdemócratas”. A sus secuaces les suena a música celestial destinada a que el negocio marche, pero los ingenuos lo ven como una tomadura de pelo al sistema burgués a reformar. Por tanto, se trataría de un guiño pidiéndoles complicidad para mejorar lo que hay. Ya nadie de entre el aparato morado  confiesa que lo que planean es no dejar piedra sobre piedra del ayer o del hoy. Ellos harían buena aquella frase del Guerra radical: “¿Qué es el cambio…? El cambio es que a España no la conozca ni la madre que la parió…”

Dicen tales animaladas con esas sonrisas que cumple el papel del agua para rebajar el vino. Y consiguen que no pase nada. Porque los conversos de última hora a la fe podemita con tal de dar caña a La Casta son capaces de patear su propio culo hasta reventárselo. Piensan que ya habrá tiempo, si es necesario,  para llorar y dar marcha atrás.  Parece importarles una higa  si hasta un ciego puede ver que los “apóstoles” de la revolución emboscada  están practicando un trile monumental en el que las marchas atrás sólo llegan –si se llega- después de atravesar la más desoladora ruina. Esos conversos no son sólo ciegos; también se han vuelto sordos. El tiempo, si Iglesias & Company se salen con la suya, les enseñará que habrán de aprender a ser, asimismo, mudos.

Por lo pronto no dicen ni palabra de que Podemos vaya en coalición con un partido comunista puro y duro cual es Izquierda Unida, cuyo objetivo declarado consiste en el derrocamiento de las normas de convivencia existentes y del orden constitucional en vigor. Y en implantar empresa pública, banca pública, educación pública, medios de comunicación públicos… ¡Sobre todo, medios de comunicación públicos! Todo, como decía el meganazi Goebbels  –un experto en silenciar opositores- al defender lo que definía como La Verdad: “cualquier cosa repetida mil veces y sin permitir que te lleven la contraria”.

Y, entonces, volvemos al titular de este Editorial: ¿Qué hemos de pensar sobre el votante ingenuo de Unidos Podemos?

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