En mitad del ponzoñoso verano, Podemos ha vuelto a ponerle a sus críticos un balón botando para ser rematado en boca de gol. Su número 3, Pablo Echenique, se ha visto envuelto en una polémica debido a que su asistente personal no estaba dado de alta en la Seguridad Social. Entre excusas, lamentos e incluso fanfarronadas, a la formación morada le ha salido un aliado en su justificación: la economía sumergida en Alemania.

Desde que la semana pasada saltará el escándalo sobre el asistente personal que tenía “contratado” Echenique sin estar cotizando a la Seguridad Social, han sido muchas las excusas (y declaraciones) vertidas al respecto.

Este mismo lunes, el líder morado ha afirmado que ni siquiera tiene «claro» que «haber dejado de contar con él esté del todo bien», ya que atravesaba dificultades económicas. En el programa «Al Rojo Vivo» de La Sexta le ha preguntado a Echenique si tuvo «paciencia muy amplia» con el trabajador al haber estado supuestamente pagándole en negro durante dos largos periodos entre los años 2012 y 2016.

Su respuesta (completa) ha sido una cosecha de cinismo: “A lo mejor debería haber sido más amplia, pues se trata de una persona en graves problemas económicos. No tengo ni siquiera claro que haber dejado de contar con él esté del todo bien, quizá debería haber sido más amplia -su paciencia-, porque si alguien lo pasa mal, es buen trabajador y le tienes aprecio, quizá estaba tengas la obligación personal» de contar con él.

En este contexto, y como un balón de oxígeno, un estudio difundido por el Instituto de Economía Alemán ha puesto de relieve que la situación de Echenique no es algo singular de España. De hecho, pone sobre la mesa una realidad laboral que el próximo Gobierno debe tomar como ejemplo.

En concreto, en el país germano, un 80% del personal del servicio doméstico privado se mueve en la economía sumergida, lo que afecta a alrededor de tres millones de personas.

De acuerdo con ese análisis, que incluye cifras correspondientes a 2015, los esfuerzos por blanquear ese cómputo de trabajadores a través de los denominados minijobs -empleos a tiempo parcial y con mínima cotización a la seguridad social- han dado escasos resultados. Se estima que el total de ingresos que se manejan en ese sector se sitúa entre los 25.000 y los 30.000 millones de euros, según dicho Instituto.

Las razones por la que hay poco interés en legalizar a estos trabajadores se reparten entre los empleadores y los propios trabajadores. El servicio doméstico en negro resulta considerablemente más barato para el empleador, por un lado, y son pocos los hogares que se deciden a regularizar la situación del personal de la limpieza.

La regulación de los minijobs en Alemania establece un límite de ingresos de 450 euros mensuales, mientras que las personas ocupadas en el servicio doméstico suelen percibir más, sobre todo si están trabajando en paralelo para varios hogares.

Con estos datos, y al margen de que Echenique haya cometido o no ciertas irregularidades, lo que se ha puesto de manifiesto es la realidad laboral en ciertos sectores donde la economía sumergida sigue campando a sus anchas.

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