El líder del PP rechazará ir a la investidura mientras PSOE y Ciudadanos no le garanticen la reelección. La ausencia de alternativas compromete a Felipe VI, que podría acabar su ronda de audiencias sin postular un candidato a La Moncloa, escenario inaudito y no previsto en la Constitución. Toda la oposición emplaza al presidente en funciones a aceptar el encargo de intentar formar gobierno y evitar la entrada en el limbo institucional.

La historia se repite. Mañana por la tarde, Mariano Rajoy acudirá al Palacio de la Zarzuela y transmitirá al Rey que, en contra de lo que le gustaría, no está en condiciones de someterse a una sesión de investidura por carecer de los apoyos necesarios para ser elegido presidente del Gobierno. Puede que Felipe VI se adelante y ni siquiera le proponga ser candidato, pero lo que todo el mundo asume ya es que la primera ronda de audiencias del Monarca tras el 26-J concluirá sin que se vislumbre una salida al bloqueo político que dura siete meses.

Más bien sucederá lo contrario: la ausencia de aspirantes a La Moncloa, escenario no previsto en la Constitución, sumirá al país en un limbo legal desconocido. Sin candidato no hay investidura y sin investidura no se inicia la cuenta atrás hacia la disolución de las Cortes, que según la Carta Magna se produce automáticamente dos meses después de que el Congreso rechace por primera vez a un aspirante. España entrará así en terreno ignoto, en una encrucijada diabólica que deberán resolver los mismos líderes que llevan 218 días sin acordar un pacto de investidura.

La encrucijada habría de ser resuelta por los mismos líderes que llevan 218 días sin alcanzar un pacto de investidura

La inaudita situación ya llegó a asomar en enero, cuando Rajoy declinó por sorpresa el encargo del Rey. La Zarzuela reaccionó con una nueva ronda de audiencias que acabó en la nominación de Pedro Sánchez, que sí estaba dispuesto a pedir la confianza del Congreso. Se activó así lo que el secretario general socialista denominó “el reloj de la democracia”. En esta ocasión, sin embargo, es inviable la construcción de una alternativa a Rajoy, extremo que ha rechazado la dirección del PSOE y que hasta Pablo Iglesias dio por “imposible”. Felipe VI no tiene elección: o nomina al líder del PP, arriesgándose a su más que probable rechazo, o concluye las entrevistas sin postular a nadie, abocando al país directamente a la mencionada situación de vacío.

La coyuntura, por estrambótica que sea, es sin embargo asumida ya por el conjunto de la clase política. Tras las primeras entrevistas del Rey con los líderes, este martes, todos daban por descontado el fracaso de este primer intento por desbloquear la situación, aunque se mantengan los emplazamientos para que Rajoy vaya a la investidura. Así se explica, también, el semblante serio con que el jefe del Estado recibió a sus interlocutores, los cuales le encontraron visiblemente «más preocupado» que en ocasiones anteriores.

¿Esperar a que se redoble la presión?

Pudiera ser que el líder del PP esté esperando a que ese horizonte de vacío legal se abra para que la presión sobre los que pueden facilitarle la reelección se redoble. PSOE y Ciudadanos, que se han negado a negociar con los populares un acuerdo de gobierno -el primero por considerarse antagónico a Génova, el segundo porque rechaza avalar cualquier Ejecutivo que encabece Rajoy-, tendrían cada vez más difícil explicar su postura. Según esta hipótesis, el desbloqueo caería como fruta madura cuando Sánchez y Rivera se vieran obligados a rectificar sus posiciones para sacar a España del limbo. Por eso Génova empieza a contemplar una investidura a finales de agosto o principios de septiembre.

Otra posibilidad es que el PP esté pensando en fórmulas para acortar los plazos hacia los terceros comicios. Con Sánchez negándose al entendimiento con Rajoy, lo máximo a lo que puede aspirar el presidente en funciones es a una investidura ‘técnica’, sin posibilidad de sacar adelante agenda legislativa alguna. Unas nuevas elecciones se antojarían inevitables en cuanto esa situación se reflejara en el rechazo a los presupuestos o en el veto continuado del Congreso a las iniciativas de Moncloa. Por eso, como la zozobra institucional se mantendrá y los españoles deberán votar de nuevo en el corto plazo, preferirían que tal cosa se produjera cuanto antes.

El Consejo de Estado ofrece una vía para que pueda haber nuevas elecciones sin celebrar antes sesión de investidura

Pedro Quevedo, diputado de Nueva Canarias y aliado estratégico del PSOE, no tiene dudas de que Rajoy centra su atención más en esa hipotética nueva convocatoria electoral que “en alcanzar la gobernabilidad”. Pero, ¿podría celebrarse sin previamente producirse el trámite de la investidura fallida? Quevedo, primero en ser recibido el martes por el Monarca, cree que el PP trataría de “forzar la Constitución por la vía de la inacción” para conseguirlo. Es decir, defender una interpretación del ordenamiento jurídico que persiga “eliminar el proceso de los dos meses”.

La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, ya deslizó a comienzos de la anterior legislatura que tal cosa podía hacerse. “Existen precedentes”, afirmó, para sortear los escollos y superar el “vacío constitucional” que supondría carecer de candidatos propuestos por el Rey para la investidura. Santamaría aludía, sin citarlo, al informe que el Consejo de Estado elaboró con ocasión del tamayazo, en 2003, cuando el transfuguismo de dos diputados socialistas impidió a Rafael Simancas ser elegido presidente de la Comunidad de Madrid. La región convocó nuevas elecciones a los cinco meses, sin celebrar investidura.

“La respuesta del Derecho no puede consistir, sin intolerable desdoro para la función del jurista, en propiciar la celebración de una votación de investidura de resultado negativo previsto (y hasta cierto) con el único fin de escenificar el cumplimiento de la letra de la norma”, coligió entonces el máximo órgano consultivo. Esta postura permitiría al Rey, con el refrendo de la presidenta del Congreso, disolver las Cortes y convocar elecciones, desarrollando el artículo 99.5 de la Constitución.

Se trataría de extrapolar a nivel nacional lo que entonces ocurrió a nivel autonómico, puesto que el Consejo de Estado advirtió que entre un marco jurídico y otro había “paralelismo en su concepción y contenido”. “Nuestra Constitución se inspira en un principio de racionalización de forma que, entre otros objetivos, trata de impedir las crisis gubernamentales prolongadas”, zanjó.

Sin alternativas a Rajoy

Es justo la situación que el PP buscó provocar a comienzos de año, pero el Rey optó por nominar a Sánchez y frustró el plan. Ahora que no hay alternativa, sería más factible llevarlo a cabo, siempre que se logre la bendición de una mayoría del Parlamento. Una maniobra de esas características requeriría de un pronunciamiento institucional de las Cortes, sería inviable ejecutarla con el único apoyo de 137 diputados.

La parlamentaria de Coalición Canaria, Ana Oramas, que también acudió ayer a Zarzuela, baraja que la repetición electoral pueda estar a la vuelta de la esquina. Por eso, conmina a la oposición a abstenerse y permitir la investidura de Rajoy, que después de eso tendría que negociar “medida a medida”, “proyecto a proyecto”. Negarse a ello, concluye Oramas, es profundizar en el bucle que va camino de repetir las elecciones “hasta que alguien saque mayoría absoluta”.

Coalición Canaria cree que Rajoy debe hacer lo mismo que Aznar en 1996: aceptar el encargo y buscar apoyos durante el tiempo que haga falta

Otra opción puesta encima de la mesa por CC es que se haga ahora lo mismo que en 1996: que el líder de la fuerza más votada acepte el encargo del Rey y abra entonces “un período de negociación, que no de reflexión” para buscar acuerdos. Aceptar la nominación no implica ir a la investidura “a la semana siguiente”, sino que puede tomarse “un mes, dos meses” para fraguar un acuerdo. Es competencia del presidente del Congreso convocar el pleno y Rajoy tiene garantizado, como Aznar en 1996, que este se celebre cuando desee, puesto que la tercera autoridad del Estado es miembro de su partido. Hace 20 años, el PP tardó dos meses exactos en ganarse los apoyos de CiU, PNV y CC.

Sin embargo, no parece que ese vaya ser el camino a seguir en la XII Legislatura. Rajoy tiene muy claro que el desbloqueo pasa por el PSOE, que no le llega con sumar adhesiones de otros grupos, y de momento Sánchez mantiene su negativa a negociar siquiera la abstención. De modo que o los socialistas llevan a cabo un viraje estratégico importante o comenzará a hablarse del modo en que se sale del limbo. Un limbo en el que con toda seguridad España se sumirá a partir del jueves.

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