Las fotos de nuestros políticos de niños nos dan más información de la que ellos desearían proporcionarnos. Muestran su actitud ante la vida y que son dignos de su generación. En sus caras se ven referentes, anhelos y ambiciones. Este análisis nos puede ofrecer más datos de los que arrojan sus palabras. Y hasta elegir un candidato.

Albert: Niño manga

La carita de Rivera recuerda a Heidi, Marco y a sus hermanitos posteriores: Oliver y Benji. Con estos últimos se crió y además de su capacidad para observar, distinguimos unos ojos con los que ya sabía embaucar. Su boca, sin embargo, expresa algo más de contención. Y también destacan sus o rejillas ocultas por el pelo pero despegadas de la cabeza, lo que sin duda haría que en colegio tuvieran diversión. Es por eso que tuvo que defenderse utilizando la palabra y desarrolló de la necesidad, virtud. Siempre le resultó difícil pasar desapercibido.

Mariano: Hermanito de Marisol

El niño alegre en su primera infancia da paso a un sombrío pre adolescente. Sin duda alguna, sería el hermanito adoptado por Marisol en una película de «Cine de barrio». Confiado y mimoso en familia y receloso en público. Se le adivina analítico y no acostumbrado a pataletas. Sus energías las reservaba para unos objetivos que conocía desde muy temprano. Destila un aire a empollón de película del Dúo Dinámico pero al mismo tiempo, parece estar buscando la oportunidad para romper a gritar y escandalizar un poquito en un ambiente de obediencia y control.

Pablo: Rey de la casa

Pablo Iglesias era el juguete de todos. En la foto se adivina que era víctima de los caprichos de sus familiares, un mono de feria con el que se divertían porque el niño… debía dar guerra. Por su ancha frente se adivina que siempre tramaba algo pero también que sabía contener la presión. Vamos, que era un actorazo porque comprendía el mundo de los adultos más que lo que los adultos comprendían de él. Y sabía qué podía obtener y hasta donde tensar la cuerda. Sin embargo, prefería no llevar a sus amistades cerca de su familia.

Pedro: Chico Goonie

Parece sacado de una serie ochentera como Los cinco o en su defecto, como un integrante más de la pandilla de Los goonies, una de las películas icónicas de esa década. Su actitud es de desafío, dispuesto a la bronca si se tercia pero con ese aire de chico Cola-Cao que es capaz de resolver el conflicto con un duelo de skate-board. Parece dispuesto a la acción pero también con complejo de «bienquedísmo». Fuerza un papel de «niño bueno oficial» de su casa, el ejemplar, el de referencia… pero que luego machaca a sus hermanos. Eso le lleva a volverse algo creído y confiado, acostumbrado a tener la razón y a capitanear los juegos.

Reflexión: En el momento de tomar estas fotografías, no mediaban asesores de imagen que condicionaba el aspecto de los candidatos ni nadie les escribía los discursos. Se mostraban como se sentían y no impostaban ninguna actitud. El tiempo dirá si traicionaron lo que soñaban o lo que eran. Si nos detenemos a mirar atentamente estas fotos, podemos descubrir la razón por la que empatizamos más con unos que con otros. La pregunta clave: ¿Con cuál de ellos hubieses jugado? El instinto de niños nunca nos abandona.

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