Nigeria acaba de estrenar Parlamento y todo tiene que quedar bonito. Cueste lo que cueste. Que para eso hay petróleo de sobra.

Según informó el portal informativo digital Quartz, los miembros de la nueva Asamblea Nacional de Nigeria van a recibir de las arcas de su riquísimo Estado una partida de 8.640 millones de nairas (unos 38 millones de euros) para el llamado “subsidio de armario”, que es el nombre con que se denomina la partida destinada al vestuario de Sus Señorías. Este gasto supone una cantidad de 21,5 millones de nairas (casi 96.000 euros) para cada uno de los 109 senadores y de 17,5 millones de nairas para cada uno de los 360 miembros de la Cámara Representantes únicamente para este concepto.

Aparte de este suculento fondo de armario, los senadores recibirán 650 millones de nairas y los representantes 2.000 millones de nairas para el llamado “subsidio de muebles” y, por si fuera poco, que será por dinero, los miembros de la Cámara Alta cobrarán 867 millones de nairas por el uso de automóviles y los de la Cámara Baja cerca de 2.800 millones de nairas por el mismo “subsidio”.

Un parlamentario gana 142.000 euros al año. Un nigeriano medio no llega a mil

Antes de la investidura de las dos Cámaras, que se produjo el pasado 9 de junio, ya se habían producido varios llamamientos en el país en favor de la transparencia y de la reducción de los fondos destinados a los parlamentarios. Aparte de los suculentos «subsidios» ya reseñados, cada senador o representante gana casi 142.000 euros de sueldo al año, más que los parlamentarios británicos y muy por encima, por lo que parece, de los menos de 80 euros mensuales (menos de mil euros anuales) con que sobrevive, de media, el ciudadano nigeriano medio.

Este contraste entre opulencia y realidad es muy significativo de un país que, con una población de más de 173 millones de habitantes, ocupa una posición muy importante tanto en su contexto regional como mundial. En la actualidad, Nigeria es un país clave en el seno de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS), cuya capital se encuentra precisamente en Abuya y cuyo presupuesto procede, en un 70 por ciento, de la propia Nigeria.

Como es bien sabido, Nigeria depende sobremanera el petróleo y el gas, dos productos altamente estratégicos que se producen en el sur del país y que representan alrededor del 35 por ciento del Producto Interior Bruto y el 90 por ciento de sus exportaciones.

Según los datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, Nigeria cuenta con unas reservas de entre 16.000 y 22.000 millones de barriles, pero otras fuentes, recogidas por Wikipedia, elevan esta cifra a más de 35.000 millones. A mediados de 2001, el país exportaba alrededor de 2,2 millones de barriles diarios,  lo que le convertía en el primer productor de petróleo de África y en el sexto de la OPEP.

El sector productor mundial de petróleo se ve obligado a importar su propio combustible

Aparte, Nigeria cuenta con cerca de 80 millones de hectáreas de tierras de cultivo y tres millones de hectárea de regadío, lo que le llegó a convertir, en tiempos, en uno de los principales productores y exportadores mundiales de productos agropecuarios como cacao, caucho, cacahuetes, algodón, cueros y piel.

A pesar de su poderosa industria petrolera y de su importante papel económico y político en África, Nigeria ocupaba la posición 152 del último Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con una esperanza de vida de poco más de 52 años y una tasa de pobreza «multicausal» del 43,25 por ciento.

Según los datos de la organización humanitaria internacional Oxfam, Nigeria es “una nación rica de personas pobres y con unas infraestructuras en descomposición”. El 52 de su población vive en zonas rurales y el 64 vivía en 2010 con menos de un dólar al día. Asimismo, pese a su enorme riqueza petrolera, Nigeria importa combustible y se enfrenta a una constante escasez de carburantes.

Aparte, pese a su alto potencial agrícola, tanto la extensión de terrenos para el petróleo como los efectos del cambio climático han contribuido notablemente a la desertización de buena parte del país, a la falta de fuentes hidráulicas y a la pérdida de cosechas, de manera que Nigeria es exportador neto, en la actualidad, de materias primas y alimentos y se enfrenta a frecuentes crisis alimentarias.

Los datos de Oxfam revelan también que, pese a ser un importante generador de divisas internacionales y de rentas gubernamentales, la región del Delta del Níger, en el sur, es una de las más abandonadas del país y sufre importantes daños medioambientales a causa, precisamente, del petróleo, con el consiguiente impacto negativo en la agricultura y la pesca, tradicionales fuentes de vida para su población.

«Hace muchos años había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia». Asi empezaba el cuento de Andersen, que hemos intentado encajar en la triste realidad de «una nación rica con una población pobre», a la que sólo falta una mirada inocente y limpia capaz de delatar la enorme desnudez con que se intentan tapar las vergüenzas de un imperio bañado en petróleo.

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