La crónica cultural, en cualquiera de sus variantes, puede a veces arrastrar una serie de neuras y tics que le impiden valorar con justicia buena parte de lo que se cruza en su camino. Por ejemplo (aunque detectamos aquí también un remanente de la sociedad de consumo, que todo lo contamina tan sibilinamente): la eterna búsqueda de la perfección y el altivo desdén con el que se desprecia lo que no alcanza determinados mínimos . La crítica cultural celebra las obras maestras, las películas redondas, los libros impecables, las melodías perfectas y, en contraposición, desprecia (y celebra también un poco) las nulidades absolutas, los hitos de la ineptitud creativa . Pero todo el rango de producciones medianas, de películas con sus momentos, de canciones pegadizas pero que no son para tanto, de cómics horriblemente dibujados pero excelentemente escritos o viceversa, quedan olvidados. Por mediocres.

Xeodrifter

Playstation 4

Renegade Kid

2015

 

Todo esto viene a raíz de mi experiencia con Xeodrifter, un modesto juego indie realizado por Renegade Kid, aparecido hace unos meses en Nintendo 3DS y PC y que ha vuelto a saltar al primer plano de atención de la prensa especializada al estar sus flamantes versiones para PS Vita y Playstation 4 entre los juegos de regalo de Playstation Plus este mes de septiembre. De estética pixelada y sencillísimos controles y desarrollo, es un sentido homenaje al género metroidvania y, más específicamente, a la franquicia de títulos que inició el subgénero: Metroid. Como en todos los metroidvania, Xeodrifter es un juego de búsqueda y exploración por escenarios inmensos y plagados de enemigos, y en principio completamente abiertos. Las zonas inaccesibles dejarán de serlo en el transcurso del juego cuando nuestro héroe, un cosmonauta intentando reparar su accidentada nave espacial, vaya desbloqueando mejoras: un minisubmarino para avanzar bajo el agua, la habilidad de moverse más rápido para desplazarse sobre la lava, la posibilidad de saltar a un plano secundario de los escenarios (una curiosa solución visual robada del primer juego de Renegade Kid, Mutant Mudds)… la ambientación espacial hace al juego indistinguible de su modelo, el Metroid clásico de Nintendo, y algunos recursos como la transformación en esfera están prácticamente calcados.

 

 

Sin embargo, he disfrutado de principio a fin con Xeodrifter, una diversión muy honesta y de considerable pureza. Xeodrifter lo consigue gracias a su modestia (su duración no alcanza las cuatro horas, y de hecho hay un logro desbloqueable para quienes consigan doblegarlo en menos de una), sus asumidísimas limitaciones (el juego no se avergüenza de su limitado catálogo de final bosses, todos el mismo bicho con distintas rutinas de ataque) y sus estimables logros (el sistema de mejora de armas, por ejemplo, es sofisticado y poco habitual en juegos de este tipo). Xeodrifter es un juego mediano, que solo pide algo de atención un rato de una tarde para desplegar cuatro planetas laberínticos, un montón de enemigos y varios desafíos fulminantes y pasajeros de habilidad y reflejos. Que quizás a muchos usuarios de última hornada no les parecerá gran cosa, pero es que, de toda la vida, era de esto de lo que iban los videojuegos

 

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