Ocelote es un joven normal. Ni muy alto ni muy bajo; ni muy fuerte ni muy delgado. Él dice que todos los jugadores profesionales de deportes electrónicos son así, gente normal. Pero muchos se empeñan en mirarlos extrañados. No se pueden creer que se ganen la vida jugando a videojuegos y que, además, sean mediomillonistas en lugar de mileuristas .

“En mi tiempo top como jugador, cobraba entre 500.000 y 700.000 euros al año, más o menos, entre salario, patrocinadores, etcétera”, explica Carlos Rodríguez, alias Ocelote, que ha dejado de ser jugador profesional del videojuego League Of Legends (LOL) para dedicarse por completo a su faceta de empresario.

Pero no se ha desligado en absoluto de la competición profesional de videojuegos. Ocelote dirige Gamers2, un club de deportes electrónicos -también conocidos como e-sports-. Es lo mismo que, por ejemplo, el Real Madrid, solo que en vez de pagarles las nóminas a jugadores profesionales de fútbol, se las abona a profesionales del LOL y de otros videojuegos como Call of Duty y FIFA15.

“Un jugador gana dinero con streaming [retransmisión de sus partidas en directo por internet], cuando gana torneos y con el salario que le da su club. Hoy en día, si eres un jugador bueno de un juego top, el salario puede ser de 200.000 euros al año. A lo que se añaden los patrocinadores personales, que pueden sumar otros 200.000 euros al año. El streaming puede sumar unos 100.000 al año. Y luego está el merchandising, que puede sumar desde 0 euros hasta medio millón al año”, precisa Ocelote.

Gente normal… y famosa

Pese a la cantidad de dinero que ganan, los profesionales de los deportes electrónicos son gente normal y corriente, como dice Ocelote.

Lo mismo opina Ulises Prieto, que se dedica a narrar partidas de la Liga de Videojuegos Profesional: “Todo el mundo es normal, aunque hay gente para todo”. Según este caster -palabra con la cual también son conocidos los comentaristas-, los jugadores llevan bastante bien la fama. No dejan de ser humanos, advierte, y hay algunos a quienes “se les sube un poco a la cabeza”, pero la mayoría son gente corriente.

Los jugadores profesionales son famosos; tienen legiones de fans en redes sociales

Porque, efectivamente, estos jugadores son famosos. Tienen legiones de fans, que les siguen en las redes sociales y acuden a las competiciones para verles en persona. El propio Ocelote estuvo firmando autógrafos y charlando con aficionados durante buena parte de la competición de e-sports organizada por SocialNat en la que hablamos con él.

“No veo tan extraño -indica- que tengamos fans. Yo llevo muy bien que los chavales me reconozcan por algo bueno que he hecho. Cuando se les ponen los pelos de punta al verte jugar, cuando te saludan, les das un minuto de tu vida, es su día perfecto. Para mí es una suerte”.

Una forma de ganarse la vida

“Es parecido al fútbol: una persona hace de narrador y otra hace de analista, que da detalles sobre las jugadas”, afirma Ibai Llano, otro comentarista de partidas que se dedica profesionalmente a ello, como Ulises.

El mundo de los videojuegos, a nivel profesional, fue algo con lo que no contaban de entrada, pero es una oportunidad que han acabado aprovechando. Algo parecido le pasó a Ocelote, aunque ya no sea jugador profesional de e-sports.

Un jugador profesional se entrena entre 12 y 14 horas al día

Para él, salirse de la competición profesional fue algo orgánico, dado que tenía que compaginar su actividad empresarial con los entrenamientos diarios para su faceta de jugador competitivo. Ambas tareas requieren una dedicación completa, de entre 12 y 14 horas al día, por lo que tuvo que decantarse por una de las dos.

Ahora, en Gamers2 es responsable de un equipo internacional con 12 empleados a tiempo completo y 15 freelances, a los que se suman 5 managers, 5 entrenadores y 5 analistas. Y, por supuesto, los 27 jugadores con los que cuenta en la actualidad, que tienen una rutina bastante parecida a un trabajo.

“Se levantan desayunan, entrenan tantas horas como sea posible y duermen”, asegura Ocelote. “Es un trabajo. Tienes que estar constantemente encima y no sólo eso: millones de jugadores dedican las mismas horas que ellos, así que tienen que ser efectivos, tienen que ser de los mejores del mundo durante esas horas. Aunque a veces no tengan ganas”.

Esto no es un juego

Salir a echar unos toques con los amigos es diferente a ganar un mundial de fútbol. En eso coinciden todos los que, de una manera u otra, se dedican a la competición profesional en videojuegos.

“Yo juego al fútbol todos los fines de semana. Hay gente que se entrena y juega. Lo que divide un juego de una competición es que uno es amateur y el otro es profesional”, recuerda Ocelote.

Ulises: «Cuando compites por un trofeo, por un premio, por representar a una nación, en ese momento no puedes llamarlo juego”

En la comparación con el fútbol también coinciden Ulises e Ibai: “Si tú quedas con tus amigos y te vas al parque con una pelota y echas un partido de fútbol, eso es un juego. Si saltas con once jugadores en cada equipo y disputas la final de la Champions, eso es ya un deporte. Cuando compites por un trofeo, por un premio, por representar a una nación, en ese momento no puedes llamarlo juego”, subraya Ulises.

Es normal que, al tratarse de un fenómeno tan nuevo, el común de los mortales no esté familiarizado con la cantidad de expectación que mueve este mundo.

“A la gente le faltaba contexto. No entendían lo que se movía desde dentro. Pero cuando estás dentro de la industria y ves lo que se mueve, te ganas la vida con ello, que ves que tienes fans que lloran cuando te ven, que se hacen una foto contigo… Eso no se lo puedes explicar a la gente. Y cuando a la gente le falta esa información es totalmente lógico que no lo entiendan”, concluye Ocelote.

Foto: Flickr – Houarnev Louaisel

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