Stephen Hawking afirma “We will have to find homes elsewhere in the universe” (tendremos que buscar hogares en algún otro lugar del universo) y ésa es una declaración de intenciones que todos nos deberíamos hacer en nuestra propia existencia y en los universos en los que vivimos anclados sin capacidad de escapatoria.

El momento que estamos viviendo es cambiante porque los modelos que lo sustentaban están agotados y la crisis existencial en la que los ciudadanos se hallan inmersos nos abocan a un cambio no sólo en las estructuras sino en los conceptos más profundos en los que se ha basado.

La capacidad de salir de nuestro espacio de confort es la que ha permitido avanzar al ser humano. A veces creo que esa actitud intrépida viene definida en el código genético de quienes viven bajo esa máxima y puede que yo, sin ser consciente de ello, sea una de esas personas que hallan satisfacción en el avanzar constante, lo que explicaría mi continua incursión en mundos desconocidos, musicales y extramusicales, que me sorprenden y me nutren con nuevos conceptos y puntos de vista.

En una semana en la que el universo español parece haber centrado su eje de rotación en las elecciones al Parlamento de Cataluña del 27S, que se han planteado como un plebiscito secesionista, la banda española de folk metal Mägo de Oz ha optado por la integración y se ha encerrado en los Estudios Cube junto a 22 artistas y músicos de diferentes ámbitos musicales para realizar su nuevo trabajo discográfico, Finisterra Opera Rock, un homenaje al mítico Finisterra en su 15º Aniversario. Diana Navarro, Leo Jiménez, el guitarrista de blues Javier Vargas, algunos integrantes de Medina Azahara y yo misma formaremos parte de ese nutrido grupo de colaboradores.

Finisterra es uno de sus trabajos más emblemáticos, primer disco doble de una banda española en estudio que en un solo mes se convirtió en su primer disco de platino. Con él llenaron la sala de conciertos La Riviera (Madrid) durante tres noches seguidas -algo impensable en aquel momento para un grupo de rock-, su single “Fiesta Pagana” se convirtió en nº 1 de los 40 Principales y con Finisterra dio inicio su aventura internacional con su presentación en Francia, México y Ecuador.

Txus di Fellatio, líder del grupo, habla de este legendario disco como una ópera rock cuyo trasfondo conceptual es la historia de un peregrino que hace el Camino de Santiago.

Cuando me pidieron que colaborara con ellos en Ilussia, su anterior álbum, hace ahora un año, me pareció algo divertido y sin trascendencia, un guiño a un mundo que consideraba ajeno. Nunca pude pensar que las legiones de fans que les siguen por medio mundo y los medios de comunicación latinoamericanos volcasen su cariño en mí y comenzaran a interesarse por mi universo musical, aparentemente tan alejado a sus preferencias. Todos los viajes a mundos desconocidos conllevan la posibilidad de hallazgos inesperados que nos hacen ir más allá del destino primigenio. Así es como hace dos semanas me vi sobre un escenario cantando con un grupo de rock ante 22.000 personas e incluso interpretando la Reina de la Noche de La flauta mágica de W. A. Mozart ante toda ese numeroso público en absoluto silencio. Había recibido de ellos meses antes una nueva propuesta de colaboración en la que no sólo me pedían que pusiera mi voz en uno de los temas de Finisterra Opera Rock, sino que querían que realizase toda la orquestación del mismo. Y, como en toda transgresión, se han generado sinergias inesperadas en las que los diferentes elementos que participan en ellas son objeto de transformación: yo me vuelvo ligeramente “metálica” y ellos se hacen un poco “sinfónicos”.

Estos días de trabajo en común han sido tan sorprendentes y enriquecedores que me han propuesto una singladura aún más ambiciosa, un proyecto discográfico para el próximo año en el que Mägo de Oz se adentre, de mi mano, en el universo sinfónico y en nuevos espacios por los que aún no han transitado.

Mundos pertenecientes a diferentes galaxias se dan la mano, intentan dejar a un lado los prejuicios y se descubren en sus virtudes. ¿No sería ése un buen reto para los que piensan que la vida está construida a base de compartimentos estancos, que el mundo es más amplio que las cuevas en los que nos refugiamos y que es posible interactuar sin perder un ápice de tu identidad?

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