Según la ley española una farmacia es el único lugar en el que podemos conseguir medicamentos con receta. Además, dado el marco legal existente en España, estas farmacias no operan según un modelo de libre mercado, como una tienda de deportes o un bar, sino que solo se pueden abrir si te conceden o compras una licencia, algo que no sucede en otros países donde puedes encontrar fármacos en un hipermercado.

La paradoja es que a pesar de que ante la ley tienen un tratamiento de servicio, la prescripción de medicamentos con receta es solo una parte de todo lo que se oferta. De hecho, dado que a todo el mundo le inspiran confianza, la coletilla «de venta en farmacias» se ha convertido en un potente reclamo comercial, del que a veces se abusa. Ya se ha establecido que cuando entras en una farmacia, además de fármacos puedes encontrar chicles, productos cosméticos, champú o pilas para el audífono.

El problema es que esta variedad de oferta ha permitido que se establezca una peligrosa zona gris, es decir, cosas que se venden en farmacia, que parecen fármacos, que van empaquetados como fármacos, pero no lo son. Ahí es cuando tenemos que tener cuidado, porque nos pueden dar pseudomedicina por medicina. Vamos a ver todo lo que nos tiene que activar las alarmas y separar el grano de la paja:

Homeopatía

En muchas farmacias ocupa el lugar de privilegio, ese que se sitúa a la derecha del mostrador de los preservativos y lubricantes. Lo más curioso es que su presencia es relativamente reciente, ya que hace 20 años ese lugar lo ocupaban unas pulseras magnéticas que llevaba todo el mundo y que en las farmacias podías recargar. La homeopatía se basa en unos gránulos que tienen aspecto de azúcar, sabor de azúcar y textura de azúcar, debido a que realmente son azúcar, la única diferencia es el precio (muy caro).

La homeopatía se basa en las ideas de Hähnemann, que establecían que cuanto más diluido, más potente y que lo similar cura a lo similar, por lo que los remedios homeopáticos se basan en diluir algo millones de veces y al producto, ponerlo con spray encima de una pastilla de azúcar. ¿Funciona? Nunca ha superado un ensayo clínico, por eso se no se considera un medicamento y vive en un limbo jurídico desde hace años. ¿Y por qué lo venden en farmacias? Muy fácil, cuando vas con el típico resfriado, o la típica tos o malestar general, puede ser que te lo encasqueten. Daño no te va a hacer, y tú te vas contento con un medicamento y entre 10 y 15 euros menos. Hay honrosas excepciones y una minoría de farmacias no venden homeopatía.  

Flores de Bach

Esta disciplina es una hija bastarda de la homeopatía. Parte de los mismos principios, pero al tal Bach (nada que ver con el músico, de hecho, era galés), se le ocurrió que el remedio de todos los males podría venir de una mezcla de flores silvestres que recolectaba cerca de su casa, maceraba en Brandy y luego diluía unas 500 veces. A efectos prácticos la eficacia es la misma que la homeopatía, está por verse, pero si en 100 años no lo ha conseguido…

Fitoterapia

Muchos principios activos de los medicamentos se obtienen a partir de plantas y desde siempre se han dado usos medicinales a algunas plantas. Por lo tanto en las farmacias también se venden productos de fitoterapia, que es terapia basada en plantas aunque a veces lo que te acaban vendiendo también son cápsulas o pastillas. Es verdad que la fitoterapia puede tener eficiencia, sobre todo en afecciones leves, pero ni se te ocurra sustituir un tratamiento médico por fitoterapia. Para empezar al no ser medicamentos nada te garantiza que sea efectiva y su alcance es muy limitado.

Probióticos

Aquí no hablaríamos de fármacos, sino de alimentos. Y aquí no hablaríamos algo de dudosa eficacia, sino que hay una investigación seria detrás o un efecto medible. Un probiótico es un alimento que contiene microorganismos vivos y están destinados a permanecer activos en el intestino. Nada que ver con un prebiótico que es un alimento destinado a mejora la flora bacteriana, pero que no contiene organismos vivos.

Complejos vitamínicos

Aquí estaríamos nadando entre dos aguas, ya que no son medicamentos, sino suplementos nutricionales. Esto implica que no tienen que superar el caro proceso de autorización. Muchos están fabricados por las mismas compañías que venden fármacos, pero claro, sacar uno de estos productos al mercado es muchísimo más barato y rentable que un fármaco, sobre todo si es para una enfermedad rara, puesto que no tienes que hacer años de investigación ni superar un carísimo proceso de autorización ¿pilláis la idea? En general la mayoría de estos complejos son bastante irrelevantes, ya que te están cobrando a precio de oro vitaminas o minerales que de forma natural ingieres por la dieta. Salvo casos muy puntuales (que te falte hierro o alguna vitamina) la mayoría de estos productos no te hacen falta. Si tienes vitaminas y minerales por una dieta equilibrada, no lo compliques con complejos.

Por lo tanto, la próxima vez que vayáis a una farmacia tened muy claro que no todo lo que compráis va a ser un medicamento, y aunque os lo venda un farmacéutico, no tiene por qué funcionar ni tener una investigación seria detrás.

Imagen | ‘dicyt.com

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