Maite Mompó, directora de Stop Ecocidio España y coordinadora para América Latina

-Hábleme de Polly Higgins…

-Fue una mujer increíble que, cuando estaba triunfando como abogada en Londres -ella defendía derechos de los trabajadores- y acababa de ganar un caso muy potente y ya tenía renombre, al salir de ese juicio pensó por qué no había nadie defendiendo a la Tierra con todos los ataques que estaba recibiendo. Y se preguntó cómo podríamos plantear un deber de cuidado hacia la Tierra. Entonces decidió abandonar su carrera, vendió su casa de Londres y junto a su marido se fue a vivir a un pueblecito. Y allí empezó a investigar qué había pasado con las regulaciones y la protección del medio ambiente a nivel mundial y escribió dos libros y se tropezó con la palabra ecocidio. Al darse cuenta de que se necesitaba esta herramienta legal, comenzó a trabajar para que el ecocidio se convirtiera en un crimen internacional. Luego también, Polly, aparte de ser abogada, era una mujer que tenía una dimensión espiritual muy fuerte. Entonces conjugaba las dos cosas. Yo tuve la suerte de conocer a Polly en Altea y me impresionó, me cambió la vida, porque yo andaba un poco perdida y, de repente, vi clarísimo que ese era el camino, que necesitábamos la ley de nuestra parte para defender el medio ambiente.

-¿Cómo podemos definir el ecocidio?

-Polly Higgins dio una definición de ecocidio en 2010 ante la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas, pero el año pasado a petición de un grupo de parlamentarios suecos convocamos, desde Stop Ecocidio, un panel de expertos para que realizaran una definición jurídica de ecocidio. Es decir, escribieran cómo debería de tipificarse el ecocidio en la Corte Penal Internacional. Se trató de un panel muy interesante, en el que había doce personas (jueces, fiscales, abogados, juristas), de los cinco continentes, hombres y mujeres. Y después de seis meses de deliberaciones llegaron a la definición que se supone que es la más completa y aplicable. Entonces, según esta definición “ecocidio es cualquier acto ilícito o arbitrario perpetrado a sabiendas de que existe una probabilidad sustancial de que cause daños graves que sean extensos o duraderos al medio ambiente”. Lo que este grupo de juristas intentó fue crear una definición que procurara que cualquier supuesto de ecocidio entrara dentro de esta definición. 

-¿Qué respuestas ha habido a esta iniciativa en España y los países de nuestro entorno?

En estos dos últimos años hemos conseguido llegar hasta el Secretario de Estado de Medio Ambiente. Y se han producido avances a nivel parlamentario porque, en diciembre de 2020, se aprobó una Proposición no de ley en la Comisión de Exteriores del Congreso -todos los partidos votaron a favor excepto uno- en la que se pedía al Gobierno que considerara el liderazgo de España en la creación del crimen internacional de ecocidio. Porque ese es nuestro objetivo. Cuando Polly Higgins se puso a estudiar cómo hacerlo, vio que la mejor vía, la más rápida y efectiva, era  que este crimen fuera incluido en la Corte Penal Internacional, puesto que ya juzga los crímenes más execrables, es un tribunal que ya está creado, se puede modificar el documento que lo rige para incorporar un nuevo crimen, cada país es un voto, no hay derecho de veto…es decir, hay muchos factores que hicieron que Polly Higgins dijera: hay que incluirlo dentro del Estatuto de Roma.

SI EL GOBIERNO ESPAÑOL DECLARA QUE ESTÁ A FAVOR DE QUE SE CREE EL CRIMEN DE ECOCIDIO, será UN EMPUJE PARA EL RESTO DE PAÍSES DE américa latina

A nivel europeo, tanto la Comisión como el Parlamento están diciendo a los estados miembros que hay que crearlo. Lo que nosotros estamos intentando es que sea cuanto antes mejor, porque hay que parar esta destrucción. Hay un Estado miembro, que es Bélgica, cuyo gobierno se ha comprometido a la creación del crimen internacional de ecocidio. Luego, Macron también dijo que él está a favor de que se cree. Y en diferentes parlamentos, en Suecia, Finlandia se está hablando ya de ecocidio, como pasa en el parlamento español. Ahora mismo hay una Proposición No de Ley en la Comisión de Transición Ecológica, en España, pero tiene que discutirse y votarse. 

-¿Estaremos a la altura?

-Pues eso sería lo que tiene que ocurrir, por dos motivos: uno porque España es un país que está dentro de Europa y propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico  plantea el cambio climático como uno de los objetivos. La ministra está muy por la labor de proteger el medio ambiente y es una pieza clave. Y el segundo motivo es porque España es cabeza de puente con América Latina. Entonces es muy importante que el Gobierno español declare públicamente que sí, que está a favor de que se cree el crimen en la Corte Penal Internacional, porque eso supondría como un empuje al resto de países de América Latina.

-De lograr el objetivo, este sería el quinto crimen que contempla el Estatuto de Roma.

-Sí. Tres de ellos, que son los más famosos  y por los que se creó la Corte Penal Internacional son el genocidio, los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad, y se añadió un cuarto que es el crimen de agresión. Por eso sabemos que es posible enmendar el Estatuto de Roma. Y de hecho, cuando se estaba preparando el borrador del Estatuto para ver qué crímenes iba a incluir, se habló de ecocidio. Pero por presión de cuatro grandes potencias se eliminó del borrador final y se metió en un cajón hasta que llegó Polly Higgins y lo sacó. 

-¿Quienes se postularon entonces ya como enemigos del crimen de ecocidio?

-En el momento que se estaba discutiendo la Corte Penal Internacional, que fue en los años 90, estos Estados que presionaron fueron EE.UU, Reino Unido, Francia y Países Bajos. Las cosas han cambiado. Ahora en Francia tenemos a Macron, a quien la Asamblea Ciudadana de Cambio Climático le dijo que tenía que crear el crimen dentro de la legislación francesa y luego apoyar la creación del crimen internacional. Entonces, también ha cambiado mucho la conciencia ciudadana a nivel mundial. Y ahí tenemos que estar los ciudadanos para presionar a nuestros gobiernos para que lo creen, porque se nos va la vida en ello. Estamos inmersos en la sexta gran extinción de especies, en un cambio climático que está produciendo desastres enormes ya, y aquí tenemos que dar un golpe de timón y cambiar el rumbo.

-Veo que tienen una importante nómina de simpatizantes.

-Sí. También ha habido un cambio grande, porque cuando yo empecé en Stop Ecocidio, hace más tres años, como voluntaria, se hablaba muy poquito de ecocidio. Era una palabra totalmente desconocida y eso ha cambiado muchísimo. Al principio había siempre que explicar lo que era. Ahora ya no. Y además es que, durante un tiempo, tuvimos que ir como detrás de las personas, de los grupos, de los políticos, de los diferentes colectivos sociales. Y ahora lo que ocurre es que todos vienen a nosotros porque nos hemos convertido en los expertos en este tema, porque también somos quienes más tiempo llevamos trabajando a nivel internacional.

Entre las personas que nos apoyan tenemos a gente muy relevante como Vandana Shiva, Jane Goodall, Greta Thunberg, Antonio Guterres, Paul McCartney, Deepak Chopra… los españoles Fernando Valladares, Yayo Herrero, Joaquín Araújo, Luis Miguel Domínguez, entre otros. Personas del mundo de la cultura, la política, la comunicación o la religión, grupos de personas muy diferentes se están uniendo en todo el mundo para apoyar el nacimiento de la ley del ecocidio.  

Cuando el papa francisco pidió que se tipificara, el ecocidio entró en la conversación global

-¿Les sorprendió que el Papa Francisco hiciera un llamamiento para que se tipifique el ecocidio? 

-Eso fue un empujón enorme porque hizo que  se empezara a hablar de ecocidio en América Latina y en todo el mundo también, ¿no?. Si en los primeros momentos se trataba de ver de qué manera la palabra ecocidio podía entrar en la conversación global, ahora ya está ahí. Siempre que se produce una tragedia medioambiental o se causa un grave daño siempre se le califica ya de ecocidio.

-¿Cómo va la pedagogía entre las ciudadanas y ciudadanos?

-En concreto en España pusimos en marcha un manifiesto al que ya se han adherido más de 200 organizaciones, movimientos ciudadanos y empresas pidiendo al Gobierno que apoye la creación del ecocidio. Así estamos creando también alianzas con todos estos grupos que apoyan la idea para trabajar juntos y difundir la idea de que estamos ante un momento histórico.

-¿Cuánto tiempo se tardará en tipificar el ecocidio?

-Primero estamos trabajando para conseguir este pequeño grupo de estados que conjuntamente plantéen la enmienda del Estatuto de Roma, y una vez que se presente a la Corte Penal Internacional, necesitan entre tres y cuatro años. Hay que discutirlo, votarlo, ratificarlo…lleva un tiempo. Y vamos a hacer todo lo posible para que se presente la enmienda este año.

Lo que está ocurriendo en el Mar Menor, Lo que pasó con el Prestige o en Doñana, son ecocidios

-¿Qué ejemplos de ecocidio hay en España?

-Lo que está ocurriendo en el Mar Menor es un ecocidio. Lo que está sucediendo en la ría de Huelva es otro ecocidio. Lo que pasó con el Prestige o en Doñana, también. No es que lleguen a un pueblo y decidan talar diez árboles en el parquecito, no. Eso no es ecocidio. Estamos hablando de un grave daño a la naturaleza.

-¿Cómo pelear contra las reticencias?

-Quizás la estrategia es hacer aliados, ¿no?. Las propias corporaciones y empresarios ya están viendo que no pueden seguir así, y están viendo venir la ley. Ya se sabe que la ley va a llegar. Lo que no se sabe es cuándo. Es que, aunque sea por egoísmo, se trata de la supervivencia de los seres humanos. Entonces estamos intentando tener aliados. Hay una anécdota y es que Polly Higgins se encontró una vez con el director del Banco de Inglaterra y ella le dijo: ¡pero cómo es posible que sigáis financiando actividades que destruyen las bases de la vida! Y el director del Banco de Inglaterra le respondió: porque no es ilegal. Es que es tan sencillo como eso. Es que no es ilegal causarle un grave daño a la naturaleza. 

-Pero es perverso que a sabiendas de los daños, asuman que mientras no sea ilegal pueden seguir destruyendo a su antojo.

-Sí, por supuesto. Pero es como cuando las mujeres no teníamos derechos. Ahora miramos atrás y decimos: ¡pero cómo era posible que las mujeres no votáramos! Porque no se nos concedía el votar. O si miras para atrás y ves la ley del tabaco, cuando nos introdujo el “prohibido fumar” en bares. Y en España se armó una increíble. Y ahora, mira. Yo estoy convencida de que no falta mucho para que miremos para atrás y digamos: cómo era posible que admitiéramos la destrucción masiva de la naturaleza, cómo era posible que eso sucediera. Porque con la ley viene el cambio ético y moral, también. Y el ecocidio no estará bien visto. A veces nos dicen: ¡es que hay que meter a la cárcel a los ecocidas! Claro, si cometes un delito tienes que ir a la cárcel. Pero la misión de tener esta ley no es meter en la cárcel a los ecocidas, es que no sucedan los ecocidios. Porque una vez que sucede un ecocidio el daño es irreversible. Pero si se produce un daño, que las personas responsables que han tomado la decisión de llevar a cabo un ecocidio, pues tienen que sentarse en el banquillo de los acusados. Y no sólo eso. Tienen que reparar el daño. No se trata sólo de pagar una multa, que es lo que viene sucediendo hasta ahora y está clarísimo que no ha servido para parar la destrucción, sino todo lo contrario. Las grandes corporaciones incluyen en sus presupuestos las multas por producir ecocidios.  Es realmente un cambio de paradigma a todos los niveles. Porque ningún director ejecutivo de ninguna empresa se querrá sentar en el banquillo comparado con un criminal. Y hablamos de quienes toman las decisiones, no de los trabajadores de a pie que ejecutan órdenes. En la definición de ecocidio se habla de acto ilícito, pero también puede ser un acto lícito, pero arbitrario. 

  la palabra ecocidio significa “matar la casa”, y eso es lo que tenemos que dejar de hacer.       

-¿Por supuesto?

-Cuando se otorga un permiso para cometer un ecocidio y como lo da el gobierno está permitido. Pero es un acto que causa un daño tan grande que la balanza entre el daño que produce y el beneficio económico o social que vas a sacar está tan descompensada que es un ecocidio también.

-Y ahora, ¿cuál es el siguiente paso para Stop Ecocidio?

-Justo en 2022 se cumplen 50 años de la celebración de la Cumbre de Estocolmo, la primera vez que se juntó la humanidad para hablar de los problemas ambientales, 20 años antes de la de Río de Janeiro. Y allí fue la primera vez que se utilizó la palabra ecocidio en un foro internacional. Y la empleó Olof Palme para describir lo que había sucedido con las miles de toneladas de agente naranja que el ejército estadounidense derramó en Vietnam. Y los efectos todavía se ven en nuestros días, porque siguen naciendo niños deformes, y es algo de lo que no se habla. Ya todo el mundo sabe que esta ley está viniendo. Entonces es fundamental que los gobiernos respondan a este llamamiento. Y tenemos que ser también los ciudadanos quienes nos unamos para conseguirlo, para pedirlo, para criminalizar el daño grave a la naturaleza. Y es importante también como cambio de conciencia. No sólo es tener la ley, es que también tenemos que cuestionarnos que tenemos que cambiar nuestra forma de actuar en el día a día. Ver lo que podemos hacer para minimizar el impacto sobre el planeta en el que vivimos. Porque la palabra ecocidio significa “matar la casa”, y eso es lo que tenemos que dejar de hacer.         

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