Luis Abinader, presidente de República Dominicana.

Hacer propaganda es muy fácil. Gobernar, por el contrario, requiere de otras habilidades que quien vive del populismo no puede tener jamás. Uno de los principales puntos sobre los que asentar una estrategia de propaganda populista se basa en utilizar cualquier tipo de anécdota, por pequeña que sea, y convertirá en una amenaza nacional.

Este sistema se utilizó en la Alemania nazi, en la Unión Soviética, en el Chile pinochetista y, más recientemente, en el Estados Unidos post 11 de septiembre. Cada cual en sus objetivos finales tuvieron éxito. Eso es lo que se está buscando en la República Dominicana. Se trata de una especie de golpe de Estado que cuenta, además, con una herramienta que no tuvieron en el pasado: las redes sociales. Mensajes cortos, vídeos perfectamente editados, fotos cuidadosamente tratadas son unos ingredientes que conjugados pretenden hacer creer a la ciudadanía algo que, en realidad, no está ocurriendo.

Una mentira repetida muchas veces, y con soporte mediático, puede convertirse en verdad para la ciudadanía y, evidentemente, las anécdotas se transforman en peligrosas amenazas.

En República Dominicana se está hablando del fracaso de los planes del gobierno de Luis Abinader para reducir la inseguridad ciudadana cuando, en realidad, las cifras indican todo lo contrario que el proceso de reforma de la Policía Nacional ya está dando sus frutos.

Sin embargo, tanto esta reforma de las fuerzas de seguridad como el programa «Mi país seguro» no pueden analizarse a los pocos meses de su puesta en marcha porque se trata de procesos en los que los resultados más potentes se darán en el medio plazo. Se trata de reformas muy profundas que cualquier buen gestor sabe que no obtienen un rédito basado en la inmediatez. Aun así, ya está generando resultados.

La crisis provocada por la pandemia ha generado en todo el mundo un incremento de la criminalidad, algo que se ha acentuado con las consecuencias de la crisis energética y la guerra de Ucrania. Sin embargo, los planes de Luis Abinader han provocado que, por ejemplo, República Dominicana sea el quinto país de Latinoamérica con una tasa más baja de homicidios, con una ratio que está situada en la mitad de la media de la región.

Además, en los lugares donde ya se ha aplicado la Estrategia Integral de Seguridad Ciudadana los resultados han sido muy positivos. En los sectores del Distrito Nacional donde se ha implementado, la criminalidad se ha reducido por encima del 11% en apenas 9 meses de funcionamiento.

En San Francisco de Macorís los delitos se redujeron en un 17%. En Santiago, se produjo una reducción del 3,5% y en Barahona-Pedernales, la criminalidad se bajó un 20%. En esta región destacó el descenso de los robos en un 60%.

A estas cifras hay que añadir el hecho de que el gobierno de Estados Unidos rebajó el nivel de alerta para sus ciudadanos a la hora de viajar a República Dominicana, hecho que indica que la propaganda, el populismo, el convertir la anécdota en una amenaza nacional está entregando a la ciudadanía mentiras.

Un país como Estados Unidos, tan celoso de la seguridad de sus ciudadanos en el extranjero, no rebaja los niveles de amenaza porque sí. Sin embargo, para la oposición y sus aparatos mediáticos sólo funciona el «cuanto peor, mejor» porque no están buscando el bien de la ciudadanía dominicana. Su único objetivo es devolver a un fósil de la política al Palacio Nacional, cueste lo que cueste, incluso la prosperidad del pueblo dominicano.  

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