República Dominicana celebra hoy sus fiestas patrias, el Día de la Independencia. El 27 de febrero, además, es la fecha en que el Jefe del Estado rinde cuentas de su gestión ante el pueblo.

Luis Abinader llega a este día con un programa ambicioso de cambio plasmado en una nueva forma de gobernar que ya está en marcha, a pesar de las dificultades nacionales e internacionales con las que se encontró cuando llegó al Palacio Nacional y las que le han ido surgiendo en estos 19 meses. Sin embargo, a pesar de ello, el presidente no ha perdido en su determinación porque dio su palabra a la ciudadanía y, para él, el cumplimiento de lo prometido es algo sagrado.

Abinader, viendo la situación en que estaba República Dominicana tras 16 años de desastre populista de los gobiernos del PLD, pudo haberse justificado en la «herencia recibida», haber frenado los cambios o, lo que es peor, haberse lanzado a una política populista de promesas y anuncios espectaculares pero vacíos de contenido o de partidas presupuestarias. Sin embargo, no lo hizo. Miró hacia adelante y ya ha puesto en marcha todo el programa del cambio, tal y como anunció en agosto de 2021.

Sin embargo, a pesar de las dificultades propias y externas, el presidente se puede presentar hoy ante su pueblo con las consecuencias positivas de su nueva forma de gobernar basada y de su responsabilidad para afrontar las derivadas de las que ni él ni el Estado dominicano tienen responsabilidad alguna.

Abinader está afrontando con absoluta responsabilidad el incremento mundial de los precios de la energía, sobre todo el de los derivados del petróleo. No en vano, durante esta semana los precios de todos los combustibles se mantuvieron congelados a pesar de las subidas sufridas en los mercados internacionales, sobre todo tras el inicio de la guerra en Ucrania. Un gobernante populista saldría al atril a culpar de la subida de los carburantes a la situación internacional pero no tomaría ninguna decisión al respecto. Abinader cogió, como se dice en España, «el toro por los cuernos» y adoptó una medida de un gran coste para las arcas del Estado pero para beneficio del pueblo.

Luis Abinader está demostrando que, como prometió en la campaña electoral de 2020, se está ejecutando un cambio importante en República Dominicana desde que accediera a la Presidencia del país. El conocimiento político, económico y social del presidente dominicano está focalizando en la modernización absoluta de todas las estructuras, desde la económica hasta la humana, para convertir a República Dominicana en el país referente de Latinoamérica.

Sin embargo, en vez de aplicar políticas de carácter absolutamente neoliberales que desdeñan el respeto de los derechos de las personas en favor del capital, Abinader está consiguiendo la simbiosis entre dos conceptos, el económico y el humano, que el 0,1% del planeta, es decir, el que atesora el 75% de la riqueza mundial, quiere hacer creer que son incompatibles cuando, en realidad, son absolutamente complementarios. No se pueden imponer las estructuras del capital sobre las humanas.

Los datos económicos son espectaculares pero el pueblo dominicano debe tener claro que la gestión de Abinader, por su formación, conocimiento y humanismo, garantiza, además, el respeto absoluto de los derechos humanos a través de elementos que muchos han querido hacer complicados pero que son el «A-B-C» de la política: el diálogo y el arreglo.

¿Se puede crecer económicamente sin vulnerar los derechos de las personas? Abinader está demostrando que sí. ¿Se puede crear empleo sin conculcar las leyes internacionales del trabajo? Abinader está demostrando que sí. ¿Se pueden atraer inversiones sin necesidad de someter al pueblo a condiciones leoninas? Abinader está demostrando que sí.

Lucha contra la corrupción

La nueva forma de gobierno que está aplicando Abinader se cimenta, entre otras cosas, en cumplir con los compromisos y la palabra dada, algo que, para él es sagrado. Apenas un año y medio después de acceder al poder, los resultados son incuestionables.

República Dominicana, gracias a las políticas de Luis Abinader, se ha posicionado en el último lugar de los países latinoamericanos más desarrollados en niveles de corrupción.

En ese ranking, Colombia ocupa el primer lugar de los países más corruptos en Latinoamérica con unos niveles de corrupción del 48%. Honduras ocupa el segundo lugar con un 45%, seguido de Costa Rica, Panamá, Guatemala, Perú, Ecuador, Argentina, Nicaragua, Bolivia y México.

La República Dominicana que cogió Abinader era el paradigma de la corrupción sistémica que le costaba al Estado más de un 1,1% de su producto interior bruto. Esta cifra es una barbaridad y da una idea de la magnitud del problema.

Para poder luchar contra esa corrupción, Abinader ha iniciado una serie de reformas de gran calado como, por ejemplo, la reforma constitucional para que la Fiscalía, el Ministerio Público, tenga absoluta independencia.

Reducción de los niveles de pobreza

La política de una Jefatura de Estado se mide por los hechos y no por las promesas. Sin embargo, cuando las segundas van seguidas de los primeros, entonces se puede decir que la persona que ocupa la más alta posición del Estado está haciendo un alarde de buena gobernanza.

Sin embargo, el presidente de República Dominicana se ha decidido por ofrecer a su pueblo una nueva forma de gobernar en la que la prioridad es la implementación de medidas orientadas principalmente a la gestión de los verdaderos problemas del pueblo con la única intención de solucionarlos.

El presidente Abinader ha conseguido que el país se coloque entre los países latinoamericanos con menor pobreza. En concreto, actualmente República Dominicana se encuentra en el puesto 12 de entre 18 países latinos en niveles.

Lucha contra la pandemia

República Dominicana, al igual que en otros aspectos, se está convirtiendo en la vanguardia en la lucha contra la pandemia. Y de eso sólo hay un responsable: la nueva forma de gobernar del presidente Abinader y de su Ejecutivo que está cumpliendo con creces con su responsabilidad para con el pueblo dominicano. Todo ello, además, con una gestión basada en la más absoluta transparencia.

El Plan de Vacunación es otro éxito de Luis Abinader. Un país como República Dominicana tiene muchas más dificultades para acceder a las vacunas que las potencias económicas mundiales como, por ejemplo, Estados Unidos.

Sin embargo, Abinader, aplicando un plan que está siendo extremadamente eficaz, ha logrado que el país caribeño se coloque por encima de las ratios de vacunación del país norteamericano y de otros países con un PIB superior, tanto en América como en Europa.

Pandemia y transparencia

Uno de los factores clave que señalan el éxito del Plan de Vacunación en República Dominicana es, precisamente, la transparencia con que se ha llevado a cabo el proceso de compra de las diferentes vacunas que se están inoculando.

La transparencia es fundamental en democracia y, en el caso de la Administración Abinader, contrasta con lo ocurrido, por ejemplo, en la Unión Europea, donde se inició un proceso de centralización de compras negociado con las principales empresas farmacéuticas sin que la ciudadanía de los Estados miembros haya tenido conocimiento de cuánto se ha pagado a cada fabricante por dosis.

Por otro lado, hay que tener en cuenta otros factores que ponderan la labor realizada por Abinader y su Ejecutivo. En primer lugar, República Dominicana ha encarado la compra de las vacunas en solitario. En segundo término, ha tenido que hacer frente a esa negociación aun cuando recibió una situación crítica de endeudamiento provocado por, precisamente, la opacidad de la administración del PLD.

Además, el proceso de vacunación de la población se ha realizado utilizando el criterio de la igualdad. Todos los ciudadanos han recibido su vacuna independientemente de su estatus social o económico, lo que demuestra, una vez más, que en República Dominicana el gobierno es el pueblo porque se gobierna para el pueblo.

Referencia mundial del turismo

El año 2021 tampoco fue fácil para el sector turístico. La expansión de las constantes variables del COVID-19 provocaron que los diferentes Estados paralizaran la salida de las personas a determinados destinos turísticos entre los que nunca estuvo República Dominicana. Ese es un éxito de Luis Abinader y de las políticas de seguridad sanitaria para los hoteles y la hostelería implementadas por su Ejecutivo.

La Administración Abinader cumplió el objetivo marcado para 2021 de 5 millones de viajeros internacionales, lo que se traduce en una recuperación récord de las cifras previas a la pandemia del 77,5%.

¿Cómo es posible que otros destinos «estrella» estén sufriendo todavía graves consecuencias por el COVID-19 y República Dominicana esté cerca de recuperar las cifras prepandémicas? La respuesta sólo se puede resumir en la responsabilidad gestora de Luis Abinader. La reapertura de las fronteras en el verano de 2020, cuando fue investido presidente, bajo estrictos protocolos permitió anticiparse al resto de la región del Caribe, avanzar de manera sostenida y posicionarse como el «líder mundial de la recuperación». Sin embargo, tal y como admitió el propio Abinader en una rueda de prensa, aún hay «muchos retos pendientes».

Lucha contra la delincuencia y el narcotráfico

Terminar definitivamente con la delincuencia en los países es una quimera porque no existe ningún método eficaz. Desde el comienzo de los tiempos ha habido delincuentes de todo tipo. Sin embargo, la globalización ha servido para que quienes viven de violar la ley obtengan refugios, sobre todo cuando se habla de la delincuencia de cuello blanco.

Está demostrado que la criminalidad no se elimina a través de la represión. La lucha contra la delincuencia para garantizar la seguridad y la libertad del pueblo es una de las prioridades de Luis Abinader.

Lo mismo se podría decir de la lucha contra el narcotráfico. Sólo en lo que va de año, la Dirección Nacional de Control de Drogas ha incautado importantes alijos de diferentes estupefacientes. El presidente de República Dominicana ha marcado una política de tolerancia cero al tráfico de drogas y la gestión desarrollada por su Gobierno está generando cifras récord en un momento en el que el consumo de estupefacientes se está disparando a nivel mundial y las organizaciones narcoterroristas están utilizando alta tecnología para incrementar las rutas del tráfico de la droga.

República Dominicana se está convirtiendo en el paradigma de la lucha contra el narcotráfico internacional gracias a la gestión que el presidente Luis Abinader y su Administración están realizando desde que llegaron al poder en agosto de 2020. Y lo están logrando en una situación difícil porque, a nivel global, tanto la oferta en los países productores (sobre todo de marihuana y cocaína), como la demanda de droga en Europa y Estados Unidos se ha disparado después de la pandemia.

Abinader es consciente de que el bienestar de su pueblo pasa por endurecer la lucha contra el narcotráfico. No quiere que los dominicanos vivan con el miedo que asola a determinados estados de México, país donde la guerra contra los cárteles de la droga se resume en múltiples derrotas por parte de los diferentes gobiernos mexicanos.

Por eso sabe que necesita presentarse ante los organismos internacionales de lucha contra el narcotráfico como el presidente de un país que se toma muy en serio este asunto para, de este modo, tener el apoyo económico, tecnológico y logístico de agencias que manejan miles de millones de dólares. Abinader también sabe que esa colaboración será beneficiosa para el pueblo de República Dominicana y sus efectos positivos son una de las bases que sustentan el cambio que prometió cuando juró el cargo.

Hoy, 27 de febrero, los dominicanos verán, como cada año, a su presidente rindiendo cuentas, pero, a diferencia de otros dirigentes, tendrán ante sus ojos y escucharán a Luis Abinader, el presidente que cumple a través de un nuevo modo de gobernar.

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