Los últimos datos reflejan que tanto el número de huelgas como la participación cayeron en picado en 2015. Frente a la teoría de que la acción sindical pierde fuerza, las organizaciones se defienden reivindicando otras vías de negociación a su juicio “más efectivas”.

La conflictividad laboral tocó mínimos históricos en democracia el pasado año. El número de huelgas ha disminuido un tercio respecto a 2013 –año posterior a la reforma laboral-, hasta situarse en apenas 615 paros convocados.

No sólo disminuyeron las reivindicaciones, sino que también la participación se vio afectada; tan sólo 170.528 trabajadores secundaron las huelgas, casi 47.000 menos que en 2014. En la misma línea, sólo el 1,1% de los asalariados se sumó a algún conflicto laboral, según los datos del Consejo Económico y Social (CES).

Una tendencia que podría estar acentuándose en 2016, ya que en los cinco primeros meses se ha registrado un descenso del 22,4% en el número de huelgas de índole laboral y de un 34,82% en relación a la suma de los trabajadores implicados respecto a 2015, según recoge la CEOE en su informe mensual.

Los motivos a los que se achaca está caída histórica en la conflictividad laboral son diversos: desde la recuperación económica, y el correspondiente repunte en el mercado laboral, hasta el deterioro de los sindicatos, como explica Jorge Galindo, investigador en el Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra, en declaraciones a ‘El Confidencial‘.

Sin embargo, las propias organizaciones defienden que las huelgas no son el único reflejo de la conflictividad laboral en España y que en los últimos años se han intentado abrir vías alternativas de negociación que difieren del “sindicalismo tradicional”.

“La conflictividad laboral no ha cesado desde 2012, año de los peores recortes, lo que ocurre es que los empleados ahora tienen diferentes medios de presión. Se ha diversificado la protesta para mantener la intensidad a lo largo del tiempo, pero intentamos que la huelga sea la última opción en diferencia al sindicalismo tradicional”, señalan fuentes del CSIF (Central Sindical Independiente y de Funcionarios) a este periódico.

Todas las organizaciones consultadas han coincidido en señalar que ni la afiliación ni la acción sindical se han visto especialmente afectadas en los últimos años, aunque las huelgas como instrumento de presión se hayan desplazado a un segundo plano.

“No tiene nada que ver el debilitamiento de la intervención sindical con la fuerza del sindicalismo. Ahora se convocan menos huelgas porque se intenta avanzar con la negociación colectiva, está es la explicación de la escasa conflictividad. Lo fundamental no son estos datos sino los logros frente a reestructuraciones, EREs, impagos, etc…”, puntualiza Comisiones Obreras (CCOO) en declaraciones a SABEMOS.

“La actividad sindical no ha cesado, pero se están extremando las posibilidades de negociación y estamos siendo más efectivos. No se pueden valorar únicamente las huelgas como forma de presión porque también existen denuncias ante la opinión pública o ante los tribunales que han tenido efectos importantes”, añaden desde el CSIF.

La Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato mayoritario en España junto a CCOO, no ha querido valorar los datos.

Respecto al último informe disponible de la CEOE para el mes de mayo, los motivos más recurrentes para la movilización fueron los expedientes de regulación de empleo (ERE), la demanda de diversas mejoras fuera de convenio y por último el abono de salarios atrasados junto a otras motivaciones.

El sector Transportes y Comunicaciones es el que más afectado se vio por las movilizaciones; de las 60 huelgas registradas en mayo, 11 tuvieron incidencia en esta industria, seguidas por las huelgas en la Educación (7) y las huelgas en el sector Metal (6).

El sector público firma la paz

El informe del CES deja otro dato relevante respecto a la distribución de las movilizaciones por sectores: a nivel institucional, el sector privado supera con creces al público en número de movilizaciones, con 534 huelgas frente a 71, respectivamente.

El descenso de la conflictividad en este sentido puede explicarse por la progresiva mejora de las condiciones de trabajo de los funcionarios en los últimos años –devolución de pagas extra, devolución de días de asuntos particulares-, fundamentalmente en la época preelectoral.

“A través de vías alternativas hemos logrado avances importantes, como la devolución de la paga extra tras el recurso ante los tribunales. La respuesta del Gobierno ha sido paulatina pero poco a poco vamos viendo los efectos. Seguiremos denunciando los recortes sociales pero las huelgas no son la única solución”, explican desde el CSIF, sindicato dedicado a la representación exclusiva de los empleados públicos.

En contraposición, CCOO achaca la caída en este sector al descenso de las negociaciones colectivas y de las huelgas sectoriales como barómetro de conflictividad, frente a la actividad registrada en los peores años de la crisis.

Según los datos de la CEOE, 17 de las 60 huelgas registradas en mayo de 2016 afectaron a empresas y servicios de carácter público (28,33%). Las movilizaciones fueron secundadas por 2.479 trabajadores y ocasionaron la pérdida de 348.224 horas. Esto choca con las 25 huelgas que tuvieron lugar en mayo de 2015, donde la participación ascendió a los 6.598 empleados.

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