La comunidad de la isla de Nui despide con la mano al Primer Ministro de Tuvalu tras su visita tras la devastación del ciclón Pam. | Foto: PNUD/Silke von Brockhausen

Los líderes de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés) de todo el mundo se reúnen estos días en las costas de Antigua y Barbuda, en el Caribe, para presentar un nuevo plan de acción destinado a aumentar la resiliencia en el camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030.

La Cuarta Conferencia Internacional sobre los SIDS reunirá a los gobiernos, las Naciones Unidas, la sociedad civil, el sector privado y las voces más destacadas de los jóvenes para convertir nuevas ideas en acciones, así como obtener nuevas promesas de apoyo y debatir los principales retos que tiene por delante este grupo vulnerable de naciones.

Vivir al límite

Hay 39 Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, desde los anfitriones de la conferencia, Antigua y Barbuda, hasta Vanuatu, en el Pacífico Sur, que fueron reconocidos como un caso especial de apoyo durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992.

Están situados en algunas de las regiones del mundo más propensas a catástrofes naturales, el peligro de la subida del nivel del mar, las perturbaciones climáticas y la fragilidad medioambiental; además, tienen mercados nacionales pequeños y son vulnerables a las crisis y recesiones económicas.

Muchos de esos Estados carecen de la resiliencia suficiente para hacer frente a la creciente incidencia de los desastres naturales, algo de lo que los habitantes de Antigua y Barbuda son demasiado conscientes tras haber sufrido el devastador impacto de los huracanes Irma y María, que azotaron el Caribe en 2017.

La supervivencia en juego

En palabras del primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, «ambos huracanes se encontraban entre las peores perturbaciones externas que literalmente diezmaron nuestras economías y dañaron nuestras infraestructuras, nuestros edificios, nuestros hogares».

Browne insiste en que la colaboración mundial para frenar el calentamiento global es esencial para que los Pequeños Estados Insulares sobrevivan en las próximas décadas.

Otros retos comunes son los elevados costes de importación y exportación, la escasez de recursos naturales, una densidad de población muy superior a la media mundial (que ejerce presión sobre los servicios básicos y la disponibilidad de empleo), un elevado endeudamiento y un acceso limitado a préstamos de bajo coste.

En 2014, estos países se reunieron y acordaron la Trayectoria de SAMOA, ampliando su base de acción, y creando las Modalidades de Acción Acelerada para los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo.

 Foto: PMA/Alexis Masciarelli

Es hora de cumplir

La máxima responsable de la ONU en esta materia, Rabab Fátima, ha señalado que antes de la Conferencia, que se celebrará del 27 al 30 de mayo, establecerá las aspiraciones de desarrollo sostenible de los pequeños Estados insulares para la próxima década.

Fátima destacó el consenso que ya se ha formado en torno a un programa de acción acordado que los delegados se llevarán a sus respectivas capitales cuando abandonen Antigua y Barbuda a finales de la próxima semana.

Votos renovados

«Vamos allí para renovar nuestro compromiso de reforzar la resiliencia y fomentar la prosperidad, de forma colectiva«, afirma Fátima, que también es Asesora Especial de la Conferencia.

«Necesitamos la colaboración de todos», añadió. «Por lo tanto, las ONG, la sociedad civil, el gobierno y el sector privado, todos ellos tienen un papel que desempeñar».

Lucha contra el cambio climático

Fátima indica que los países insulares han estado a la vanguardia del establecimiento de objetivos ambiciosos para llevar a cabo la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, a pesar de tener recursos limitados.

“Muchas naciones insulares han puesto en marcha hojas de ruta para alcanzar el 100% de generación de energía a partir de recursos renovables para 2030”, entre ellas las Islas Salomón, Vanuatu y Antigua y Barbuda.

En el Pacífico, países como Fiyi, Samoa, Tonga y los Estados Federados de Micronesia han realizado importantes inversiones en proyectos de energía solar, eólica e hidroeléctrica con el apoyo de instituciones financieras como el Banco Asiático de Desarrollo.

Jamaica y Granada, islas del Caribe, han experimentado un crecimiento de la energía solar en tejados, parques eólicos y otros proyectos de energías renovables.

La esperanza por encima del miedo

«Además de impulsar la agenda mundial para el desarrollo sostenible, mi mayor esperanza es que la Conferencia actúe como catalizador de un cambio positivo, que se traduzca en una transformación notable de las vidas de quienes residen en los pequeños Estados insulares en desarrollo”, explica Fátima.

La misma desearía ver planes de acción concretos para abordar los problemas urgentes a los que se enfrentan estos Estados y el fortalecimiento de las asociaciones «entre ellos y las organizaciones internacionales, los socios para el desarrollo, la sociedad civil».

Los compromisos políticos también están en la lista de deseos de otras naciones y organizaciones participantes para ayudar a los SIDS a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030,»“lo que podría implicar promesas de ofrecer financiación, asistencia técnica y desarrollo de capacidades».

Fátima espera que se capacite a los Pequeños Estados Insulares para que se hagan cargo de sus propios planes de desarrollo y se les proporcionen las herramientas y el apoyo necesarios para poner en marcha planes resilientes y sostenibles.

Por último, cree que juzgar el éxito de la Conferencia «se basará en su capacidad para impulsar acciones significativas, reunir recursos y promover cambios constructivos en beneficio de las personas que viven en los pequeños Estados insulares en desarrollo».

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