De forma cada vez más habitual, la preocupación por la sequía en España salta a las conversaciones y a los medios de comunicación. Sin embargo, la información que se aporta en estas crisis hídricas no siempre ayuda a trasladar a la sociedad información veraz y rigurosa sobre cuáles son las causas de las sequías y qué podemos hacer frente a ellas.

Para aclarar las causas detrás de la sequía es necesario empezar por distinguir entre dos tipos de sequías. La sequía meteorológica es aquella que ocurre cuando hay un periodo con escasez de precipitaciones de manera continuada. Y la sequía hidrológica, se produce cuando el agua circulante por los ríos, los volúmenes embalsados de agua o las reservas de los acuíferos se encuentran por debajo de lo normal durante un determinado periodo. Este último tipo de sequía depende de la gestión que se hace de este recurso vital y de las decisiones políticas, técnicas y económicas sobre el uso y cantidad a la que debe destinarse el agua.

En los últimos periodos estivales estamos experimentando una combinación simultánea de tres fenómenos: sequía meteorológica, sequía hidrológica (en amplias zonas del territorio) y continuas olas de calor generalizadas en toda España, que disparan los termómetros y contribuyen a una mayor evaporación del agua y la transpiración de las plantas.

Pero, ¿cuáles son los mitos más extendidos a la hora de hablar de sequía? Según argumenta WWF/Adena cinco son las creencias erróneas a menudo más comentadas.

La culpa de la sequía la tiene en exclusiva la falta de lluvias

La verdad es que la sequía es resultado combinado del robo del agua y la mala gestión de este limitado recurso por parte de la Administración Pública, así como de la reducción de precipitaciones por el cambio climático.Las sequías no se resuelven en verano. Hay que gestionar el agua todo el año y en particular los cultivos de regadío intensivos e industrializados que consumen el 80% de los recursos hídricosla eliminación del regadío ilegal.  

La sequía se resuelve con más embalses y trasvases

Tenemos miles de embalses (más de 1.230 grandes presas) y están casi vacíos porque se usa mal el agua. Los trasvases tampoco son la solución, pues la sequía se instala simultáneamente en amplios territorios. Es necesario asumir una Planificación Estratégica para reducir la demanda de agua del regadío industrial ajustándola a la disponibilidad que ponga freno a ilegales e impulsar un nuevo modelo de gestión agraria y del agua más sostenible. Además, los núcleos urbanos tienen que cubrir sus servicios con tecnologías ahorradoras y promover la limitación del riego de jardines, mientras que la industria debe recuperar el agua en circuitos cerrados.

El regadío insostenible intensificado e industrial no es responsable de la falta de agua y nos da de comer

El regadío consume el 80% del agua dulce y su crecimiento en hectáreas de cultivo e intensificación es desorbitado. Gran parte de estos productos no terminan en nuestra mesa. Y es que la agricultura es al mismo tiempo víctima y responsable de la falta de agua en muchos puntos de España. Frente al avance descontrolado de los regadíos intensivos e industriales, en gran parte incentivados por fondos públicos, los cultivos de secano se muestran como una opción sostenible para producir alimentos. Gran parte de los productos de este tipo de regadío se exportan o son excedentes que no se recogen del campo.

La modernización de regadíos ahorra agua

La modernización de regadíos fomenta un aumento de la superficie regada. En otros casos, se emplean cultivos con mayores necesidades hídricas o se hacen dobles cosechas, por lo que en realidad se consume más y no se libera agua ni para otros usos prioritarios ni a los ecosistemas acuáticos.

Para que la modernización de regadíos ahorre realmente agua para las cuencas, hay que garantizar que se consume realmente menos agua y que el agua ahorrada se destina a mejorar caudales ambientales.

La desalinización, la gran solución contra la sequía

La desalación de aguas marinas o salobres es un proceso de tipo industrial que supone un considerable consumo energético, con fuerte efecto de emisiones de gases de efecto invernadero y generación de residuos que se deben procesar adecuadamente. El agua desalada puede ser una alternativa a la oferta convencional del agua, pero siempre que se den determinadas condiciones y como medio para corregir la sobreexplotación de los acuíferos o la intrusión marina. 
Sus elevados costes de operación y sus impactos sobre el medio marino hacen que su uso sea menos sostenible que el ahorro de agua y la concienciación sobre su uso cuidadoso. 

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