El Ejército de Camerún mantiene encarcelados a 84 menores, algunos de sólo cinco años de edad, desde el pasado mes de diciembre, cuando fueron capturados durante una operación en el norte de Boko Haram en el norte del país.

El  20 de diciembre de 2014, en plena campaña militar contra los terroristas islamistas nigerianos de Boko Haram, las fuerzas de seguridad de Camerún irrumpieron en varias escuelas coránicas de la localidad de Guirvidig, en el extremo norte del país, y detuvieron a al menos 127 personas, entre ellas 84 menores de edad y 43 hombres (incluidos 30 profesores).

Todos los menores detenidos, excepto tres, tenían menos de 15 años y 47 tenían menos de diez. Han transcurrido seis meses y todos ellos siguen detenidos en un centro de internamiento de menores de Maroua, en el norte de Camerún, sin más cuidados que los colchones proporcionados por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y los alimentos, que ya se están agotando, suministrados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Según informó en diciembre el Ejército camerunés a la agencia estatal china de noticias Xinhua (uno de los medios de comunicación del mundo con mayor implantación de África), las escuelas en las que estudiaban los menores eran simples pantallas de los “campos de adiestramiento de Boko Haram” y los 84 menores habían sido “vendidos” por sus padres a los islamistas.

Las autoridades aseguran que los padres «los vendieron» a los islamistas, pero fuentes locales afirman que fueron confiados para su educación y seguridad

No obstante, el corresponsal de la BBC Africa en Camerún ha asegurado que los padres, deseosos de garantizar la educación coránica y la seguridad para sus hijos, los habían confiado a los profesores en la ciudad de Guirvidig, cerca de la frontera con Chad.

Según fuentes citadas por la televisión británica, los padres se han presentado en más de una ocasión en el Instituto Camerunés para la Infancia de Maroua para reclamar a sus hijos, pero hasta ahora ha sido en vano. El centro de internamiento, según indicaron varias fuentes a la BBC, tiene problemas presupuestarios para atender a los menores, pese a las donaciones de UNICEF, PMA, la organización humanitaria PLAN International y algunas personalidades políticas.

Casi todos los menores de edad, según las fuentes de seguridad citadas por Xinhua, son cameruneses originarios de la localidad de Mora, en la estrecha franja que conforma la provincia de Extremo Norte, situada entre las fronteras con Nigeria y con Chad. Sólo dos de ellos son ciudadanos nigerianos. Tras su captura, los menores fueron trasladados a la guarnición de la gendarmería de la región del Extremo Norte, una zona especialmente afectada por los ataques de Boko Haram, antes de su internamiento en un centro de menores.

Desde 2013, más de 3.000 menores de edad cameruneses del norte del país han sido enrolados por Boko Haram, a veces por la fuerza y otras a cambio de dinero, según han indicado fuentes independientes citadas por la agencia china. Algunos, muy pocos, de ellos han podido aprovechar las derrotas de los islamistas ante las fuerzas de seguridad camerunesas para escapar y regresar a su país.

En un comunicado, Amnistía Internacional (AI) reclamó el pasado 19 de junio a las autoridades camerunesas que pongan fin, de inmediato, a “la reclusión ilegal” de 84 menores de edad, “algunos de sólo cinco años”, que permanecen detenidos desde diciembre en un centro para menores de Maroua, capital de la región, “pese a no haber sido acusados formalmente de ningún delito”.

Según las informaciones de Amnistía, las fuerzas militares de Camerún, que han ampliado significativamente su presencia militar en la zona del norte en respuesta a los ataques de Boko Haram (que se han saldado con la ejecución y secuestro de numerosos civiles), irrumpieron el 20 de diciembre en la localidad, reunieron durante varias horas a los hombres y los niños en una plaza pública y les obligaron a subir en camiones.

“Dijeron que cavaría nuestra tumba y nos arrojarían a ella”, cuenta uno de los niños

Los niños permanecieron bajo custodia en la jefatura de la gendarmería durante cuatro días antes de ser trasladados al citado centro para jóvenes, controlado por el Ministerio de Asuntos Sociales, mientras que los hombres fueron encarcelados en la Prisión Central de Maroua, “donde continúan recluidos en condiciones extremadamente deficientes”, según la organización.

“Estábamos leyendo el Corán cuando las fuerzas de seguridad irrumpieron en la escuela. Pidieron los documentos de identidad y nos interrogaron. Dijeron que cavarían nuestra tumba y nos arrojarían a ella. Estábamos asustados. Después maltrataron a nuestros profesores. Algunos de ellos tenían sangre en la cara”, contó uno de los niños a AI.

Asimismo, varios testigos aseguraron que las fuerzas de seguridad también habían entrado por la fuerza en varias casas, donde confiscaron bienes y pidieron sobornos a los residentes. Un padre explicó que pudo ver cómo algunas personas daban dinero a las fuerzas de seguridad para conseguir la liberación de sus hijos arrestados. “Ese día yo no tenía dinero y se llevaron a mi niño”, lamentó.

Varios hombres recibieron golpes durante su arresto, entre ellos un maestro del Corán de 39 años a quien golpearon reiteradamente con la culata de un fusil hasta que comenzó a vomitar sangre. Amnistía Internacional se entrevistó con él en la prisión de Maroua, donde pudo constatar que no podía mantener la cabeza en una postura erguida y necesitaba ayuda para caminar. “Ha sido trasladado al hospital para ser tratado de tuberculosis pero no ha recibido todavía tratamiento alguno para las lesiones que sufrió durante su arresto”, aseguró AI.

Las autoridades reconocen que los niños “no representan ninguna amenaza”; no obstante, siguen detenidos

Los representantes de las autoridades camerunesas con los que se han entrevistado los investigadores de Amnistía Internacional han reconocido “que los niños no representan ninguna amenaza”, pese a lo cual “nadie ha asumido la responsabilidad de facilitar su liberación y reintegración, dejando a los niños detenidos en un limbo”.

“Es inconcebible mantener a niños de tan corta edad lejos de sus padres durante tanto tiempo, y con tan poco apoyo. Los niños no quieren otra cosa que volver a casa y estar con su familia. No merecen convertirse en daños colaterales en la guerra contra Boko Haram”, advirtió el director regional adjunto para África Occidental y Central de Amnistía Internacional, Steve Cockburn.

Imagen | www.amnesty.org

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