Más de la mitad de los parados de muy larga duración (24 meses o más) son trabajadores con 50 años de edad o más. Los economistas alertan que la probabilidad de encontrar un empleo se reduce con el tiempo, y piden medios para aumentar la empleabilidad de este colectivo.

El 52% de las personas apuntadas en las listas del paro durante al menos 24 meses tiene 50 años o más. Es decir, que más de la mitad de los parados de muy larga duración son adultos en el teórico último tramo de sus carreras laborales. Son datos difundidos este lunes por el Gobierno a través de una respuesta parlamentaria, y extraídos de los registros públicos de empleo estatales (SEPE).

Según los datos del SEPE, hay 1.260.190 parados registrados y buscando empleo desde hace más de 24 meses. De ellos, 656.337 son personas mayores de 50 años. Y no son, ni mucho menos, todas las personas de esa edad sin trabajo; son al menos medio millón más.

¿Por qué? Los servicios estatales de empleo solo contabilizan a quienes efectivamente están registrados, pero según la Encuesta de Población Activa (EPA) hay más de un millón de personas más (hasta alcanzar los 2,2 millones) que llevan dos años o más sin empleo.

Tal como muestran los datos de la gráfica anterior, los tramos de edad más problemáticos en cuanto al desempleo de muy larga duración son los de trabajadores de entre 50 y 54 años y los de entre 55 y 59. En el tramo siguiente (de 60 a 64) el número baja de forma sustancial porque una parte importante se acoge a la jubilación, anticipada o no.

Un paro con graves consecuencias

«Esta gente es casi irrecuperable, sobre todo a partir de una edad». Quien decía esto en un artículo de El País del 8 de mayo de este años era Ángel Laborda, director de Coyuntura de Funcas. Y es que si el paro de larga duración (más de 12 meses sin encontrar empleo) es una verdadera fuente de problemas, lo es mucho más el de muy larga duración. El primero de todos, como indican los investigadores del servicio de estudios de La Caixa, es que surge con este fenómeno un «abultado colectivo de desempleados sin cobertura».

Es decir, que un creciente número de personas agota su derecho a cobrar una prestación por desempleo, y pasan por tanto a depender de los subsidios sociales, de una cuantía mucho menor. Son por ejemplo, la paga de los 400 euros (el llamado Plan Prepara), la Renta Activa de Inserción, o el último invento del Gobierno: el Programa de Activación para el Empleo, pensado para aquellas personas a las que se les han agotado el resto de prestaciones.

Los distintos economistas y centros de estudio laboral consultados por SABEMOS consideran que estas medidas son sobre todo parches que no solucionan el problema de fondo, y piden por ello medidas específicas para estos colectivos de trabajadores mayores. «Sería deseable incrementar los recursos y reorientar los existentes hacia actuaciones que aumenten la empleabilidad de los trabajadores, particularmente los desempleados de larga duración», advertían los investigadores del BBVA Research en un reciente documento sobre el mercado laboral español. También sobre la ausencia de medidas concretas para aumentar su empleabilidad se quejaba el economista José Ignacio Conde-Ruiz en un reciente post en el blog Nada es Gratis (NeG).

Como demostraron en otro post de NeG los también economistas Florentino Felgueroso y Marcel Jansen, la composición del paro en España es tendente a tener cada vez más parados de larga o muy larga duración (ver gráfico inferior). «Vemos que las diferencias en las tasas de salida [del paro] según duración se han ampliado en los últimos trimestres: mientras las tasas de salida para los parados de corta duración están aumentando, no vemos aún una mejora clara en las tasas de salida de los parados de larga duración», señalan Felgueroso y Jansen.

La clave de esta cada vez mayor tardanza está en la llamada «descapitalización» del trabajador, un fenómeno que tanto afecta a la persona individual como la economía en su conjunto. El mercado percibe, acertada o desacertadamente, que un parado que lleve tantos meses sin trabajar ha perdido parte de sus destrezas y habilidades.

Los parados de larga duración de más edad se enfrentan «a varios e importantes problemas», tal como indica un reciente informe de la Fundación Alternativas escrito entre otras por la economista de la Universidad del País Vascos Sara de la Rica. El primer problema es el hecho de que la mayoría tiene estudios primarios; el segundo es que por si fuera poco esta capacitación se ha ido deteriorando por culpa del largo periodo de inactividad. El tercer factor es la tendencia de los empresarios a preferir a gente joven frente a trabajadores más maduros.

Todo combinado explica por qué los parados con más de 24 meses en el desempleo ven deprimirse sus posibilidades de forma casi exponencial. La investigació de Sara de la Rica demuestra que (con las demás variables en igualdad) una persona que lleven en paro menos de dos años tiene un 50% más de posibilidades de encontrar un empleo que una persona que lleve más de dos años. Esto es por el «deterioro enorme de su capital humano, que en muchos casos le inhabilita para la vuelta al mercado de trabajo, y que incluso para aquellos que consiguen acceder a un empleo deja consecuencias en el desarrollo profesional y en los salarios para el resto de su carrera laboral».

Son necesarias por tanto, como señalan los economistas especializados en este fenómeno, políticas activas dedicadas concretamente a estos colectivos. Se trata de formarles y asesorarles de forma que su empleabilidad aumente lo suficiente como para que puedan regresar al mercado laboral. «Aunque se está creando empleo lo hace a un ritmo insuficiente, por lo que las personas que llevan paradas mucho tiempo tienen pocas posibilidades de salir del círculo del desempleo; si añadimos que más de la mitad de las personas paradas tienen un nivel de cualificación bajo, hace que la situación sea muy preocupante», advierten desde la Fundación 1º de Mayo, dependiente del sindicato Comisiones Obreras.

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