Si hay un sector que ha cambiado más como consecuencia de la gran crisis desatada en 2008, ese debería es el bancario. La oleada de fusiones para evitar la quiebra y el establecimiento de regulaciones más estrictas para garantizar que nunca volviera a producirse una proliferación de activos tóxicos han dejado un panorama bien distinto al que se podía apreciar a principios del milenio. Ahora las entidades vuelven a temblar porque vienen normas aún más duras: Basilea IV.

“Ocho años después, es el momento de pedir una pausa regulatoria”. Así de claro se muestra el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, quien cree que las reformas de la actual regulación, conocidas como Basilea III, eran más que necesarias.

En menos de una década, las reglas del juego están a punto de cambiar. De nuevo. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea está trabajando en una revisión de la regulación sectorial actual para dar todavía más seguridad al sistema financiero. Lo que se quiere abordar -sobre todo- es la forma en la que las propias entidades miden sus riesgos, de manera que todos los competidores cuenten con los mismos baremos y no maquillen sus debilidades.

La agencia de calificación de riesgo crediticio Standard & Poor’s ya ha advertido del impacto negativo que esta revisión tendría en los bancos.

La división de estudios de BBVA, BBVA Research, explica por qué nadie quiere oír hablar de Basilea IV. “Al sector le preocupa enormemente el posible endurecimiento de los requisitos de capital debido al sesgo conservador en la calibración”, señala en un informe. A más exigencia, menos rentabilidad.

Reforzar los balances y aumentar el capital reservado como colchón anticíclico tiene un coste: menos dinero disponible para hacer negocio. La pérdida de flexibilidad de la banca y la reducción de los dividendos como consecuencia de las mayores “provisiones” que se han tenido que realizar han lastrado el avance del mercado y han impedido que la recuperación haya eclosionado con la misma fuerza que en otros sectores. “La baja rentabilidad está llevando a revisar la base de costes constantemente”, resume Gortázar, así que en la la hoja de ruta de muchas entidades están los programas de despidos o las fusiones e integraciones corporativas.

La banca ha conseguido adaptarse a Basilea III con un “esfuerzo importantísimo”, concluye el banquero madrileño, pero ahora necesita una tregua. El sector requiere “unas reglas del juego estables”, según Gortázar, que den tranquilidad a los bancos

“A día de hoy, para cualquier préstamo que demos a largo plazo, una entidad financiera no sabe realmente cuánto capital le va a costar porque las normas pueden cambiar de una manera relevante en pocos meses. Por tanto es necesario cerrar ese debate cuanto antes”, subraya Gortázar.

No obstante, nadie duda de la idoneidad de las sucesivas regulaciones de Basilea.

En los estudios que publicó la Autoridad Bancaria Europea (EBA, sus siglas en inglés) antes de implantar la regulación de Basilea III,a finales del año 2011, el déficit que tenían los bancos en la Unión Europea era de 544.000 millones de euros. Esa cantidad se ha reducido hasta los 18.000 millones de euros actuales, destaca Gortázar.

“Este cambio regulatorio era muy necesario, dada la gravedad de la crisis. No podemos volver a pasar como ciudadanos por una situación en la que el sector financiero lleve a la economía global a una situación de recesión profunda”, admite el consejero delegado de CaixaBank. Los bancos no pueden volver a arruinar la economía global, pero tampoco deberían arruinarse

Foto: Efe

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