Las formas de visibilizar la destrucción a la que la humanidad está sometiendo al planeta pueden ser de lo más diverso. Y así lo hemos visto es los primeros días de la Cumbre de Glasgow. Primero fue el mensaje de un dinosaurio en la sede de Naciones Unidas, después el papel de los jóvenes tomando las calles de la ciudad escocesa, más tarde un artista capaz de dibujar una mariposa gigante para alertar de la emergencia climática, y ahora la historia de Lewis Pugh, un ciudadano sudafricano que se ha convertido en la primera persona que completa nadando una ruta por las regiones polares, durante dos días, 8 km y 14 agotadoras sesiones. Consiguió su hazaña el pasado septiembre cuando atravesó la desembocadura del fiordo helado Ilulissat de Groenlandia. Y ahora está en la COP26 para contar su experiencia. Lewis es un defensor de los océanos y un nadador de resistencia. Durante más de 30 años ha sido pionero en nadar en los entornos más desafiantes de la tierra, incluida la Antártida, el Polo Norte y el Himalaya. En 2013, las Naciones Unidas lo designaron como el primer Patrono de los Océanos de la ONU. Es profesor adjunto de Derecho Internacional en la Universidad de Ciudad del Cabo.
El agua de la costa de Groenlandia es tan fría que solo es posible nadar en ella durante períodos cortos. «Tienes que entrar y nadar lo más rápido posible durante diez minutos, luego salir, calentar y hacerlo de nuevo», dice Pugh. Eso requiere un nivel de decisión que Pugh no ve en los líderes mundiales de hoy. «Hay que poder tomar una decisión y hacer algo. No veo eso en los líderes mundiales en la COP26; no les veo haciendo lo que sea necesario, cueste lo que cueste».
Ilulissat, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está en la costa oeste de Groenlandia, a 250 km sobre el Círculo Polar Ártico y es una de las maravillas naturales del mundo. También es uno de los glaciares más rápidos y activos, moviéndose alrededor de 40 metros por día. Cuando el hielo llega al mar, sus fragmentos forman icebergs que pueden flotar a cientos de kilómetros de distancia. De hecho, el iceberg que hundió al Titanic procedía de Ilulissat, y el área se ha estudiado durante más de 250 años.
Sin embargo, nunca ha estado más amenazado. Debido al calentamiento de la atmósfera terrestre, el glaciar se está derritiendo a un ritmo cada vez más acelerado. Y aunque el glaciar puede estar en las profundidades del Círculo Polar Ártico, los efectos de su derretimiento serían catastróficos: si toda la capa de hielo de Groenlandia se derritiera, se produciría un aumento global del nivel del mar de más de siete metros.
Pugh decidió que la mejor manera de llamar la atención sobre esto era hacer algo que nunca se había hecho antes: nadar la desembocadura del Icefjord. “Este tipo de natación requiere mucha preparación». Ha sido un año largo de entrenamientos hasta conseguir el objetivo. Él no es ajeno a los desafíos y ha sido descrito como el «Sir Edmund Hillary de la natación», lo que no es del todo sorprendente dado que es la primera persona en nadar alrededor del punto más bajo de África, en cruzar nadando el Polo Norte y en completar una travesía de larga distancia en todos los océanos del mundo. Pero Pugh no se embarca en estos desafíos por pura diversión, sino que desea «concienciar sobre la belleza natural de estos lugares y el impacto devastador que la crisis climática está teniendo en ellos». De hecho, al escucharle hablar sobre sus experiencias en la isla Ross, donde nadó desde una playa llena de pingüinos emperador, es difícil no transportarse a la misma orilla rocosa y sentir el deseo de protegerla.
Pugh espera que sus historias impulsen a otros a tomar medidas. Una de las historias más viscerales que Pugh cuenta es la de un baño en la Isla Decepción en la Antártida. «Navegamos hacia la bahía en forma de herradura de la isla y quería cruzarla a nado», dice Pugh. «Me zambullí y comencé a nadar y vi cientos de huesos de ballena apilados desde el lecho marino casi hasta la superficie y me di cuenta de que estaba nadando a través de un cementerio de ballenas, ya que los balleneros habían atrapado a las ballenas y las habían matado allí. Primero vinimos por las ballenas y las focas, y ahora es el krill y nunca aprendemos nuestra lección».
Queda por ver si los líderes mundiales que se reúnen en Glasgow han aprendido la lección. Pugh tiene claro lo que hay que hacer. «No podemos tener una COP llena de compromisos y diálogo a largo plazo. Todos son importantes, pero necesitamos que esta sea una COP en la que se tomen medidas reales y en la que los políticos no puedan seguir pateando la lata en el futuro».