Todo el mundo está muy pendiente de Ty Segall, por muy difícil que sea seguirle la pista por lo inabarcable de su trabajo. Con 28 años recién cumplidos le han llegado a llamar “la última esperanza del rock”. Pero él va a lo suyo. No solo no para de sacar discos de sus diferentes proyectos (su gira con Fuzz le trae el 24 de agosto a Madrid y el 25, a Bilbao), sino que colabora, produce, versiona… Y con la presión de que las expectativas son altísimas ante todo lo que lleva su sello.

Garage, punk, rock, nueva psicodelia, post-grunge… etiquetas clásicas o recién inventadas, pero con algo en común: Ty Segall es su referencia actual. La prolífica carrera del californiano lleva poniendo de acuerdo a mucha gente desde hace unos cuantos años. ¡Si hasta se le ha visto incluido en alguna (precipitada) lista de los mejores guitarristas de la historia… y aún tiene 28 años! Sólo un repaso a su trayectoria (a poder ser a un volumen atronador) puede hacer que tanto elogio no suene a disparate. Entonces uno se da cuenta de la progresión ascendente de su discografía, en la que ha pasado hasta por ocho bandas, si incluimos el trabajo bajo su nombre (con la que va a LP por año desde 2008). Todo cumpliendo con lo que se espera de él, que es mucho ya, y con la magnífica sensación de que lo mejor está por llegar.

A esto se suma el frenético ritmo de creación de Segall, capaz de sacar varios discos, colaborar, producir y salir de gira en un solo año. “Simplemente se me da la oportunidad de hacer música y no la desaprovecho”, explica. Oportunidad en la que mucho tuvo que ver John Dwyer, líder de Thee Oh Sees, y con quien comparte el trono de este nuevo garage psicodélico ‘made in’ Costa Oeste. Desde luego, la oportunidad la aprovecha. En los últimos meses ha anunciado gira con Fuzz (que pasa por Madrid el 24 de agosto y por Bilbao el 25), saldrá una recopilación con temas nuevos de su trabajo como Ty-Rex (versiones de T-Rex); ha sacado un EP (‘Mr Face’) y un directo como Ty Segall y, por si fuera poco, creará una superbanda llamada Broken Bat junto a Steven McDonald (Red Kross) y Dale Crover (Melvins).

El californiano vuelve así a su velocidad de crucero tras la productiva ‘pausa’ con la que se tomó la grabación de ‘Manipulator’ (2014). Un año componiendo y 30 días en el estudio dieron como resultado quizá la obra culmen de la carrera de este músico que empezó a tocar la guitarra por Black Flag, lleva tatuado el nombre de Neil Young, adora el glam-rock de Bowie y Marc Bolan, aprendió escuchando a Lennon, tiene a Hawkwind y Black Sabbath en un pedestal… y de elegir un grupo con el que tocar en directo diría Devo. Múltiples influencias que antes o después ha ido revelando en una extensa carrera de la que aquí daremos varias pinceladas:

Molando en el instituto

Los inicios de Ty Segall se identifican con su pertenencia a los Epsilons, grupo que formó junto a sus amigos del high school, entre los que se encontraban Charlie Moothart (Ty Segall band), Roland Cosio (Fuzz)…. Aunque Ty Segall ha revelado en alguna ocasión que su primera banda fue Love this, donde tocaba la batería, el garage de los dos discos de Epsilons parecen ser el germen de lo que vendría después. Con 19 años, y mientras Segall se trabajaba su licenciatura en medios de comunicación en la Universidad de San Francisco, el grupo se disolvió. Pero no perdió el contacto con el resto de miembros (por ahí también andaba Mikal Cronin), que aparecerán en otros proyectos-bandas posteriores. Es el caso de los The Party Fowls, donde dan rienda suelta a su vena más hardcore, o los The Traditional Fools, en el que giran más hacia el surf. Surf sucio y contundente, eso sí, cuyo único disco vio la luz en 2008. De ese año data otro garajero 7”, bajo el nombre de The Perverts.

Ty Segall… ‘in crescendo’

Pero lo verdaderamente relevante de ese momento fue la aparición de sus primeros trabajos bajo el nombre de Ty Segall. Y si el primer LP ‘Ty Segall’ (2008) y el segundo ‘Lemons’ (2009) eran muy degustables, fue con el ‘Melted’ (2010) cuando de repente todo el mundo se giró, se quedó con la boca abierta… y empezó a mover la cabeza al ritmo de temazos como ‘Girlfriend’, ‘Caesar’, ‘Imaginary person’ o ‘My sunshine’. A sus 23 años había firmado su, quizá, primer disco redondo. Pero aún le quedaba mucha cuerda. Mientras sus proyectos paralelos y colaboraciones ganaban relevancia, Ty Segall se acabó de confirmar con un espléndido 2012 donde se marcó el fantástico ‘Tweens’ y el tremendo ‘Slaughterhouse’, junto a la Ty Segall band que suele apoyarle en sus directos formada por Cronin, Moothart y Emily Rose. El más experimental ‘Sleeper’ (2013) y, sobre todo, el citado ‘Manipulator’ del año pasado, no hicieron más que reafirmar la idea de que nos encontrábamos ante algo muy grande.

Fuzz y la cara más psicodélica

Fuzz, el proyecto paralelo actual de Segall junto al inseparable Moothart y a Roland Cosio, le volverá a traer este mes por España. En su primer LP hasta la fecha, de nombre homónimo (2013), nos damos de bruces con la cara más oscura del californiano. También la más psicodélica y, quizá, una de las más valoradas. En Fuzz se intuye ese gusto por Hawkwind, por el space rock, por Black Sabbath… Con Segall a la batería, como en sus orígenes, ya tienen el lanzamiento de su segundo álbum previsto para octubre, del que ha salido algún prometedor adelanto (recogido abajo, sólo música).

De ‘colegueos’ y homenajes

Como en su discografía hay espacio para todo, un apartado importante deben ser sus discos compartidos. Y ahí destaca un trabajo por encima del resto como es ‘Hair’, publicado en ese fundamental 2012 de Segall, junto a Tim Presley y sus White Fence. Un disco tremendo. En esa línea también está ‘Reverse Sharks Attack’ (2009) junto a su bajista Mikal Cronin, que luego ha demostrado sus virtudes en solitario. Sin embargo, ese trabajo a cuatro manos ganaría más relevancia ahora que lo que fue entonces, donde quizá ninguno de los dos había explotado. Thee Oh Sees, King Tuff o Sic Alps son otras alianzas estratégicas de Segall.

Y así, entre proyectos, colaboraciones, trabajo de producción y homenajes, que también tienen su importante hueco con ejemplos como las mencionadas versiones de T-Rex o un sencillo con dos ‘clasicazos’ como ‘Paranoid’ y ‘Motorhead’, Segall no deja que nos aburramos de él. De hecho, apenas nos da tiempo para paladear sus obras, que cada vez tienen más poso aunque no dejen de ser una locomotora sonora. Él no frena… sólo quiere hacer música. ¡Y que a nadie se le ocurra pararle!

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