Las mujeres desempeñan un papel fundamental para la protección del medio ambiente y el desarrollo social y económico en las zonas montañosas. Suelen ser las principales administradoras de los recursos de las montañas, guardianas de la biodiversidad, custodias de la cultura local y expertas en medicina tradicional.

La variabilidad climática en constante aumento, a la par que la falta de inversión en la agricultura de montaña y el desarrollo rural, han inducido a los hombres a emigrar hacia otros lugares en busca de medios de vida alternativos. Es por ello que las mujeres que habitan en las montañas han asumido nuevas funciones, con la diferencia de que ellas, muy a menudo, sufren la falta de poder de decisión y el acceso desigual a los recursos.

Como agricultoras, vendedoras en el mercado, empresarias, artesanas, emprendedoras y líderes comunitarias, las mujeres y las niñas de las montañas, en particular en las zonas rurales, tienen el potencial de ser importantes impulsoras del cambio. Cuando las mujeres rurales tienen acceso a recursos, servicios y oportunidades, se convierten en una herramienta clave contra el hambre, la desnutrición, la pobreza rural en las economías de las montañas.

Para desencadenar un cambio real hacia el desarrollo sostenible, es importante fomentar un cambio transformador de género que promueva la igualdad de género y empodere a las mujeres de montaña para que participen eficazmente en los procesos de toma de decisiones y tengan igualdad de oportunidades y control sobre los recursos productivos. El acceso a la tecnología, el crédito, el desarrollo de capacidades, los mercados y la propiedad igualitaria de la tierra puede aumentar la igualdad de género y brindar oportunidades a las mujeres y la juventud.

El Día Internacional de las Montañas 2022 y su tema «Las mujeres mueven montañas» es una oportunidad para promover la igualdad de género y, por tanto, contribuir a mejorar la justicia social, los medios de vida y la resiliencia.

Montañas, joyas naturales

Las montañas albergan el 15% de la población mundial y aproximadamente la mitad de la reserva de la diversidad biológica del mundo. Además, suministran un 60-80% del agua dulce para más de la mitad de la humanidad. Su conservación resulta clave, como especifica el Objetivo 15 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Las montañas albergan aproximadamente la mitad de la reserva de diversidad biológica del mundo y el 30% de las zonas clave de biodiversidad. De hecho, de las 20 especies de plantas que aportan el 80% de los alimentos en el mundo, seis se han originado y diversificado en las montañas: el maíz, las patatas, la cebada, el sorgo, los tomates y las manzanas.

En cambio, se encuentran fuertemente amenazadas por el cambio climático y la sobreexplotación. A medida que los glaciares de montaña se derriten, los habitantes de las alturas —entre los más pobres del mundo— afrontan mayores dificultades para sobrevivir a causa de los desastres naturales. A todo ello hay que sumar el hecho de que dicho derretimiento a una velocidad sin precedentes amenaza el suministro de agua dulce de millones de personas. Este problema es cosa de todos. De ahí que debamos reducir la huella de carbono y cuidar este tesoro natural.

El creciente interés acerca de la importancia de las montañas llevó a la Asamblea General de la ONU a declarar 2002 como Año Internacional de las Montañas. Sin embargo, el principal hito se remonta a 1992, cuando el documento “Ordenación de los Sistemas Frágiles: Desarrollo Sostenible de las Zonas de Montaña” fue incluido en el Programa 21, un plan de acción sostenible promovido por Naciones Unidas. Recientemente, se ha proclamado 2022 como Año Internacional del Desarrollo Sostenible de las Montañas.

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