Janildo Oliveira Guajajara, Guardián de la Amazonia. Foto: Survival/ Social media

La ola de violencia desatada por Bolsonaro en la profundidad de la selva amazónica contra los pueblos indígenas, terminaba el pasado 3 de septiembre con la vida de Janildo Oliveira Guajajara, guardián de la Amazonia asesinado a tiros en una localidad cercana a la Tierra Indígena Arariboia, en el estado brasileño de Maranhão. Según los informes, fue víctima de una emboscada mientras caminaba por la calle.

Los integrantes del Pueblo Guajajara crearon un grupo de guardianes para proteger el territorio de Arariboia -su selva está siendo intensamente invadida por madereros ilegales- y a los indígenas no contactados del Pueblo Awá, con quienes comparten la tierra. Antes de que los guardianes comenzaran su labor hace una década, había 72 puntos de entrada para la tala ilegal en el territorio: ahora solo hay cinco. Sin embargo, el hostigamiento no ha cesado. Muchos de ellos han recibido amenazas de muerte y alrededor de 80 guajajaras han sido asesinados en la zona desde el año 2000.

Según Olimpio Guajajara, uno de los guardianes, “es el sexto guardián que ha sido asesinado últimamente y ninguno de los asesinos de ha sido castigado, ni está entre rejas. Por eso gritamos y apelamos a la justicia brasileña para que se haga justicia y poder meter a estos asesinos en la cárcel”.

Piden una investigación a fondo

Uno de los apoyos que reciben los Guardianes Guajajaras proviene de la organización Survival, que lleva muchos años de su lado, como parte de una campaña por la supervivencia de los indígenas awás no contactados. Ahora, estos guardianes y Survival, junto a más aliados, piden que se investigue a fondo el asesinato de Janildo.

En un comunicado difundido por los Guardianes Guajajaras afirman que «el guardián trabajaba con nosotros desde 2018 y actuaba en la región de Barreiro, en la Tierra Indígena de Arariboia, en una comunidad cercana a una carretera abierta por los madereros y que fue cerrada por los guardianes. Desde entonces, él y otros guardianes de la región han sufrido constantes amenazas, y cada vez se intensifican más.

«Durante todos estos años hemos hecho, y seguiremos haciendo, protección territorial, aunque nos amenacen y nos maten. Estamos en contra de la violencia que mata y destruye, por eso luchamos por la vida. Nuestro pueblo clama justicia y exigimos una investigación adecuada para este y otros asesinatos contra el Pueblo Tenetehar, y queremos una respuesta de la justicia para este otro crimen bárbaro.»

Morir por defender la tierra

Para Sarah Shenker, investigadora y activista de Survival, que lleva años acompañando el trabajo de los Guardianes, “la ola de violencia genocida desatada contra los pueblos indígenas por el presidente Bolsonaro no se detiene. Existe un clima de total impunidad, en el que las fuerzas poderosas que roban las tierras indígenas, mineros de oro, madereros, grileiros y otros, piensan que pueden hacer lo que quieran y quedar impunes. El actual Gobierno brasileño los anima activamente, y en todo el país los indígenas están resistiendo».

Según Shenker, «Janildo sabía que podían matarlo, pero estaba decidido a ser un guardián, ya que no veía otro camino para el futuro de su familia y su selva. Hay que lograr que se haga justicia por él, por Paulo Paulino Guajajara y por todas las demás personas indígenas que han muerto en la lucha por sus tierras. Y la gente de todo el mundo debe movilizarse enérgicamente para parar el genocidio de Brasil y detener a las fuerzas globales que lo promueven: por la supervivencia de los pueblos indígenas no contactados y de todos los pueblos indígenas, así como de las tierras que han cuidado durante generaciones.»

Indígenas aislados y vulnerables

A pesar de su enorme autosuficiencia, los indígenas aislados son también excepcionalmente vulnerables. Un resfriado común podría matar a un grupo entero, y si se encuentran con madereros ilegales, sus arcos y flechas no serán rivales para las pistolas de los invasores.

No son sólo los awás quienes aprecian los monumentales árboles de la selva: su territorio está protegido legalmente, pero las bandas criminales de madereros ganan mucho dinero con el negocio. Sólo la resistencia de los indígenas y la llegada de la estación lluviosa ralentiza su avance, mientras el Gobierno apenas tiene presencia en la frontera.

Los pueblos indígenas aislados son los más vulnerables del planeta, y los guajajaras son plenamente conscientes de ello. Poblaciones enteras están siendo exterminadas por la violencia ejercida por los foráneos que les arrebatan sus tierras y recursos, y por enfermedades como la gripe y el sarampión frente a las que no tienen inmunidad. Los guajajaras saben que la destrucción de la selva, que los awás han cuidado durante generaciones y de la que dependen, será la perdición tanto para los awás como para los guajajaras. Todos los pueblos indígenas aislados se enfrentan a una catástrofe a menos que su tierra sea protegida. Sin ella, los awás sencillamente no sobrevivirán.

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