«Hago Periscope porque la prensa emite lo que quiere». Estas palabras de Gerard Piqué, unidas a un vídeo en el que una de sus fans le asaltaba en pleno directo, han desatado en los últimos días una serie de profundas reacciones en cadena tanto en el mundo del fútbol como del deporte en general.

Algunos de los estamentos deportivos más importantes a nivel mundial, como la LFP, la UEFA o el COI han manifestado, de forma más o menos clara, su intención de prohibir Periscope -o cualquier otra app de emisión de vídeo en streaming- durante el desarrollo de las principales competiciones deportivas.

El COI (Comité Olímpico Internacional), en alusión a los Juegos Olímpicos que tendrán lugar el próximo verano en Río de Janeiro, ha declarado que «estará prohibida dentro de las sedes olímpicas la transmisión de imágenes con aplicaciones de ‘streaming’ en directo, como por ejemplo Periscope o Meerkat». Sólo permitirán a los deportistas grabar en vídeo para su propio uso personal, sin poder compartir este en ningún medio online. Al mismo tiempo, la UEFA también ha decidido restringir este tipo de aplicaciones dentro del marco de la inminente Eurocopa 2016 que comenzará en Francia el próximo 10 de junio.

Por tanto, cabe preguntarse cuáles son los motivos por los que estos poderosos organismos tienen tanto miedo del uso de Periscope durante sus competiciones.

¿Qué es Periscope?       

Periscope, lanzada el 16 de marzo de 2015, es una app móvil propiedad de Twitter que permite a su emisor compartir vídeos en tiempo real y a sus receptores realizar comentarios en directo a través de un chat. Pese a su corta vida -mañana se cumplirá un año desde su lanzamiento- su irrupción ha sido meteórica gracias al apoyo de su empresa matriz, Twitter,  ya que en los diez días posteriores a su lanzamiento acumulaba más de un millón de usuarios y los últimos datos publicados por la empresa del pajarito azul estiman que en Periscope se consume a diario una cantidad de vídeo equivalente a 40 años.

Uno de los principales motivos por los que Periscope está siendo un éxito es debido a su fácil manejo e inmediatez. Su curva de aprendizaje es muy corta y, al igual que ocurre con Instagram o Vine, es una plataforma en la que prima la generación y consumo de contenidos efímeros. Las redes sociales que están triunfando actualmente son redes sociales espontáneas y cuya usabilidad es sencilla e intuitiva, lo que permite que casi cualquier usuario pueda utilizarlas y comprenderlas con facilidad. Con Periscope cualquiera puede ser reportero y puede retransmitir cualquier cosa en cualquier momento, sin editar, en crudo.

Por mi parte, tengo que confesar que en el caso de Periscope he sido un “early adopter” ya que me la descargué al poco de su salida aunque he de decir que, si bien me parecía un concepto al que le veía bastante futuro, no he comenzado a usarla de manera regular hasta hace un par de meses. Actualmente no soy generador de contenido de la plataforma (sólo he realizado dos vídeos sin ningún tipo de fundamento), pero sí que se me puede considerar un “voyeur”, ya que vigilo los contenidos desde mi “smartphone” indiscreto. En estas últimas semanas he seguido en directo desde un mitin de Bernie Sanders o Lilian Tintori hasta una pelea de lucha grecorromana de una universidad americana, pasando por un concierto de jazz o lo que ocurre entre bambalinas en el informativo de Antena 3. No obstante, por el camino me he encontrado con “canis” valencianos que retransmiten su botellón del sábado noche o personajes turbios que piensan que Periscope es una “sex cam”. Como en todas las redes sociales, en Periscope hay todo tipo de contenidos e influencers y nuestra tarea es encontrar aquellos que nos resulten más interesantes.

Entonces, ¿por qué tienen miedo a Periscope?

El primer gran evento que se retransmitió vía Periscope fue la pelea del pasado año entre Manny Pacquiao y Floyd Mayweather, uno de los grandes acontecimientos a nivel mediático del último lustro, al menos en cuanto a trascendencia. Una vez terminado el combate, algunas de las cuentas que emitieron en directo el mismo fueron cerradas por infringir derechos de copyright. Sin embargo, el supuesto daño ya estaba hecho ya que el “irrepetible” acontecimiento ya había terminado y algunas personas lo habían emitido o seguido por este canal.

Puede que Periscope sea el próximo gran enemigo de los eventos deportivos, ya que es más difícil de controlar que la extinta Roja Directa, debido a que no se trata de una web que emite un contenido, sino que ese mismo contenido puede estar siendo replicado por decenas o centenares de usuarios desde sus propios dispositivos, imposibles de identificar al mismo tiempo. Del mismo modo que es inconcebible pensar que se puedan controlar las fotos que una persona sube de un partido de fútbol a Facebook, Twitter o Instagram, podríamos argumentar que Periscope es igualmente indetectable.

Es cierto que todavía la calidad del vídeo en streaming tiene que mejorar, pero en algunas de las retransmisiones esta es más que suficiente para el usuario medio. Teniendo en cuenta que hay personas que son capaces de ver una película pixelada y con un pésimo audio, es más que evidente que la calidad, que con el tiempo mejorará, no será un impedimento para la popularidad y penetración de estas herramientas.

En mi caso, reconozco que desde hace tiempo sigo determinados acontecimientos deportivos vía Twitter -especialmente partidos de fútbol- y que, cuando quiero ver los goles de la jornada, no espero a que los emitan en el informativo de turno o ni tan siguiera en Youtube, sino que rastreo a través del buscador de Twitter o los hashtags para encontrar Vines donde poder ver la última genialidad de Messi o Cristiano Ronaldo, el último punto de Carolina Marín para proclamarse campeona del mundo o el triple con el que Stephen Curry ajustició a los Oklahoma City Thunder. Y el motivo por el que utilizo Vine (empresa también propiedad de Twitter) es por su inmediatez.

Si hay día de hoy podemos decir que lo que en Facebook es noticia, en Twitter es historia; también podemos argumentar eso mismo sobre Vine y Youtube y en breve ambas redes se verán eclipsadas en la inmediatez por Periscope u otras redes similares. Ya no estamos en la época de la noticia al minuto, ni tan siquiera al segundo, estamos dentro de la noticia, en tiempo real. La vida en directo, el gran hermano ha llegado para quedarse.

Y esta es la principal cuestión que preocupa a los altos estamentos deportivos, el no poder controlar toda esa información por la que cobran ingentes cantidades de dinero por parte de patrocinadores y televisiones de todo el mundo. Por ese motivo, en el último Mundial de fútbol disputado en Brasil 2014, la FIFA intentó eliminar cuentas de Vine dedicadas a emitir en bucle algunos de los goles, ya que les restaba una enorme audiencia global y, evidentemente, atentaba contra sus relaciones con las principales cadenas televisivas.

Todo esto me hace pensar que se hace evidente una legislación que trate de regular todo esto, donde estoy seguro que los clubes y las cadenas de televisión tendrán mucho que decir al respecto. Sin embargo, internet nos ha enseñado una y otra vez que no se le puede poner puertas al campo. Nunca van a poder controlar los 30.000 smartphones que se dan cita en el Madison Square Garden o los miles de asistentes que acuden a la Madrid Fashion Week o los millones de personas con sus teléfonos móviles en el bolsillo que han acudido al cine a ver la última de Star Wars.

Por último, subyacen dos preguntas sobre las que se puede generar un gran debate. Por una parte, ¿hasta qué punto no tengo la autoría de los derechos de reproducción sobre algo que estoy retransmitiendo yo mismo? No es lo mismo coger el contenido de un tercero y compartirlo que grabar en primera persona un acontecimiento y luego viralizarlo. Por otra parte, ¿qué ocurre con los personajes secundarios de nuestras grabaciones? Es decir, qué pasa con aquellas personas que salen involuntariamente en una de nuestras emisiones sin ser conscientes de que pueden estar siendo observadas por miles de personas de cualquier parte del mundo.

Lo cierto es que, por muchas vueltas que le he dado, sigo sin tener una respuesta al respecto, lo único que tengo claro es que, citando la crítica que la revista ‘TIME’ hizo sobre la novela 1984 de Geroge Orwell, “El Gran Hermano ya está aquí y somos nosotros mismos”.

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