El oficialismo alrededor de Pablo Iglesias cierra filas con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, mientras los críticos cuestionan la claudicación ante Bruselas y ven con inquietud la escisión producida en su partido hermano. Errejón garantiza que esa división no se producirá, «en absoluto», en la formación morada.

La ruptura en dos de Syriza, la coalición griega referente de Podemos, era inevitable tras la traición de Alexis Tsipras a los postulados con que ganó las elecciones de enero. El primer ministro heleno trata de legitimar su viraje -que le ha llevado a acatar las condiciones de Bruselas para el tercer rescate de su país, en contra de lo prometido- convocando nuevos comicios pero por el camino se deja el jirón de la parte más escorada de su partido. El pragmatismo con que ha actuado Tsipras y la firmeza con que se le ha enfrentado esa facción ya escindida evocan irremediablemente las dos almas que desde su fundación conforman el proyecto de Pablo Iglesias.

Las urgencias electorales mantienen acallado el debate, pero Podemos sigue siendo un partido donde conviven los fieles al cálculo político del secretario general y los partidarios de una batalla sin cuartel contra el stablishment. Estos últimos pueden asociarse al sector que en Grecia tiene como símbolo a Yanis Varoufakis y se opone al acuerdo con las instituciones europeas. Varoufakis dimitió como ministro de Finanzas para facilitar dicho entendimiento, clamando que llevaría “con orgullo el odio de los acreedores”. Al final se impuso la voluntad de seguir en el euro y no romper amarras con la UE, que recientemente ha aprobado un nuevo plan de préstamos por valor de 86.000 millones de euros.

Tsipras convoca elecciones aprovechando que la oposición está debilitada y los críticos de su partido sin organizarse

Un tercio de Syriza votó en contra del pacto en el Parlamento griego, dejando al primer ministro en manos de la oposición, circunstancia que no podía sostener mucho tiempo sin sufrir un fatal desgaste. Por ello y quizá también para aprovechar que los críticos están lejos de organizar una alternativa capaz de hacerle frente en las urnas, Tsipras da el paso atrás con el que pretende tomar el impulso definitivo para desarrollar su gestión. Ahora que todavía no han sido aplicadas las impopulares medidas a las que se ha comprometido, que la oposición está descabezada y que lidera con comodidad las encuestas, pide un nuevo refrendo popular, el tercero en siete meses.

Podemos ha mantenido en todo momento una actitud de absoluta adhesión hacia el líder de Syriza. Iglesias hizo campaña con él en invierno, apoyó sus tesis en la dura negociación de junio y julio y ahora respalda la decisión de asumir un memorándum que obliga a Grecia a congelar pensiones y privatizar servicios públicos a cambio de más crédito, entre otras cosas.

Pero la postura del líder no es ni mucho menos unánime en su partido. Los guardianes de las esencias, fundamentalmente representados en el colectivo Anticapitalistas –la antigua Izquierda Capitalista que prestó su estructura para la expansión de Podemos– reniegan del acuerdo y consideran que Tsipras no debería haberlo firmado. Creen además que esa rectificación de principios puede ser reeditada en el seno de su propia formación, donde la cúpula ya ha demostrado su posibilismo pactando con el PSOE en varias autonomías, diciéndose dispuesto a hacer lo propio tras las generales, renunciando al asambleísmo fundacional o aparcando las propuestas más polémicas de su primera época, como la renta básica o la auditoría ciudadana de la deuda.

Monedero marca distancias

Juan Carlos Monedero lideró intelectualmente durante mucho tiempo a esa corriente, haciendo de voz de la conciencia de Iglesias y Errejón cada vez que el oportunismo político les llevaba a descuidar sus principios. Monedero dimitió en abril pero sigue teniendo mucha ascendencia entre las bases y sus palabras de ayer son un serio aviso a navegantes: «Syriza está pactando con fuerzas conservadoras y ha invitado al pueblo a cierta resignación; yo creo que eso no es bueno».

En una entrevista en Cuatro, el exnúmero tres de Podemos aseguró que no le “emociona” lo que ha hecho el primer ministro griego y hubiera preferido que se levantara de la mesa de negociaciones diciendo: “no puedo hacer nada porque no tengo la posibilidad ni ganando las elecciones, renuncio a esta farsa y me retiro”. Además, lamentó la escisión de la coalición, un hecho que ha multiplicado los rumores acerca de que en Podemos pueda ocurrir algo similar.

Errejón critica que el PP utilice Grecia «para tapar las vergüenzas españolas» y anima a Rajoy a presentarse a las elecciones helenas

Este extremo fue descartado por el secretario de Política, Íñigo Errejón. Preguntado por la posibilidad de que su partido se parta ante las generales, a la manera de Syriza, sentenció: “no, en absoluto, va a haber una candidatura del cambio unida, que tenga la capacidad de disputarle al bipartidismo” la hegemonía. Errejón respaldó a Tsipras en su decisión de volver a dar la palabra al electorado -“es una lección de coraje”- y criticó que Gobierno y PP estén tratando de sacar rédito del asunto, el “intento de utilizar la política internacional para tapar las vergüenzas españolas”. Llegó incluso a animar a Mariano Rajoy a “que se presente allí”, en Grecia, si tan interesado está en hacer oposición al Ejecutivo heleno.

Una de las cabecillas del sector crítico, la baronesa andaluza Teresa Rodríguez, había afirmado un día antes que temía que a su partido le pasara lo mismo que a Tsipras, llegado el momento de la verdad. Rodríguez ya se ha mostrado en desacuerdo con otros postulados importantes de Podemos, empezando por el proceso de primarias que eligió candidatos a las generales, y ayer enmendó su contundente declaración -«me aterroriza el temblor de piernas de Tsipras», «tengo miedo de que eso nos pase a nosotros»- para que «nadie me utilice contra Grecia».

Su compañero en Anticapitalistas y eurodiputado por Podemos, Miguel Urban, también fue crítico con el rescate -«lo que ha habido es un chantaje de las elites alemanas»- pese a que la cúpula de Podemos dijo que hubiera votado a favor en el Congreso. Unos conatos de división que el partido sigue atribuyendo a su inherente pluralidad y aperturismo pero que en Cataluña ya han derivado en escisión real. La polémica sobre la estrategia de pactos electorales, además, no favorece la cohesión, mientras PP y PSOE aprovechan la crisis griega para pregonar a los cuatro vientos el «fracaso del populismo». Todo ello en medio de un importate retroceso en las encuestas.

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