Como era de prever, los medios de comunicación más destacados del mundo han hecho su propia interpretación de las elecciones autonómicas de Cataluña, con diferentes puntos de vista pero un rasgo en común: el contraste entre la victoria electoral de los independentistas y la derrota del proyecto soberanista en el porcentaje de votos, con todo lo que representa.

A juicio del corresponsal de la BBC en Barcelona, Tom Burridge, los resultados “son más ambiguos de lo que la retórica positiva da a entender”. «El bando independentista sigue asegurando que está dispuesto a separarse de España pese a la fuerte oposición del Gobierno español”, pero «es consciente de que va a ser controvertido y complicado», escribe. «En realidad, su objetivo sigue siendo un referéndum legalmente reconocido”, añade.

Por ello, según Burridge, es previsible que los independentistas sigan «aumentando la presión sobre el gobierno, sabedores de que habrá unas elecciones generales españolas dentro de menos de tres meses«. «Un panorama político más fracturado a escala nacional permite esperar o bien un cambio en el poder, o bien un debilitamiento de la posición del Partido Popular, y ello podría conducir a un cambio de postura en Madrid respecto a la cuestión catalana», añade.

La fuerte participación, tanto en “los barrio populares tradicionalmente ‘unionistas’ como en los feudos independentistas”, demuestra “la importancia de unas elecciones presentadas como ‘históricas’ por la mayoría de los partidos en liza”, escribe Sandrine Morel, corresponsal del diario francés Le Monde en Madrid.

Con estos resultados, continúa la periodista francesa, “los independentistas reivindican la legitimidad superior de las urnas respecto a la legalidad constitucional”. No obstante, advierte, “la amplia victoria de los independentistas no puede ser asimilada (…) con un ‘sí’ en el marco de un referéndum de autodeterminación”, ya que “una mayoría absoluta de catalanes no les ha votado”.

En estas circunstancias, prosigue, la investidura del próximo presidente de la Generalitat “se anuncia complicada”, ya que el anuncio de la CUP de que no apoyará de ninguna manera a Artur Mas y la posible búsqueda de un candidato de consenso por parte de Junts pel Sí “amenaza con abrir tensiones entre los diferentes partidos que componen la lista unitaria”.

“Los partidos separatistas no han conseguido ganar la mayoría de votos y se enfrentan a importantes obstáculos legales para convertir sus ambiciones secesionistas en una ruptura con España”, escribe Raphael Minder, de The New York Times. “Con un posible cambio de gobierno a finales de año en mente, Mas y otros líderes separatistas hablaron en la noche del domingo de una victoria del proyecto independentista, pero sin dejar claro si el nuevo gobierno catalán va a declarar unilateralmente la independencia, ni cuándo lo hará”, añade.

A juicio del enviado especial a Barcelona del diario italiano Corriere della Sera, Francesco Battistini, «la secesión es aún una meta lejana». «De entrada, la plataforma de los independentistas debe ponerse de acuerdo consigo misma», explica el periodista italiano. Aparte, prosigue, «la promesa electoral de CUP ha sido que sólo habrá secesión con el mandato directo del 50 por ciento más uno de los electores», lo cual no se ha dado.

A pesar de estos obstáculos, a los que se unen la oposición abierta del Gobierno central a la secesión (que incluiría la posibilidad de «suspender la histórica autonomía de Cataluña») y la «difícilmente realizable» apertura de un «largo y fatigoso» proceso de negociación con Madrid, el Parlamento catalán «podría solicitar, como ya han propuesto algunos partidos, un verdadero referéndum sobre la secesión» y el presidente Mas «ya ha proyectado, en un plazo de 18 meses, una declaración de independencia fiscal y, con vistas a la restitución de 16.000 millones de euros, la constitución de un Ministerio del Teroso y de un Banco Nacional catalán, además del nombramiento formal de un ministro de Exteriores y de un cuerpo diplomático».

En cuanto a la UE, advierte el periodista italiano, «desde Bélgica hasta Francia, desde Reino Unido hasta Rumanía, desde Polonia hasta Grecia, varios países podrían oponerse a una adhesión de Cataluña por temor a un efecto dominó mediante posibles secesiones internas«.

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