Viernes negro para el Partido Popular Valenciano. En una misma mañana la prensa anunció la detención del Delegado de Gobierno de la Comunitat Valenciana, el traslado a los juzgados para ser interrogado del alcalde de Quartell y la imputación de dos cargos más en Castellón. El hundimiento del PPCV está siendo tan rápido que si parpadeas te lo pierdes.

Cuando los valencianos creían que ya nada podría sobrepasar su capacidad de sorpresa el Delegado de Gobierno apareció esposado por la misma policía de la que, hasta esa misma mañana, había sido la máxima autoridad en la Comunitat. No todos los día se ve a un empleado despedir a su jefe, por lo que no es de extrañar que la imagen corriera como la pólvora en todas las pantallas disponibles. Las portadas de las cabeceras informativas más importantes, las cuentas de twitter y Facebook y hasta los grupos de whatsapp ardieron comentando este insólito hecho.

La detención en viernes, lejos de servir para aprovechar la tranquilidad mediática que siempre da la cercanía del fin de semana, complicó sobremanera la labor de control de daños del PP. El viernes es el día en que se reúne el Consejo de Ministros en Madrid, y también el ejecutivo Valenciano, lo que supone dos comparecencia de prensa obligadas en mitad de un escándalo que, no lo duden, tendrá repercusión en la imagen internacional de España y la autonomía valenciana. Madrid finiquitó el asunto por la vía rápida destituyendo a Serafín Castellano, el delegado detenido Valencia optó por no contestar a las preguntas de los periodistas asegurando que el Consell tenía que guardar silencio por “respeto a la acción de la justicia”. Las caras de la portavoz del gobierno, recogidas en twitter por el periodista Ximo Clemente, daban muestra del momento de tensión que atraviesan los populares. Quién les iba a decir que los resultados electorales del domingo no iban a ser lo más difícil que tendrían que explicar esta semana.

El fin del último superviviente

El diario ABC también fue un daño colateral de la operación policial de ayer. Su edición impresa había escogido este viernes para publicar un artículo titulado “La ‘revancha’de Serafín Castellano” alabando la capacidad de resistencia del político valenciano. La intervención judicial convirtió en objeto de mofa ese titular.

Sin embargo el artículo no estaba mal encaminado. Serafín Castellano es (o era) un experto en sobrevivir en el PPCV. Es uno de los pocos conselleres que ha logrado estar en los equipos de gobierno de todos los presidentes del PP que ha tenido la Generalitat Valenciana. Castellano ha logrado ganarse la confianza de Zaplana, Olivas, Camps y Fabra; demostrando que en cada lucha interna de los populares él sabía estar en el bando ganador. Pero eso se acabó ayer.

Castellano cae por la concesión de los contratos de extinción aérea de incendios a Avialsa cuando era Conseller de gobernación. La acusación cree que puede haber trato de favor hacia la empresa y se habla de unas presuntas modificaciones de contrato que permitieron que Avialsa modificara el tipo de aviones que se entregarían al servicio sin recibir penalización alguna por no ajustarse a lo que se pidió cuando salió el concurso público.  Aunque el punto fuerte está según todos los indicios, pues la operación está bajo secreto judicial, en las inusuales renovaciones de la concesión del servicio a Avialsa que reportó a la empresa 33 millones en contrataciones que se resolvían por procedimiento de urgencia, o en concursos donde sólo ella concurría.

Para más inri el escándalo se salpica, una vez más para el PP valenciano, con una serie de regalos de gran valor hacia un cargo público. La acusación trata de de probar que el propietario de Avialsa, Vicente Huerta, se hizo cargo de los costes de organización y alojamiento de varias monterías en las que participaron altos cargos del PP, y hasta de un presunto regalo de un rifle valorado en más de 1.800 euros que habría entregado a Serafín Castellano.

La investigación arrastra también a Francisco Huguet, gerente de cuentas de Avialsa, y alcalde de la localidad de Quartell y uno de los nombres históricos del PP provincial, que a pesar de haber logrado salir de los juzgados en libertad sin fianza no se ha librado de ver su foto escoltado por la policía a la entrada de los juzgados. Ya ha sido suspendido cautelarmente de militancia por el Partido Popular.

Nuevo caso en Castellón

Agravando la crisis popular la Audiencia de Castellón confirmaba el procesamiento del ex-vicepresidente de la Diputación de Castellón—institución en la que el PP aún puede presumir de algo de músculo electoral—y hombre de confianza de Carlos Fabra, Francisco Martínez, acusándole de delitos de prevaricación, tráfico de influencias, fraude ilegal en torno a la depuradora de la localidad de Borriol. Junto a él acudirán a los juzgados el Alcalde de Borriol, también militante popular, y cuatro personas más.

Víctimas del escarnio público

A la prensa no se le ha escapado la similitud de las monterías de Castellano con la trama de La Escopeta Nacional, y ha llenado sus titulares con referencias a la obra maestra del director de cine valenciano Luis García Berlanga. Twitter, como suele pasar en estos casos, ha mostrado menos piedad a la hora de abordar el tema. Muchos de sus usuarios ocuparon gran parte de la mañana en hacer chistes sobre la detención del Delegado de Gobierno, pero pocos fueron más duros que la multitud de retuits de mensajes alentando a la lucha contra la corrupción que el propio Castellano había publicado en la conocida red social.

Los escándalos se acumulan y hay constancia de que lo peor,—las grabaciones completas del Dipugate—está por llegar. El PP valenciano es hoy por hoy carne de meme, y los humoristas locales que el PPCV en su día censuró pasan factura ahora con sus descarnados retratos de la derrota electoral.

El Jueves 21 de mayo Mariano Rajoy visitó Valencia y la plaza de toros de la capital del Turia se llenó para recibirle. El espectáculo fue tan abrumador que la cuenta de youtube del Partido Popular lanzó como mensaje a toda la nación el vídeo ¿Por qué toda esta gente va a votar al PP?, el PP de Paterna proclamó su seguridad en que ganarán las elecciones y los consellers hablaban de la autoridad electoral de la formación en Valencia. Parece que haga una eternidad, pero sólo hace sólo nueve días de aquello. Desde aquella última tarde de gloria que se regalaron los populares valencianos sus militantes viven en una pesadilla de la que sólo quieren despertar.

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