La erupción volcánica y el tsunami de Tonga ponen de manifiesto la vulnerabilidad de los pequeños Estados insulares y en desarrollo (PEID).

El nuevo informe de políticas de la Organización Mundial de la Salud, que ha pasado desapercibido, a pesar de hacerse público en «Estocolmo+50», la cumbre conmemorativa del 50º aniversario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio, llega a la conclusión de que el cambio climático plantea graves riesgos para la salud mental y el bienestar. Así lo reconoce la Dra. María Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS. 

«Los efectos del cambio climático están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana, y existe un escaso apoyo especializado en materia de salud mental para las personas y las comunidades que se enfrentan a peligros relacionados con el clima y a un riesgo a largo plazo».

Los efectos del cambio climático en la salud mental se distribuyen de forma desigual entre determinados grupos que se ven afectados de manera desproporcionada, debido a factores tales como la situación socioeconómica, el género o la edad. Ahora bien, es evidente que el cambio climático afecta a muchos de los determinantes sociales que ya están conduciendo a enormes cargas de la salud mental en todo el mundo. Según una encuesta de la OMS que se llevó a cabo en 2021 en 95 países, solo 9 de ellos habían incluido, hasta la fecha, el apoyo en materia de salud mental y psicosocial en sus planes nacionales sobre salud y cambio climático.  

Casi mil millones de personas viven con trastornos mentales

«El impacto del cambio climático está agravando la situación ya de por sí sumamente complicada en que se encuentran la salud mental y los servicios de salud mental a nivel mundial. Casi mil millones de personas viven con trastornos mentales pero, en los países de ingreso bajo y mediano, tres de cada cuatro personas no tienen acceso a los servicios necesarios», explica Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS. «Si se aumenta el apoyo en materia de salud mental y psicosocial en el marco de las medidas de reducción del riesgo de desastres y relacionadas con el clima, los países podrán hacer más para ayudar a proteger a las personas que corren mayor riesgo». 

Este nuevo informe recomienda a los gobiernos que aborden los efectos del cambio climático en la salud mental con la adopción de diversas medidas, desde integrar las consideraciones climáticas en los programas de salud mental, basándose en compromisos mundiales a la elaboración de enfoques obtenidos de la propia comunidad para reducir las vulnerabilidades y el importante déficit de financiación que existe para el apoyo a la salud mental y psicosocial.

«Los Estados Miembros de la OMS han dejado muy claro que, para ellos, la salud mental es una prioridad. Estamos trabajando en estrecha colaboración con los países para proteger la salud física y mental de las personas frente a las amenazas climáticas», dice  el Dr. Diarmid Campbell-Lendrum, responsable de la lucha contra el cambio climático de la OMS, y uno de los principales autores del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). 

Buenas prácticas

Hay algunos buenos ejemplos de cómo esto puede llevarse a cabo, entre los que cabe destacar el de Filipinas, que reconstruyó y mejoró sus servicios de salud mental tras el impacto del tifón Haiyan en 2013, o el de la India, país en que un proyecto nacional ha permitido ampliar la reducción del riesgo de desastres, además de preparar a las ciudades para responder a los riesgos climáticos y hacer frente a las necesidades psicosociales y de salud mental.

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