Hace unas semanas el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba salía al cruce de lo que califica de “rumores” en relación a la aplicación de un herbicida en las calles de este municipio. Sin identificar en ningún momento la fuente de dichos “rumores” (que advertían de la toxicidad y del riesgo para el medio ambiente, las personas y los animales), la nota pseudoinformativa hace un despliegue de falsedades e inexactitudes impropias de unas autoridades sujetas a mandatos normativos y constitucionales, como son la protección del medio ambiente y la defensa y promoción de la salud pública.
El herbicida en cuestión no es otro que el glifosato, un potente veneno que no sólo mata las hierbas y plantas adventicias, sino que transmitido por toda la cadena trófica deja importantes secuelas en la fauna y flora en contacto prolongado con este agente tóxico. Su uso es generalizado en la agricultura, jardinería, en la vía pública y en las cunetas de carreteras y otras infraestructuras, pese a las denuncias e informes de entidades ciudadanas, especialistas, universidades y prensa científica. La OMS lo califica de “probable carcinógeno”. En 2017 el Parlamento europeo llegó a pedir a la Comisión europea su prohibición y países como México, Portugal, Alemania y Bélgica lo han prohibido o restringido. Sin embargo, en noviembre de 2023 la UE renovó su autorización durante diez años por las presiones de multinacionales ligadas al sector agroquímico.
El Ayuntamiento de Argamasilla de Alba se despacha afirmando que esta sustancia “no afecta al medio ambiente, no contamina las aguas ni el suelo, ya que se inactiva en contacto con el mismo. Su toxicidad para animales de sangre caliente y para insectos benéficos es prácticamente nula. Además, no penetra por raíces por lo cual su efecto residual es nulo”. Alude a estudios realizados, que no cita o referencia, que “demuestran que no causa efectos en la reproducción (dificultades para concebir ni deformaciones de fetos). Tampoco se hallaron residuos de glifosato en animales que eran alimentados con raciones contaminadas”. Y es que, el consistorio de Argamasilla de Alba parece desconocer la existencia de estudios toxicológicos internacionales que vienen alertando de algunas de las consecuencias fatales del herbicida.
Los primeros datos de carcinogenicidad del Estudio Global de Glifosato (GGS) se presentaron el 25 de octubre de 2023 en la conferencia científica internacional ‘Medio ambiente, trabajo y salud en el siglo XXI: estrategias y soluciones a una crisis global’, en Bolonia. El GGS es el estudio toxicológico más completo jamás realizado sobre el glifosato y los herbicidas a base de glifosato. Este estudio multiinstitucional, coordinado por el Instituto Ramazzini, involucra a científicos de Europa, Estados Unidos y América del Sur, lo que otorga un peso extra a los resultados.
El GGS ha detectado toxicidad endocrina y reproductiva en ratas a dosis que las agencias reguladoras de Estados Unidos consideran actualmente seguras (1,75 mg/kg de peso corporal/día). Hallazgos que se confirmaron posteriormente en una población humana de madresy recién nacidos expuestos al glifosato durante el embarazo.
Anticipándose a la votación de 2023, en la Eurocámara, sobre la renovación del permiso del glifosato, Ecologistas en Acción, miembro de la Red Europea de Acción en Plaguicidas, junto a Los Verdes, ha analizado los niveles de glifosato en las aguas superficiales europeas y españolas.
Para el estudio se han tomado muestras de aguas superficiales en 12 países de la Unión Europea a finales de octubre de 2022, después de la temporada agrícola. En total, se recogieron 23 muestras de río/arroyo y 5 muestras de agua de lago. Los resultados de este informe refrendan los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para 2021, que detectaron glifosato por encima de la norma de calidad de 0,1 μg/l en uno de cada tres puntos de muestreo, algo que Ecologistas en Acción lleva años denunciando con numerosos informes.
Datos pormenorizados, elaborados por Ecologistas en Acción, permiten conocer que en 2021 el glifosato estaba presente en el 29% de las analíticas oficiales realizadas, y un 21% de las mismas incumplían la norma de calidad. El río Guadiana tiene el dudoso honor de haber dado el peor dato de contaminación de España: 308,10 microgramos de glifosato por litro, 3.000 veces superior a lo que permite la ley.
En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba el glifosato como materia activa “probablemente cancerogénica” tras la publicación por parte de la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IACR) de un amplio estudio que demuestra que esta sustancia favorece la aparición de Linfoma No-Hodgkin en humanos y causa daños en el ADN, además de provocar cáncer en animales de laboratorio. En concreto, los estudios publicados por 17 expertos señalan la relación de esta sustancia con 4 tipos de cáncer: hepático, riñón, páncreas y linfoma.
Esta contaminación supone, en primer lugar, una importante amenaza para los ecosistemas acuáticos. El glifosato está clasificado como tóxico para la vida acuática, con efectos duraderos. Las pruebas científicas demuestran que el glifosato y el AMPA (metabolito de este herbicida químico tras su degradación en el medio ambiente) suponen un riesgo significativo para los ecosistemas acuáticos. Incluso niveles bajos de glifosato afectan al crecimiento y desarrollo de especies acuáticas clave, desde plantas y algas hasta peces y anfibios. La exposición a herbicidas a base de glifosato, que también contienen tensioactivos y otros coformulantes, suele ser incluso más tóxica que el glifosato por sí mismo. Además, los riesgos podrían ser aun mayores, ya que las últimas conclusiones de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) sobre el glifosato admiten ‘lagunas de datos’ en relación con su toxicidad acuática.
Ecologistas en Acción cree que el glifosato atenta contra la biodiversidad y contra la salud de las personas, como han indicado numerosos estudios científicos aquí reseñados (lo que no hace el Ayuntamiento de Argamasilla de Alba) Es por lo que pide a ayuntamientos, Diputación, cooperativas agrícolas, empresas forestales y de servicios de jardinería, su sustitución por métodos manuales, mecánicos y térmicos, inocuos para el medio ambiente y que requieren más mano de obra, o por herbicidas a base de ácido acético (vinagre) o hidroxifosfatos naturales, muy conocidos en la agricultura ecológica.