Ella conquistando portadas. Él perdiendo programas. Ella encumbrada por un poderoso grupo mediático. Él apuntalando su periódico digital y sus colaboraciones múltiples. La maquinaria a favor de ella. La crítica contra él.

Sin duda alguna, es una lucha entre desiguales. Ambos aman ser el centro de atención y lo provocan. Pero las estrategias no siempre funcionan como uno quiere. Si Cristina Pedroche acepta su papel de «buenorra oficial» gustosa, bajo las órdenes de los directivos de laSexta, sin embargo, saca a relucir un feminismo selectivo cuando alguien no autorizado bromea respecto a ella.

Ha aceptado la oportunidad que laSexta le ofrecía de fingir ser «la tonta a lo Marilyn» para potenciar su imagen de sexsymbol. Sabiendo que era un papel y participando activamente de ello. Jugando a ser «la falsa tonta» o la Ana Obregón vallecana. Pero aunque fuese bajo la capa de un guión, o un personaje… ha sacado partido de su anatomía y ha permitido mil bromas sexistas de sus compañeros, pactadas bajo guión. Y una exhibición de su cuerpo (real, que no falso) para conseguir picos de audiencia destinado a impulsos tan básicos como la camiseta mojada. Debe ser que cuando los pezones de plástico aparecen en según que cadena, no son casposos.

Pero laSexta tiene guerras pendientes con Alfonso Rojo. Y por ese motivo, pretender iniciar una nueva trama, un crossover entre programas, ha sido una temeridad. Alfonso juega con la provocación. Y sabe que es una apuesta de doble o nada. La provocación alimenta la tele y enriquece los debates. Lanzar un órdago de estas características tiene dos caminos: O te incluyen en una nueva tertulia o te arrojan a los leones. Y Rojo no midió bien el momento. El omnipresente showman empieza a descolgarse de varias lianas y ni la emisora Radio4G ni Telemadrid han querido renovar los espacios que conducía el veterano periodista.

Las televisiones autonómicas, en pleno proceso de cambio de manos, ya no pueden ser su refugio de invierno. ¿Se atrevió a bromear contra la actual «novia de España» consciente del momento? ¿Fue un suicidio o una maniobra en pos de remontar la audiencia?

Su actitud kamikaze es su seña de identidad y también sus salidas políticamente incorrectas. Pero el selectivo sentido del humor de Pedroche demuestra que sus reacciones están dirigidas, que forman parte de la voluntad de otros. El aparente descaro de las chicas de programas de La Sexta suelen ser dardos programados por otros contra los enemigos mediáticos. Y ellas hacen suya las proclamas convencidas de que están cumpliendo una misión, de que piensan por sí mismas y de que nadie las está utilizando. Si el vestido que lució Cristina para dar las campanadas de fin de año lo hubiese llevado una presentadora de José Luis Moreno en La1, esa profesional no hubiera levantado cabeza ni a estas alturas del año. Y estaría siendo ridiculizada a diario por programas como «Zapeando» que deciden que actitud es la cool y desenfadada y cual es la retrógrada y patética. Pedroche y Rojo tienen algo en común: Están descalibrados por el exceso de fama. Pero sin duda alguna ambos estaban intentando dar la patada en otro culo.

Imagen | ‘zeleb.es

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