Gorila en la reserva de Lessio Louna (Congo), rescatado por Fundación Aspinall. Foto: Rebeca Atencia /Instituto Jane Goodall

Esta semana se cumplen 55 años de la creación del Centro de Investigación Karisoke por parte de Dian Fossey, en Ruanda, para  concienciar sobre la situación de estos impresionantes simios y alentar su protección. El gorila es el primate de mayor tamaño, cuyos individuos macho pueden llegar a medir los dos metros y superar los 200 kilos de peso. Este animal, que comparte con el ser humano entre el 97 y el 98% del ADN, ganó popularidad gracias a la labor de investigación y divulgación de la zoóloga estadounidense Dian Fossey y su libro Gorilas en la niebla, y la posterior película protagonizada por Sigourney Weaver, donde se relata su asesinato en 1985. Desde entonces, el empeño por una mayor protección no ha cesado y los esfuerzos conjuntos han permitido mejorar el estado de conservación de algunas poblaciones, como las de gorila de montaña, una de las cuatro subespecies.

Actualmente existen dos especies del género Gorilla: el gorila occidental (Gorilla gorilla), del que escinden las subespecies de gorila occidental de tierras bajas y el gorila del Río Cross; y el gorila oriental (Gorilla beringei), cuyas subespescies son el gorila de montaña y el gorila de Grauer. Todas ellas se encuentran en la Lista Roja de Especies Amenazadas que elabora la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y, por desgracia, tres de las cuatro subespecies están catalogadas como “en peligro crítico”.

Aunque suelen vivir en tierras de baja latitud, algunos eligen los bosques de montaña -entre 1.500 y 3.500 metros- y en bosques de bambú entre 2.500 y 3.000 metros. 

Amenazas actuales

Según el Instituto Jane Goodall, «la destrucción del hábitat en todos los países africanos donde viven es una gran amenaza, no solo para los gorilas, sino también para el resto de los animales con los que comparten el entorno. La tala y la minería ilegal aumentan cada día la deforestación y la fragmentación del hábitat de este y otros primates, como los chimpancés. Estas actividades se practican con el objetivo de extraer minerales, especialmente los que tienen gran valor para la industria tecnológica, como el coltán y la casiterita. De manera que se deforestan grandes áreas, se abren caminos para los camiones, se degradan los suelos, y muchas guerrillas se instalan en la zona para lucrarse de ello. Esto ha llevado a que varias poblaciones de gorilas, como la de la zona de conflicto de la RDC en el Parque Nacional de Kahuzi-Biega, hayan caído drásticamente. Otra amenaza es la potencial explotación petrolera y de gas en zonas protegidas como el Parque Nacional de Virunga (RDC).

Por su parte, WWF estima «que tan solo un 2,8% vive en zonas protegidas, sin embargo, habita en grandes zonas boscosas muy cercanas a estos parques nacionales y a las reservas, alejadas de los centros de actividad humana. Por lo tanto, la conservación de las áreas forestales vírgenes es imprescindible para la protección de los gorilas y chimpancés».

La doctora Rebeca Atencia, directora del IJG Congo, atiende a un gorila rescatado por Fundación Aspinal. Foto: PPG (Fernando Turmo) /Instituto Jane Goodall

Crisis climática

En una situación de crisis climática, la subida de temperaturas también está amenazando a los gorilas, y afecta a las comunidades humanas colindantes, que buscan compensar la baja productividad de las cosechas de alimentos abriendo nuevos campos en hábitat de gorilas. En marzo de este año, un estudio reveló que los miembros de las escasas poblaciones de gorilas de montaña se veían forzados a beber más agua cuando se producían temperaturas más elevadas, una circunstancia cada vez más habitual con el calentamiento global.

Pero el cambio climático no solo está alterando las temperaturas, sino que también está propiciando la aparición de nuevas enfermedades que también amenazan a los grandes simios. En 2006, la revista Science publicó una investigación que advertía de que 5.000 gorilas habían fallecido a causa de ébola en el Congo y Gabón. La enfermedad se había transmitido por el contacto con humanos y en los gorilas provocó tasas de mortalidad que ascendían hasta ratios comprendidos entre el 90 y el 95%. 

Tráfico ilegal, carne, ornamentos y amuletos

Por otro lado, los gorilas siguen siendo cazados para el consumo de su carne, que está considerada un manjar en ciertos lugares, o para el tráfico ilegal de individuos vivos, especialmente de crías. También hay gorilas que son cazados para emplear partes de su cuerpo como ornamentos o amuletos. En este sentido, el Instituto Jane Goodall trabaja a diario en los dos Congos con el objetivo de proteger a estos grandes simios mediante campañas de sensibilización y educación para prevenir la caza y el tráfico ilegal de chimpancés y gorilas. Esta labor ha conseguido disminuir estos delitos y, por consiguiente, el número de crías huérfanas rescatadas. Pero aún queda mucho por hacer.

El gorila es un primate de gran inteligencia, que muestra una amplia empatía y un complejo sistema de relaciones sociales. Como muestra, podemos recordar el caso de Koko, la gorila fallecida en 2018. De la mano de Jane Goodall, Koko fue capaz de aprender a comunicarse con el ser humano a través de la lengua de signos americana y estableció una entrañable relación con sus cuidadoras y con gatos a los que ella misma cuidaba.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.