El cambio climático es uno de los grandes asuntos que se debatirán en la Cumbre Iberoamericana que comenzó ayer en Santo Domingo. La Carta Medioambiental Iberoamericana tratará de ser la herramienta principal para proteger la biodiversidad de un continente exuberante como América Latina que está empezando a perder amplias zonas salvajes.

Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte de que Latinoamérica será especialmente vulnerable a la subida de temperaturas en los próximos años. Sequías, olas de calor, incendios, cultivos arruinados, inundaciones y huracanes provocarán graves daños humanos y materiales.

Las pérdidas económicas serán cuantiosas, sobre todo en regiones que, como el área del Caribe, sufren los rigores de las inclemencias meteorológicas. Paradigma de esta destrucción es la Amazonia, gran pulmón del planeta, donde si no se ponen remedios urgentes se alcanzará el punto de no retorno a corto plazo.

Los expertos, que ya plasmaron sus conclusiones en la Declaración de la XI Conferencia Iberoamericana de ministras y ministros de Medio Ambiente, celebrada en República Dominicana el 18 y 19 de julio del 2022, debatirán estos días sobre seguridad hídrica, crisis agroalimentarias y explotación sostenible de los recursos naturales. También se hablará de reciclaje, de tratamiento de desperdicios alimentarios y vertederos, así como de cambios en los modelos de producción y consumo.

Obviamente, el crecimiento de la población, las actividades derivadas de éste, y los efectos del cambio climático generan presión sobre los recursos hídricos en un nivel de alerta que reta al mundo y exige avanzar y acelerar el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible sobre disponibilidad y gestión del agua y saneamiento para los habitantes de cada Estado dentro de su territorio, especialmente teniendo en cuenta las recomendaciones de la Conferencia del Agua de Naciones Unidas de 2023.

“Los bosques y ecosistemas naturales son una de las formas de resguardar la vida de la población, en particular de las comunidades indígenas y locales, por lo que su conservación, restauración y uso sostenible deben ser prioridad. Las mujeres y las niñas sufren de manera agudizada el deterioro de las condiciones ambientales, de la pérdida de biodiversidad, la degradación de ecosistemas y los efectos del cambio climático debido a las desigualdades de género preexistentes y la carga desproporcionada de cuidados, agravando e impactando de manera desigual en su salud, seguridad, medios y condiciones de vida”, refleja el documento de la XI Conferencia sobre Medio Ambiente.

El Pacto de Glasgow, acordado en el marco de la COP 26, recoge la importancia de “aumentar la ambición climática”, con el objetivo proseguir esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados. Para lograrlo son necesarias unas reducciones del 45 por ciento de las emisiones de CO2 en 2030 respecto a los niveles de 2010, así como alcanzar unas emisiones netas cero a mediados de siglo. Esto “requiere una acción acelerada en esta década crítica”.

Además, los países latinoamericanos reconocen brechas en financiación climática, en especial el compromiso de los países desarrollados de movilizar al menos 100.000 millones de dólares por año hasta 2025 en este contexto de crisis ambiental. “Para Iberoamérica es de alto interés que se cumpla el compromiso de los países desarrollados para el financiamiento, y a la vez garantizar su acceso de manera justa, ágil, equitativa y oportuna, para implementar, a través de la provisión de financiación, el desarrollo y la transferencia de tecnología y el fomento de las capacidades, medidas de mitigación y de adaptación, frente a las pérdidas y daños asociados al clima”.

Los expertos reconocen que la pérdida de la biodiversidad y de los servicios de los ecosistemas constituye uno de los principales problemas actuales no solo a nivel de Latinoamérica, sino a nivel mundial, ya que “condiciona significativamente la posibilidad de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible”. Esta cuestión es de especial relevancia para la región Iberoamericana, que se distingue por su elevada biodiversidad y potencial vulnerabilidad.

Según las conclusiones de la Conferencia celebrada en República Dominicana el pasado verano, la crisis de la biodiversidad está estrechamente impactada por la crisis climática y la contaminación, haciendo necesario abordar estos retos desde una perspectiva “coherente y sinérgica”. La recuperación, la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad y la gestión integrada de los ecosistemas, incluso bajo un fuerte enfoque de adaptación, son una “efectiva respuesta a la multiplicación de riesgos asociados al cambio climático”. “Converger en la restauración de unos ecosistemas biodiversos y funcionales y luchar contra el comercio ilegal de especies es una inversión para nuestro futuro, nuestra salud, nuestra economía y nuestra calidad de vida”, aseguran los países miembros.

En aquella reunión quedó claro que la pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto la estrecha relación entre las crisis sanitarias y la crisis ambiental. El manejo inadecuado de los hábitats naturales, el comercio ilegal de especies y la pérdida de biodiversidad multiplican el riesgo de epidemias provenientes del reino animal, en particular de la fauna silvestre.

Otros problemas que están sobre la mesa de esta Cumbre Iberoamericana son la gestión de los residuos sólidos, los niveles elevados y el rápido aumento de la contaminación por plástico (con grave deterioro para los mares y océanos), y la necesidad de ayudar a los países en vías de desarrollo.

Para alcanzar la “descarbonización” en 2050 “debemos dar prioridad a centralizar la restauración, conservación y uso sostenible de la tierra y distintos ecosistemas donde se potencien los procesos de manejo de paisaje rural y urbano”. Asimismo, impulsar la transformación hacia sistemas agroproductivos sostenibles y realizar “acciones preventivas ante las sequías e inundaciones como consecuencia del efecto del cambio climático con impacto devastador en nuestros sistemas productivos y de vivienda”. La inversión en nuevas tecnologías y energías renovables es uno de los platos fuertes de la Cumbre de Santo Domingo.

Precisamente, uno de los pilares sobre los que se asienta el nuevo estilo de gobernar del presidente Luis Abinader es la preservación de la biodiversidad. Desde agosto de 2020, el gobierno dominicano ha aprobado una Ley de Residuos Sólidos, que no sólo beneficia al medioambiente, sino a la calidad de vida de las personas. La puesta en marcha de una estrategia para la restauración y reforestación ecológica en cuatro áreas fundamentales: plantaciones de mangles en la ruta de huracanes en el sur, la reforestación en la zona fronteriza desde Elías Piña hasta Restauración, la plantación de árboles en áreas protegidas y la previsión del fomento de 8.900 empleos verdes para que los ríos dominicanos tengan la debida protección y sostenibilidad, son otras de las tantas acciones medioambientales que ha implementado Abinader.

En junio de 2022, el presidente dominicano anunció un incremento presupuestario de 40 millones de dólares destinado exclusivamente a políticas de biodiversidad. Además, ha rechazado en la Cumbre de la Comisión Ballenera Internacional la caza para alimentación y el levantamiento de las moratorias de protección de los cetáceos o ha impulsado el empoderamiento de las mujeres a través de la creación de empleos verdes.

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