El partido de Albert Rivera se ve envuelto en polémicas por sus propuestas contra la violencia de género, declaraciones sacadas de contexto de su número tres por Madrid y la dimisión de su único alcalde andaluz. Además, la formación naranja fue increpada en las calles de Cádiz y Granada y ‘pinchó’ en Sevilla.

Empezó la campaña subido en la cresta de la ola, dando caza al PSOE en las encuestas y adoptando un discurso ganador que situaba a Albert Rivera como principal rival de Mariano Rajoy por La Moncloa. Pero en apenas unos días las cañas se han tornado lanzas para Ciudadanos, que está pagando cara la sobreexposición provocada por su fulgurante crecimiento. Su estrategia se ha visto turbada por el acoso de los rivales políticos, la fiscalización de los medios, los errores propios y el mero azar, que en política siempre juega su papel. Está por ver si todo ello les pasa factura en las urnas, pero de momento ya ha alterado la campaña del partido naranja y le ha obligado a ponerse a la defensiva, abandonando la actitud propositiva y de perfil bajo con la que pretendía dejarse llevar por la tendencia hasta el 20-D.

Tras un fin de semana de luna de miel al calor del CIS, vendiendo la segunda Transición y homenajeando a la Constitución, las cosas se empezaron a torcer el lunes por la noche, cuando Rivera no cubrió las expectativas en el debate de Atresmedia. El combate dialéctico se saldó sin un ganador claro, lo que para un consumado campeón de debates podría ser una decepción, si bien su figura no salió mal parada al haber llegado a la cita con el viento a favor y sin necesidad de marcar distancias. La estrategia de dar por perdedor a Pedro Sánchez, asumida también por PP y Podemos, hizo el resto.

El partido apenas congregó a un millar de simpatizantes en un auditorio sevillano donde Podemos reunió a 3.700

Los auténticos contratiempos estaban por venir. Al día siguiente, Rivera dio un paseo por Cádiz y los trabajadores de Delphi le increparon por su pacto con Susana Díaz. No es habitual que el líder naranja se mezcle con la ciudadanía y coseche algo distinto a parabienes y vítores. Pero la campaña electoral tiene estos riesgos, como bien saben también Rajoy, Rita Barberá o Elena Valenciano. Iglesias ha decidido eludir esos trances y no pisar la calle; Ciudadanos programa actos populares cada mañana.

Ese mismo martes, el acto vespertino en Sevilla supuso otra piedra en el camino. El partido no suele apostar por grandes auditorios, quizá para evitar los temidos pinchazos, y para esa ocasión eligió una sala del Palacio de Congresos sevillano con unas 1.500 plazas. Pero los simpatizantes congregados no llegaron a mil. Una imagen que contrastaba, como indicó El Confidencial, con la lograda en enero por Podemos en ese mismo escenario -lo abarrotó con 3.700 personas- o en otras ocasiones por el PSOE.

El pinchazo de la capital andaluza estuvo seguido de una nueva contrariedad en Granada. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca organizó el miércoles una sonora protesta ante el mitin callejero de Rivera, que este sofocó convocándoles a una reunión en su hotel, al terminar. La PAH le dio plantón. De nuevo los mensajes electorales del candidato quedaron eclipsados por acontecimientos sobrevenidos. La gira andaluza concluiría con la dimisión del único alcalde que Ciudadanos tenía en esa región, en Espartinas (Sevilla), que está siendo investigado por la tramitación de unas ayudas a la contratación de la Junta.

Dicha investigación se produjo después de una denuncia del PP, a quien el partido naranja acusa de malas artes por haber perdido el poder en Espartinas tras 32 años de mayorías absolutas y a quien ha respondido retirándole el apoyo en el Ayuntamiento de Granada. El regidor popular de esta ciudad podría tener los días contados, ya que los de Rivera han dejado la puerta abierta a una moción de censura.

Dos grandes borrones

Pero los dos grandes borrones de la campaña naranja han sido las polémicas generadas por sendas informaciones mal gestionadas por la formación de Rivera. La primera se produjo tras señalar eldiario.es que el programa de Ciudadanos incluye la eliminación del agravante penal por violencia de género. Esto es: aboga por considerar igual una agresión de una mujer a un hombre que de un hombre a una mujer o entre personas del mismo sexo. Se suprime así la principal novedad de la ley impulsada por Zapatero, que introdujo la discriminación positiva de la fémina como mecanismo para combatir la violencia machista. Dicha discriminación levantó suspicacias en el PP -aunque finalmente votó a favor de la norma- y en numerosos jueces, que presentaron casi 200 cuestiones de inconstitucionalidad. El TC avaló la ley en su totalidad en 2008 por un ajustado margen.

PSOE, Podemos e IU salieron en tromba a criticar la propuesta de Ciudadanos, que entró al trapo y no se explicó de forma consistente. Ni por boca de su líder -«cuando matan a una mujer, no matan a una mujer del PP, del PSOE o de Podemos; matan a una española y eso es intolerable»-, ni por boca de su número tres en la lista madrileña, Marta Rivera de la Cruz, que acaparó las críticas de la izquierda tras su intervención en el debate a nueve de TVE. Un debate que, por cierto, fue obviado por su partido en las redes sociales, llegando a confundir hasta la hora en que tuvo lugar.

Al día siguiente, este jueves, Rivera de la Cruz fue de nuevo foco de la segunda gran polémica. Un tuit suyo de 2014 en el que ironizaba sobre unas declaraciones de Pablo Iglesias se difundió masivamente, provocando una oleada de críticas y la petición de explicaciones de su líder. El mensaje en cuestión decía: “Los judíos lo pasaron fatal en los campos de concentración, pero el holocausto tiene una explicación política”. La escritora y periodista criticó así mordazmente la aseveración del líder de Podemos, que había manifestado que la violencia de ETA tenía una motivación política. Pero el tuit fue recuperado sin ese contexto, se viralizó tachando a la autora de antisemita y esta tuvo que sacar un comunicado explicándolo, tras asegurar Albert Rivera a la cadena SER que así lo haría. De nuevo el partido se vio enredado en una disputa estéril e inconveniente.

La semana horribilis se completa con los requerimientos hechos por la Cámara de Cuentas a Ciudadanos-Madrid por haber pasado como gasto electoral el pago de 19 habitaciones de hotel después de celebrarse los comicios de mayo. A una semana del trascendental 20-D, a Rivera se le está torciendo una campaña que inició con todo de cara. Este domingo tiene una prueba de fuego en el Palacio de Vistalegre (Madrid), donde afronta el mayor reto mitinero de su vida política. Pretende abarrotar el lugar -otrora fetiche del socialismo y que ya fue objeto de deseo de UPyD y de Podemos- con 15.000 asistentes. Ahí se juega Ciudadanos en buena parte recuperar la iniciativa o continuar dando pasos en falso, a una semana de la cita final con las urnas.

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