La Biblioteca Nacional expondrá, a partir del próximo 21 de abril, el único ejemplar identificado de la primera edición del Quijote apócrifo de Alonso Fernández de Avellaneda, el libro que sirvió de acicate a Miguel de Cervantes para decidirse a escribir la segunda parte de su obra.

La exposición ha sido puesta en marcha con motivo del quinto centenario de la publicación de la Segunda parte del Quijote cervantino, según ha informado la Biblioteca Nacional de España.

Para ello, según la misma fuente, se ha reunido a una «selección de alrededor de una quincena de ediciones y estudios críticos de otra segunda parte del Quijote: la de Avellaneda», entre las que destaca «el único ejemplar localizado del texto identificado recientemente como primer impreso original, acompañado del considerado tradicionalmente el primero, junto con algunas muestras de la aventura internacional de la novela que se tradujo y adaptó al francés, inglés, neerlandés y alemán, entre otros».

«Hoy disponemos del Quijote de Avellaneda, depurado y rigurosamente editado; una amplia anotación que nos permite entenderlo cabalmente, y podemos considerar con serena objetividad sus pretensiones y resultados estéticos, su sentido social y literario, sus puntos de coincidencia y de divergencia con el modelo imitado, y su decisivo influjo en la creación de la Segunda parte cervantina de 1615», añade la Biblioteca Nacional.

«La primera parte del Quijote de Cervantes divirtió a miles de españoles y europeos de muy distinta condición social y formación. Muchos estaban deseosos de que apareciera la prometida Segunda parte y tercera salida de Don Quijote, pero pasó un día y otro, un mes y otro mes, un año y seis y nueve y la promesa seguía incumplida. Transcurrieron cinco años hasta que un individuo culto, admirador de la literatura popular que encarnaban tanto el Quijote como las comedias de Lope de Vega, decidió cumplir la promesa. Así debió nacer el Quijote firmado por Alonso Fernández de Avellaneda», prosigue.

Este segundo tomo de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha «es uno de los enigmas literarios y bibliográficos más debatidos de la literatura española», según la Biblioteca Nacional. La segunda parte del Quijote de Cervantes hace numerosas alusiones a esta obra apócrifa, desde la introducción, pasando por las menciones del bachiller Carrasco al principio de la novela hasta las referencias de un par de viajeros con los que el hidalgo y Sancho Panza coinciden en una venta y la visita a una imprenta barcelonesa por parte del caballero andante y su escudero. De hecho, Don Quijote renuncia a su plan inicial de participar en unas justas en Zaragoza precisamente para desmentir algunas de las historias que figuran en la novela de Avellaneda.

Según la Biblioteca Nacional, «contra lo que se ha creído durante siglos, se ha podido constatar la existencia de dos composiciones, realizadas ambas en la imprenta tarraconense de Felipe Roberto en 1614».

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