La Amazonia, la mayor región tropical del planetapierde cada año enormes extensiones de selva, emitiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero en un contexto de violencia y violaciones de los derechos humanos. Para evitar un empeoramiento del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y garantizar la supervivencia de los pueblos indígenas, es fundamental detener la deforestación y degradación de la Amazonia.

Brasil es el país que alberga la mayor parte de la selva amazónica, pero la deforestación y la degradación forestal es un problema crónico. La expansión de la frontera agrícola para la creación de pastos para la ganadería y el cultivo de soja y es la principal responsable de este problema. También, la explotación forestal industrial, en gran parte ilegal, abre el camino a la destrucción posterior mediante el uso del fuego. Otra gran amenaza son los grandes proyectos hidroeléctricos que amenazan los valiosos ríos de la cuenca amazónica.

Isabel Fernández Cruz, portavoz de Ecologistas en Acción, afirma que “la victoria de Lula supone un soplo de esperanza para el planeta y los derechos humanos, para detener los crímenes del Bolsonarismo y asumir la responsabilidad urgente ante la crisis climática. Pero es una tarea que exige la participación de la sociedad civil y la acción de todos los gobiernos y agentes políticos”. Esa victoria es también la esperanza de «revertir el ecocidio y genocidio en marcha por las políticas de Jair Bolsonaro», añade.

La organización destaca los temas más apremiantes de nuestro tiempo que el nuevo presidente de Brasil mencionó en su discurso de análisis de los resultados electorales: la crisis climática, la paz, las desigualdades o el hambre. Su promesa fue clara: “lucharemos contra todo tipo de actividades ilegales en la Amazonía”.

Deforestación Cero

Otro de los aspectos que Lula da Silva puso encima de la mesa fue que «luchará por un objetivo de deforestación cero en la Amazonía. No se refirió solo a la mal llamada deforestación ilegal, sino que amplió su objetivo: Brasil está listo para retomar su papel de liderazgo en la lucha contra la crisis climática, protegiendo todos nuestros biomas, especialmente la Selva Amazónica. En nuestro Gobierno logramos reducir la deforestación en la Amazonía en un 80 %. Ahora, luchemos por la deforestación cero.»

Lula da Silva aludió a algunas promesas importantes que suponen una de las mejores noticias para el clima, la biodiversidad y los pueblos indígenas en mucho tiempo: hacer del medio ambiente un supertema transversal a todos los ministerios. Sin embargo, esta apuesta no es sencilla y se enfrenta a enormes desafíos y dificultades para llevarla a cabo.

Para empezar, contará con un Congreso y un Senado hostiles con mayorías parlamentarias bolsonaristas ligadas a los intereses de la agroindustria y la minería; además de la composición del propio gobierno de Lula cuyos equilibrios y acuerdos no serán sencillos.

El nuevo presidente de Brasil se va a enfrentar a la enorme tarea de reconstruir los órganos de protección del medio ambiente y las comunidades indígenas, que fueron destruidos por Bolsonaro y Salles.

La política de «Desmatamento Zero» deberá ampliarse más allá de la Amazonía e implementarse en los ecosistemas de Caatinga, Mata Atlântica, Pantanal, Pampa. Para ello es urgente la aprobación del Reglamento europeo que prohíba eficazmente toda deforestación y exija a las empresas que garanticen que sus importaciones a Europa de soja, cacao, café, madera, aceite de palma, madera, caucho o maíz están libres de deforestación y vulneración de derechos humanos.

Implicación de Europa en la deforestación importada

Para todos estos retos, el gobierno de Lula deberá contar con los pueblos indígenas, campesinos y tradicionales, así como con los movimientos sociales. Además, se necesita que tanto España como la UE se impliquen de manera activa. Por ejemplo, para aprobar el Reglamento sobre deforestación importada, el papel del  Gobierno de España es decisivo y debe apoyar en la recta final de su negociación la posición aprobada por el Parlamento Europeo en septiembre de 2022.

Tom Kucharz, portavoz de Ecologistas en Acción, explica que “Brasil y el mundo precisan de un cambio radical en el modelo agropecuario: desmantelar la agroindustria y apostar por la agroecología. Lo cual implica abandonar los monocultivos de soja y apostar por un sistema socioeconómico que respete la naturaleza y esté basado en el respeto a los derechos humanos, la justicia social y ambiental”.

Igualmente, para conseguir estos objetivos, comenta Kucharz, «la Unión Europea y muy específicamente España deben cambiar su modelo de producción y consumo que generan esta destrucción ambiental y social en Brasil. Ello implica enterrar para siempre el acuerdo comercial UE-Mercosur, así como dejar de importar soja para la alimentación de la ganadería industrial y transitar a una ganadería extensiva y ecológica».

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí